ROSAURA EN SU FUNCIÓN DE TARDE RECUERDA
ALGUNAS DE LAS MUJERES INTERPRETADAS EN ESCENA
No soy la hechicera de la
fábula,
la que camina errante por la
senda del hastío.
Fui la
muchacha de ojos claros
que remendaba las redes en la
playa;
aguadora que por calles y
plazas
aplacaba la sed de caminantes;
astrónoma que estudiaba el
universo
y el movimiento de los astros:
planetas, satélites, estrellas
y cometas.
Fui la mujer
que en el alfar modelaba la arcilla
y daba forma a enseres y
vasijas.
Fui recolectora de plantas
aromáticas.
Con romero, espliego, lavanda,
anises, manzanilla
obtenía deliciosas tisanas,
infusiones y bálsamos.
Fui arpillera de la estopa,
sacos y cubiertas.
Y no me eran ajenos ni el
cáñamo
ni los sombreros de jipijapa.
Fui pastora y zagala de cabras
y rebaños
y la que, con buenas mimbres,
trenzaba cestas y canastillas.
Cuando
maduraba la fruta
era el tiempo
de preparar compotas y
mermeladas
de peras, manzanas, cerezas,
fresas, arándonos...
Fui lavandera en las orillas
de ríos y ribazos;
segadora de espigas y molinera
de granos y semillas;
bordadora de sueños, bodoques,
festones y hermosísimos ajuares.
Fui curandera
que restañaba las heridas
y aliviaba el dolor,
partera que asistía a las
madres
en el alumbramiento de nuevas
vidas.
No; no soy la hechicera de la
fábula,
la que camina errante por la
senda del hastío.
La tierra que habito,
el aire que respiro,
el agua limpia y clara,
el fuego y la lumbre alientan
mi ser.
De Azar y tiempo
M. S. Latasa Miranda
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