CAPRICHO 34
LAS RINDE EL SUEÑO
Cuatro mujeres en un calabozo,
duérmense en diversas actitudes.
Al fondo, un gran hueco circular
resguardado por una reja.
No hay que despertarlas; tal vez el
sueño es la única felicidad de los desdichados.
Con mano dura y corazón avieso
la vida pega y la costumbre obliga.
Y aunque humano rechazo la maldiga
en nada disminuyen pena y peso.
El hombre en trampa y hierro queda preso.
El tiempo no redime y nos castiga
y así espera que el sueño le consiga
lo que en vela perdió su experto seso.
¡Dormido está, dejadlo solo y quieto;
que gaste su indigencia en vanidades
y goce de la vida en fingimientos!
Que los sueños merecen gran respeto
si al pobre quitan sustos y ansiedades
mitigando sus malos pensamientos.
Perteneciente al libro Risa y ternura de unos papeles
(Reflexiones a los Caprichos y aguafuertes de Goya) de Damián Iribarren
Edición: María Socorro Latasa Miranda
Sahats, 2006
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