CAPRICHO 25
SE QUEBRÓ EL CÁNTARO
Una
mujer, irritada, porque su hijo ha hecho pedazos un cántaro cuyos despojos
están en primer término, le pega a éste una zurra con el zapato.
El hijo es travieso y la madre
colérica.
¿Cuál es peor?
Está quebrado el cántaro y sin ira
tirado en tierra está de donde vino.
Ingenua distracción o desatino
tuvo culpa de verse cual se mira.
Pobre niño, asustado, no respira
mientras madre castiga barro y vino
sin saber que las cuentas del destino
se pagan, se recogen y se tiran.
De tierra y agua el fuego nos dio vida
y así vivimos mereciendo ampara
sin otra obligación que la sonrisa.
Si el cántaro se rompe, no es medida
dar golpes de locura y sin reparo
herir a un niño y espantar la risa.
Perteneciente al libro Risa
y ternura de unos papeles (Reflexiones a los Caprichos y aguafuertes de Goya) de Damián Iribarren
Edición: María Socorro
Latasa Miranda
Sahats, 2006
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