martes, 29 de mayo de 2012

Cuento para pensar





















El viernes 25 de mayo quedó inaugurada la exposición que Ainara Blasco presenta en la Casa de Cutura de Aoiz hasta el 9 de junio.

Es un conjunto integrado por una serie de fotografías realizadas por Fran Larrea y Lorena González que muestran el rostro y cuerpo humano maquillado sirviendo de ilustración al cuento-denuncia que Marian Ibáñez ha redactado para el evento. Me ha sido remitido el texto íntegro. Texto que, posteriormente, fue narrado y puesto en escena con acompañamiento de medios audiovisuales, música y danza por el grupo  Irati y dantzaris de la villa. ¡Enhorabuena!



UN CUENTO PARA PENSAR: LA TIERRA TIENE FIEBRE

“Hola amigos. Me complace presentarles una pequeña historia que pretendo que llegue a vuestros corazones. Esto está ocurriendo y debemos concienciarnos. Solo os pido unos minutos de vuestro tiempo para descubrir estos hechos, verdades o casualidades… Pasen y vean. Espero que les guste”.

Érase que se era un planeta precioso llamado Tierra. En él se podían ver exuberantes animales, miles de colores, diversos paisajes... Las personas eran felices, los niños jugaban y soñaban con increíbles personajes que vivían en los bosques: duendes, hadas, gnomos o unicornios. La sencillez era la nota predominante. Todo giraba en una rueda perfecta de equilibrio, paz y armonía.

En cambio, llegó un día donde el ser humano no se conformaba con aquello que estaba al alcance de su mano. Quiso más y más… todo era blanco o negro. El hombre se volvió avaricioso y destructivo, todo quería convertirlo en oro. Le daba igual destruir lo indestructible, solo por saciar su sed de poderío y ambición. Perdió el respeto por sí mismo, uno de los valores fundamentales. También hacia sus seres queridos y las palabras se convirtieron en golpes y violencia…

El ser humano se preocupaba de ser poderoso y, por este motivo, descuidó el recurso que le daba aquello que anhelaba: la Tierra. Tal descontrol hizo que el hombre se volviera ciego y no se percatara de los avisos de su madre. De repente, esos pequeños toquecitos se convirtieron en grande gritos de socorro y de amenaza.

Las cuatro estaciones ya no eran cuatro, sino dos. El verano terminó con el otoño y el invierno hizo lo propio con la primavera. ¿Dónde habían quedado aquellos inviernos fríos con intensas nevadas? No hay duda que algo estaba cambiado… Los pájaros nómadas no sabían hacia donde ni cuando volar. Las nubes, llenas de contaminación, no dejaban caer a la lluvia. Así que la Tierra se secaba y perdía su esplendor. La madre Tierra, que estaba enfermando a pasos agigantados, triste y enfurecida, empezó a amenazar, sus aguas se comían a los humanos, los montes empujaban a sus amantes al vacío, los rayos del sol quemaban millones de hectáreas para reflejar su enfado. La Tierra comenzó su lucha con “la dama de la guadaña”.
Hasta este momento, los cuatro elementos eran el pilar fundamental de la construcción del Universo:

“Cada día nos calentamos con fuego
Nos bañamos con agua
Sentimos el viento en nuestros cabellos
Caminamos sobre la Tierra…”.

O lo que es lo mismo: el deseo, las emociones, los pensamientos y la estabilidad. Todo muy bonito. Pero una fuerza surgida de la simbiosis de estos componentes borró de un soplido este sustento tan especial de nuestras vidas. La Tierra se convirtió en la impulsora, dio la voz de alarma y pasó a la acción.

Primero se rebeló con la naturaleza... Mostró las terribles consecuencias. Pero esta estela reivindicativa también afectó a los seres humanos. Las buenas costumbres del hombre se fueron disipando y el respeto pasó a ser un valor relegado a un segundo plano. La madre naturaleza empezó a estar fuertemente amenazada y, en un abrir y cerrar de ojos, todo explotó. La Caja de Pandora quedó abierta y hemos perdido la tapa... ¿Cómo podremos encontrarla?

Hemos buscado por todas las esquinas y no hay rastro de ella. Las consecuencias son palpables y afectan a nuestro día a día y a nuestra evolución. Mientras tanto vemos fluir ante nuestros ojos injusticias, realidades o hechos que enfadan cada vez más a nuestra madre. Mamá Tierra ha sacado su lupa y examina paso a paso las miles de injusticias con las que se encuentra. Unos pocos humanos se han aprovechado de esto y han cogido a otros muchos como marionetas para hacer y deshacer a su antojo.

¿Qué es eso? Un @. Y llegó internet... Gran sabio. Pero a la vez una ventana abierta con demasiada altura para nuestros hij@s. Nadie duda de los grandes avances conseguidos a través de esta ventana. Pero, al mismo tiempo, la educación de nuestros hijos se está distorsionando. Cada vez desde más pequeños tienen acceso a temas no acordes con su edad.

Se están perdiendo las palabras. Falta la comunicación verbal. Los emoticonos  y símbolos roban el protagonismo a términos como ternura, inocencia, un saludo o un simple gracias. Cada vez estamos más interconectados con redes sociales como Facebook, Tuenti o Twitter… ¡Qué bonita es una mirada acompañada de una sonrisa! ¡Qué importante es un abrazo a tiempo! ¡Un pequeño guiño de complicidad! Estos pequeños gestos apenas se ven. Han sido suplantados por pequeñas caritas amarillas que expresan la felicidad, la tristeza, la pasividad, la molestia… ¿o, acaso, nuestros hijos chatean para hablar de historia o de cultura?

