ROMANCE
DEL INFANTE ARNALDOS
¡Quién
hubiera tal ventura
sobre
las aguas del mar
como
hubo el infante Arnaldos
la
mañana de San Juan!
Andando
a buscar la caza
para
su falcón cebar,
vio
venir una galera
que a
tierra quiere llegar.
Las
velas traía de seda,
la
jarcia de oro torzal,
áncoras
tiene de plata,
tablas,
de fino coral.
Marinero
que la guía,
diciendo
viene un cantar,
que
la mar ponía en calma,
los
vientos hace amainar;
los
peces que andan al hondo,
arriba
los hace andar;
las
aves que van volando,
al
mástil vienen a posar.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien
oiréis lo que dirá:
-Por
tu vida, el marinero,
dígasme
ora ese cantar.
Respondióle
el marinero,
tal
respuesta le fue a dar:
-Yo
no digo mi canción
sino
a quien conmigo va.
Anónimo
¿siglo XV?
Como sucede con el romance del prisionero, debido
al carácter oral y a la recreación de los juglares, también este de El conde
o infante Arnaldos ofrece diferentes versiones y variantes.
En
cualquiera de las dos que aquí se presentan es de reseñar que la embarcación descrita viene envuelta por
la fantasía.
Dado su
aspecto fragmentario, hay en el
primero una omisión de elementos
que si queda explícita en la segunda versión, en lo referente al temor
sobre las aguas en determinadas zonas geográficas correspondiente a los llanos
de Almería, el estrecho de Gibraltar, costa de Flandes y golfo de León.
Además de
presentar una forma dialogada, el simbolismo de las imágenes es otra de sus
características.
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