Rafael Alberti |
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LA
PALOMA
Se
equivocó la paloma
se
equivocaba.
Por ir
al norte, fue al sur
creyó
que el trigo era agua,
se
equivocaba.
Creyó
que el mar era el cielo
que la
noche, la mañana,
se
equivocaba,
se
equivocaba.
Que las
estrellas, rocío
que la
calor, la nevada,
se
equivocaba,
se
equivocaba.
Que tu
falda era tu blusa
que tu
corazón, su casa,
se
equivocaba,
se
equivocaba.
Ella se
durmió en la orilla,
tú en la
cumbre de una rama.
Creyó
que el mar era el cielo
que la
noche, la mañana
se equivocaba,
se
equivocaba.
Que las
estrellas, rocío
que la
calor, la nevada,
se
equivocaba,
se
equivocaba.
Que tu
falda era tu blusa
que tu
corazón, su casa,
se
equivocaba,
se
equivocaba...
De
Entre el clavel y la espada
Rafael Alberti
SABES
TANTO DE MÍ, QUE YO MISMO QUISIERA...
Sabes
tanto de mí, que yo mismo quisiera
repetir
con tus labios mi propia poesía,
elegir
un pasaje de mi vida primera:
un
cometa en la playa, peinado por Sofía.
No tengo
que esperar ni que decirte espera
a ver en
la memoria de la melancolía,
los
pinares de Ibiza, la escondida trinchera,
el lento
amanecer sin que llegara el día.
Y luego
amor, y luego, ver que la vida avanza
plena de
abiertos años y plena de colores,
sin final,
no cerrada al sol por ningún muro.
Tú sabes
bien que en mí no muere la esperanza,
que los
años en mí no son hojas, son flores,
que
nunca soy pasado, sino siempre futuro.
Rafael
Alberti
LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé por
ti mis bosques, mi perdida
arboleda,
mis perros desvelados,
mis
capitales años desterrados
hasta
casi el invierno de la vida.
Dejé un
temblor, dejé una sacudida,
un
resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi
sombra en los desesperados
ojos
sangrantes de la despedida.
Dejé
palomas tristes junto a un río,
caballos
sobre el sol de las arenas,
dejé de
oler la mar, dejé de verte.
Dejé por
ti todo lo que era mío.
Dame tú,
Roma, a cambio de mis penas,
tanto
como dejé para tenerte.
De
Roma, peligro para caminantes
A VECES
ALTAIR GIME LARGO, TENDIDA...
A veces
Altair gime largo, tendida,
hincada
por el viento oscuro que la envuelve,
agitada
en su sima
dulce de
espumas lentas que la llevan
casi a
morir sin voz, para salirse
otra vez
de su hondo
mar
secreto, sin límite, incesante...
Una
estrella Altair, latente y poderosa.
De Canciones para Altair
Si la entrada anterior la
dedicaba a María Teresa León, es justo y dable deteneme en Rafael Alberti, su
marido y compañero durante tantos años.
Dramaturgo, poeta,
memorialista, considerado uno de los grandes autores de la Generación del 27, Rafael Alberti nació en el Puerto
de Santa María (Cádiz) el 16 de diciembre de 1902. En 1917 su familia se trasladó a Madrid e
inicialmente él se dedicó a la pintura. Con Marinero en tierra obtuvo el Premio Nacional de
Literatura en 1924, en el que se advierte la añoranza del poeta por su
tierra y el mar. Siguieron otras publicaciones como La amante
(1926), El alba del alhelí de
carácter colorista y espontáneo, con influencias del Romancero y Garcilaso,
Otros
títulos: Sobre los Ángeles (1929), alegoría surrealista con
elementos propios del simbolismo, donde se manifiestan los ángeles mohosos, los colegiales,
los muertos, el ángel de los números, el de la ira, el bueno, el de las
bodegas. Siguiendo la misma estela
Cal y Canto con poemas a Amaranta, a los
ángeles albañiles, la nadadora o el madrigal al billete de tranvía. Sermones
y Moradas. Entre el clavel y la espada (1941) libro que contiene uno de sus
poemas más conocidos y celebrados “Se
equivocó la paloma” Otro poemario A la
pintura –poemas del color y de la línea- (1948)
con sonetos dedicados a la mano, a
la paleta, al lienzo, a la línea, a la perspectiva, a la sombra y a describir
el arte de pintar. En Retornos de lo vivo lejano, (1952)
vuelve el de una tarde de lluvia, o el retorno de Chopin a través de unas manos
ya idas, o el retorno de una isla dichosa, de un museo deshabitado, de un palco
del teatro, del amor en una azotea, del amor en los bosques nocturnos, en las
arenas, y retornos de Vicente Aleixandre. Ora marítima
(1953) es un canto de homenaje a Cádiz en su tercer
milenio. En Baladas y canciones del Paraná (1954)
incluye canciones muy cercanas a las de su primer poemario, que ofrecen un
universo nostálgico del que no está ausente la ironía. Así la “balada del que
nunca fue a Granada”, musicalizada y cantada por Paco Ibáñez o la “ balada para
los poetas andaluces de hoy” también con versión cantada.
Durante
su exilio en Italia publicó Roma,
peligro de caminantes (1968) y Los ocho nombres de
Picasso, homenaje al pintor malagueño Tras regresar del exilio en 1977
fue elegido diputado por Cádiz, cargo que abandonaría pocos meses después y su obra
literaria no quedó interrumpida publicando Abierto a todas horas
(1979), Fustigada luz
(1980), Sólo la mar (1984)
antología de poemas de tema marinero, Canciones para Altair (1989)
Entre
sus obras dramáticas: El hombre deshabitado (1930),Fermín
Galán (1931) El adefesio (1944), Noche de guerra
en el Museo del Prado (1956)
Y
los dos volúmenes de memorias agrupados en La arboleda perdida
donde refleja su trayectoria vital y poética.
Falleció en El Puerto de Santa María (Cádiz) el 28 de
octubre de 1999, a los 96 años
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