sábado, 31 de enero de 2015

"Naturaleza" según Voltaire

 

                                          NATURALEZA

EL FILÓSOFO. ¿Qué eres tú. Naturaleza? Vivo en ti y hace cincuenta años que te busco y no he podido encontrarte todavía.

LA NATURALEZA. Los antiguos egipcios, que según dicen vivían doscientos años, me reprochaban lo mismo. Me llamaron Isis y me cubrieron la cabeza con un velo, diciendo que nadie podía levantármelo.

EL FILÓSOFO. Por eso me dirijo a ti. Pude medir algunos de tus astros, conocer su órbita y asignar las leyes del movimiento, pero no he logrado saber quién eres. ¿Actúas continuamente? ¿Eres siempre pasiva? ¿Tus elementos se organizaron por sí mismos, al igual que el agua se pone sobre la arena, el aceite sobre el agua y el aire sobre el aceite? ¿Dirige tus operaciones un espíritu, como dirige los Concilios cuando se reúnen, aunque sus miembros sean algunas veces ignorantes? Te suplico que me proporciones la clave de tu enigma.

LA NATURALEZA. Soy el gran todo, no sé nada más. No soy matemática y en mí todo está organizado con leyes matemáticas. Adivina, si puedes, cómo se hizo esto.

EL FILÓSOFO. Pues si eres el gran todo que sabes matemáticas y tus leyes son estrictamente geométricas, es menester que exista un ser eterno geómetra que te guíe, esto es una inteligencia suprema que dirija tus operaciones.

LA NATURALEZA. Tienes razón. Soy agua, tierra, fuego, atmósfera, metal, mineral, piedra, vegetal y animal. Sé que existe en mí una inteligencia; tú también la tienes y no la ves, como yo tampoco veo la mía. Sé que existe un poder invisible que no puedo conocer. Por tanto, ¿cómo quieres tú, que sólo eres una parte insignificante de mí misma, saber lo que no sé?

EL FILÓSOFO. Los hombres somos curiosos. Quisiera saber por qué siendo como eres tan tosca en las montañas, desiertos y mares, eres, sin embargo, tan industriosa en tus animales y vegetales.

LA NATURALEZA. ¿Quieres que te diga la verdad? Me han designado con un nombre impropio: me llaman Naturaleza y soy todo arte.

EL FILÓSOFO. Esa palabra desconcierta mis ideas. ¿La naturaleza es arte?

LA NATURALEZA. Sin duda. ¿Ignoras que se ha plasmado un arte infinito en esos mares y en esos montes que tan toscos te parecen?¿Desconoces acaso que todas las aguas gravitan hacia el centro de la Tierra y sólo se elevan obedeciendo a leyes inmutables; que esas montañas que coronan el mundo son inmensos depósitos de nieves eternas y madres de fuentes, lagos y ríos, sin los cuales el género animal y el reino vegetal morirían? Crees que sólo tengo tres reinos, el animal, el vegetal y el mineral, pero es menester que sepas que mis reinos son millones. Si te detienes a analizar la formación de un insecto, de una espiga de trigo, del oro y del cobre, todo te parecerá en mí maravillas de arte.

EL FILÓSOFO. Es verdad. Cuanto más reflexiono más comprendo que eres el resultado del arte de un ser omnipotente que te oculta y te hace aparecer. Todos los filósofos desde Thales, y acaso muchos anteriores a él, han jugado a la gallina ciega contigo y han dicho: Ya te he pillado, pero no te tenían. Todos los hombres nos parecemos a Ixión, que creyó abrazar a Juno y sólo era una nube.

LA NATURALEZA. Puesto que soy todo lo que es, ¿cómo un ser como tú, parte exigua de mí misma, ha de poder aprehenderme? Contentaos, hijos míos, siendo como sois átomos, con ver algunos átomos que os rodean, con beber algunas gotas de mi leche, con vegetar algunos momentos en mi seno y con morir sin llegar a conocer a vuestra madre
y a vuestra nodriza.

EL FILÓSOFO. Pues bien, madre mía, dime por qué existes y por qué existe todo lo del mundo.

