CAPRICHO 53
¡QUÉ PICO DE ORO!
Encima de su jaula un loro, con su
pata derecha levantada y el pico abierto, en actitud de hablar a una porción de
frailes y otras gentes.
Oradores plagiarios con auditorio de
necios.
¡Qué triste condición, si bien se mira,
decir palabras sin parir sentido!
Cada voz es misterio bien cumplido
cuando el hombre a pensarla se retira.
Matar el pensamiento es la mentira.
Y suerte vil holgarse en el sonido.
Quien vive de este juego y no es sabido
va pudriendo hasta el aire que respira.
Perderse en el silencio es buen consejo.
Cuidar el pensamiento, buen oficio.
Parir palabras, cuesta hacerse herida.
Palabras de lorito, en jaula y viejo,
apenas pueden darte más servicio
que quitarle los gustos de la vida.
Perteneciente al libro Risa y ternura de unos papeles
(Reflexiones a los Caprichos y aguafuertes de Goya) de Damián Iribarren
Edición: María Socorro Latasa Miranda
Sahats, 2006