jueves, 31 de agosto de 2017

Un poema de Gabriela Mistral

Gabriela Mistral (1889-1957), poeta chilena, era el seudónimo que Lucila Godoy Alcayaga utilizó como escritora en señal de reconocimiento a los poetas Gabriele D’Annunzio (italiano) y Frédéric Mistral (francés).
De su padre, maestro rural, heredó la vocación por la enseñanza y el amor a la escritura. Destacó como educadora y visitó México así como Estados Unidos y países europeos interesándose por sus metodologías y reformas educativas.
A partir de 1933, y durante veinte años, desempeñó el cargo diplomático de cónsul de Chile en ciudades como Madrid, Lisboa y Los Ángeles, entre otras.
Sus poemas escritos para niños se recitan y cantan en muy diversos países. En 1945 se convirtió en la primera persona latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura. Posteriormente, en 1951, se le concedió el Premio Nacional de Literatura de su país. Su fama como poeta comenzó en 1914 tras resultar premiada en los Juegos Florales de Santiago por sus Sonetos de la muerte, inspirados en el suicidio del joven Romelio Ureta. A este concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría toda su vida.
A su primer libro de poemas, Desolación (1922), le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954) y otros. Su poesía, llena de calidez, emoción y marcado misticismo, ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, e influyó en la obra de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz.
Utilizó la estética y musicalidad del modernismo para poetizar la vida cotidiana y“hacer sentir el hogar”, en palabras de la autora.

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