LA NATURALEZA. Te contestaré lo que respondo desde hace muchísimos siglos a quienes me preguntan sobre los primeros principios: no lo sé.

EL FILÓSOFO. Sería preferible la nada a la multitud de existencias creadas para ser continuamente extinguidas, a la infinidad de animales que nacen y se reproducen para devorar a otros y ser devorados al ingente número de seres sensibles que padecen esa enormidad de sensaciones dolorosas, al exceso de inteligencias que rara vez conocen la razón.
¿Para qué todo esto, Naturaleza?

LA NATURALEZA. No sé contestarte. Pregúntaselo al que lo hizo.

                                                  Del Diccionario filosófico de Voltaire



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jueves, 29 de enero de 2015

Sobre la superstición, tolerancia y fanatismo según Voltaire

 


SUPERSTICIÓN

La superstición es a la religión lo que la astrología a la astronomía; la hija muy loca de una madre muy cuerda. Su mayor problema es que abona el terreno al fanatismo y, por lo tanto, a la intolerancia y sus crueldades.

En pocas palabras, cuantas menos supersticiones, menos fanatismo, y cuanto menos fanatismo, menos desgracias.



TOLERANCIA

¿Qué es la tolerancia? Es nada menos que la panacea de la humanidad. Todos los hombres estamos llenos de flaquezas y de errores, razón por la cual debemos aprender a perdonarnos recíprocamente, como dicta la primera ley de la naturaleza. La discordia es la gran calamidad que padece todo el género humano y la tolerancia supone su único remedio.

                                          Del Diccionario Filosófico  de Voltaire

 


En el capítulo XVIII sobre el Tratado de la tolerancia Voltaire manifiesta que para merecer la tolerancia es preciso no ser fanáticos.

Y refiriéndose  al fanatismo  :

El único remedio para curar esa enfermedad epidémica es un espíritu razonador que, difundiéndose cada día más, suavice las costumbres humanas y evite los accesos del mal, porque desde que esa enfermedad hace progresos es preciso huir de ella y esperar a que el aire se purifique.



 
Voltaire

                                                                         

El escritor y filósofo francés Voltaire (1694-1778) es uno de los representantes más significativos de la Ilustración del siglo XVIII. Confiaba en el poder de la razón humana, de la ciencia y en el respeto hacia la humanidad.
Esencialmente, rechazó todo lo que fuera irracional e incomprensible y animó a sus contemporáneos a luchar activamente contra la intolerancia, la tiranía y la superstición.



miércoles, 21 de enero de 2015

" Los nadies" de Eduardo Galeano





LOS NADIES


Sueñan las pulgas con comprarse  un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en la lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

                                                                  
                                                 Autor :  Eduardo Galeano
                                                 De El libro de los abrazos
                                                           Siglo XXI (1989)











El texto pertenece a El libro de los abrazos del escritor uruguayo Eduardo Galeano, nacido en Montevideo en 1940.  Tanto su actividad periodística como literaria se caracteriza por su gran capacidad  crítica, unida a la lucidez con la que analiza y refleja  la sociedad contemporánea de Latinoamérica. Entre su extensa bibliografía  cabe citar:  Los días siguientes (1963), Guatemala, país ocupado (1967), Las venas abiertas de América Latina (1971), Vagamundo (1973), La canción de nosotros (1975), Días y noches de amor y de guerra (1978), Las caras y las máscaras (1984), Memorias del fuego (1986), una trilogía que en 1989 premiada con el American Book Award, y El libro de los abrazos (1989). En 1993 publicó Las palabras andantes, en 1995 El fútbol a sol y a sombra, y en 1998 Patas arriba: la escuela del mundo al revés. Espejos (2008), Los hijos de los días (2011)
Entre otros galardones  ha recibido en dos ocasiones el Premio Casa de las Américas


lunes, 12 de enero de 2015

DOS TEXTOS DE MARIO BENEDETTI







DESDE LOS AFECTOS
Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...

Que las cosas cara a cara son honestas...

Que nadie es honesto porque no robe...

Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida…
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...
Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?
MARIO BENEDETTI  ( Uruguay, 1920- 2009 )