A todo esto… ¿desde cuándo no has recibido en tu buzón una carta de puño y letra? Ya no se lleva. Es una pena y, a la vez, una añoranza. Se ha pasado de moda. Hoy en día vivimos de manera acelerada y buscamos la inmediatez. ¡Queremos todo aquí y ahora! Así, recurrimos al correo electrónico; los chats o a aplicaciones del teléfono móvil tan de moda como el Whatsapp. Os preguntaréis qué es. Bien, se trata de un sistema de mensajería instantánea que podemos instalar en nuestro aparato. Nos permite comunicarnos con nuestros contactos en tiempo real. ¿A dónde estamos llegando? Es otro sustituto de la palabra. Hablamos con personas sentadas a nuestra vera sin utilizar palabras… Solo se escucha el sonido de nuestras manos al teclear.

“Tic, tac, tic, tac, tic, tac…” “¡Preparados, listos, ya!”. La vida se está convirtiendo en una carrera contrarreloj. Queremos correr más que el tiempo. Deseamos que todo pase y no nos damos cuenta de que nos vamos apagando poco a poco, como una vela… El estrés o las prisas han puesto una venda en nuestros ojos para volvernos ciegos. Tenemos que dejarnos llevar y disfrutar de los pequeños momentos, por muy sencillos que puedan resultar…

El incesante y monótono repiquetear del reloj es una tímida llamada de auxilio. Sirenas, alarmas, campanas… Hablando de campanas; ahora mismo se escucha una. Está dirigida a los niños porque es la hora de comer. “Dejad los libros en vuestros pupitres y cambiad el lapicero por la cuchara y el tenedor”. Hoy en el menú toca verdura, pescado y fruta. Más de un joven comensal mira su plato con cara de “pocos amigos”. Al día siguiente, en cambio, llega el turno de la pizza y el helado. De este modo, el plantel cambia radical y el alboroto y la alegría inundan el comedor escolar. ¿Qué está pasando? Todo desemboca en un problema: la obesidad infantil.

Cada vez empleamos menos tiempo en la cocina y recurrimos a la "comida rápida". El puchero de la abuela está pasado de moda e, incluso, a veces no sabemos realmente qué estamos comiendo. SOS: la comida está contaminada y pone en riesgo nuestra salud. Deberíamos querernos un poco y pensar qué le estamos dando a nuestro cuerpo.

Buscamos la vía fácil y la comodidad. Así el sedentarismo se está convirtiendo en un estilo de vida. Una causa son los videojuegos. Como la moda cambia, también se produce en nuestro tiempo de ocio. Sentarse en un sofá y encender la consola es más socorrido que salir al aire libre y mover el esqueleto. Antes nos divertíamos de otra forma. La infancia era diferente.

¿Cómo pudimos sobrevivir a nuestra infancia? Haciendo una radiografía a los niños de antes, los cambios son palpables. Viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros y sin airbag. Andábamos en bicicleta sin protección y jugábamos al pañuelo, las canicas o la peonza durante horas. Era difícil localizarnos. Nos rompíamos dientes o nos fracturábamos huesos y no pasaba nada. A lo sumo unos puntos y unas gotitas de agua oxigenada para solucionarlo.

Estos pequeños actos nos hacían responsables de nuestras acciones y asumíamos las consecuencias. Algo ha cambiado y los niños crecen de una manera muy diferente. ¿Somos conscientes? Habrá quien sí y quien no. Pero la vida sigue y existen unos ciclos. La infancia es uno más. De obligado paso. Ahora, ¿qué fue antes: el huevo o la gallina?

Bien es cierto que nuestros descendientes tomarán nuestro testigo. Alumbraremos una nueva vida y “el recién llegado al mundo” tendrá toda una carrera de obstáculos por delante. ¿Qué mundo queremos dejarles? ¿Qué queremos para nuestros hijos? La Tierra tiene fiebre. Nos ha mostrado sus síntomas. Entre todos debemos sanarla.

                                                              Redacción : Marian Ibáñez


 

jueves, 24 de mayo de 2012

Fotos Salou - Cambrils





             







Salou Foto: M.S.L M
Atardecer  M. S. L M
En el parque M. S. L M
Pequeño puente M.S. L M
La masía  Foto: M.S. Latasa
Jugando en la red  Foto: M. S. Latasa
Niño pescador M. S. L. M












martes, 22 de mayo de 2012

Lienzos de M. Puy Criado


Artista es la persona que capta la pulsión de su tiempo y es capaz de plasmarla en una obra.
    
                                          María del Puy Criado



Esta definición de artista preside un ángulo de su estudio. En su pintura se acoge a los valores permanentes de belleza, proporción y armonía. Y aunque la figuración plena puede parecer trasnochada, para María Puy Criado un mundo tan complejo y plural no puede reducirse a una sola forma de expresión estética.

A su juicio, la presencia del arte es tan rotunda y sugestiva que no hay necesidad de complicarlo ni trivializarlo. Sólo vivirlo. De ahí que en artes plásticas prefiere las teorías
sencillas, esclarecedoras y la valoración del buen hacer, del buen oficio de pintar.

El ideal en su quehacer pictórico, puede consistir en encerrar una vivencia apasionada en
una forma contenida, serena. Y en medio de esa lucha sostenida entre sentimiento y forma, sus paisajes al óleo sobre lienzo, sus acuarelas o sus retratos al pastel, ven la luz.



Árbol de luz  de M. Puy Criado
Rocas en el mar de M. Puy Criado