miércoles, 27 de febrero de 2019

Cuántas aventuras nos aguardan de Inés Bortagaray




Cuántas aventuras nos aguardan de Inés Bortagaray (Verbum, Montevideo, 2018), según refiere la contraportada es el viaje de una mujer adentrándose con ojos de expedicionaria en la selva de todos los días. Como en los sueños, el paisaje se va construyendo, fragmentario, a partir de diálogos, recuerdos o viñetas que confluyen caprichosamente bajo la mirada vigilante de quien debe cruzar una cañada en la que habita un yacaré o internarse en un monte salvaje. Es un terreno de espejos rotos donde el mayor peligro es entrever a quienes podríamos haber sido, o incluso peor, a quienes ya somos.

La guionista y escritora uruguaya Inés Bortagaray (Salto, 1975) rompe el silencio de más de una década con un prólogo o limbo de las novelas abandonadas trazando el itinerario de este libro. Con su voz poderosa y personalísima, vuelve a producir literatura de la mejor con la sustancia primaria de la que están hechas las miserias más íntimas y los pequeños triunfos cotidianos.

Así en primer término asistimos a la recogida de los niños a la salida de la escuela un día en que la lluvia les sorprende, o a dormir viendo en la tele las Olimpiadas, o a preguntarse dónde están los pájaros que mueren y los perros y los cadáveres de todas las mascotas. Otro día nos lleva de paseo bajo los árboles un día helado de junio, o se fija en el hombre que cruza la calle mirando la facultad de Arquitectura, con la vista hacia arriba y orientada a lo lejos. El viaje en ómnibus sirve para reflexionar sobre el paso del tiempo y el cambio que experimentan las personas. También la playa es un buen escenario de gente variopinta, que lleva a su autora a la reflexión de que la actividad no se explica por el éxito sino por la acción, sino  por el acto de fe de creer en lo que se hace. Son recurrentes sus visitas a la masajista Margaret para calmar sus dolencias, o la lectura en la cama de su compañero, mientras ella, con la tele encendida, transcribe el diálogo de las escenas que se suceden hasta caer en la cuenta de que él se ha dormido y entonces decide apagar la tele. No faltan los vociferantes en un bar que consideran una desventura la vejez. Sin embargo, seguir viviendo hace nuestros cariños más largos o deja espacio para más cariño. Y se pregunta si querer no es lo mismo que estar vivo y tener tiempo para apreciar lo que nace y crece a nuestro alrededor.
La compra de las alianzas y el maleficio del joyero, el diagnóstico del doctor, el evitar hablar de la muerte, el anuncio televisivo de pompas fúnebres, el nido de la paloma con sus pichones, una celebración familiar con lluvia de reproches, las veinticuatro horas de una madre con sus tareas cotidianas: cambio de pañales, amamantar a su hijo, bañarlo y siguiendo las noticias, escuchando música.... El recuerdo de los disfraces de mascaritas y reinas, la nueva inquilina del sexto, la dificultad de trabajar en casa cuando alrededor hay niños y se acumulan las tareas, la dificultad de aparcar el coche en la universidad, el recuerdo de cruzar la plaza evitando ser blanco de alguna cerbatana, las conversaciones de cumpleaños, la visita cada martes al mercado (a la feria) y comprar verduras, huevos, queso, almendras y la sonrisa de Atilo, su bonhomía y generosidad. Conversaciones sobre las cualidades que más se valoran en las personas y los defectos. Y el diálogo entre un niño de doce años y su hermanita. El chico le asegura que dentro de año y medio la niña se convertirá en gato. Aduce que a él le pasó cuando tenía siete años. Se convirtió en pescado: un pejirrey, nada menos. Más conversaciones como la mantenida sobre el pacto de relación abierta de una pareja de amigos, o el encuentro en las gradas del polideportivo con dos niñas de unos ocho años mientras esperaban la salida de gimnasia de Gregorio. El recuerdo de una excursión a Bariloche de veinticuatro adolescentes: dieciséis chicas y ocho chicos. Los guías a la hora del recuento vieron que faltaba un compañero. Cuando salieron en su busca apareció el rezagado con la mirada hosca, un tanto desastrado, con la camisa mal abrochada y los mocasines en la mano. Otras historias tienen cabida como los asuntos de la vida en pareja que a veces dificultan la convivencia. La receptividad que presentan los niños ante la situación familiar de los compañeros de colegio. No quieren que sus padres se separen. La adopción de una gatita Diana y la visita al veterinario. Las arañas y cucarachas de la casa vieja deshabitada y la excursión familiar a la montaña entre Uruguay y Brasil en verano y diciembre acompañados de la abuela materna ponen el punto final a este libro.
En resumen, son treinta y ocho entradas las que se van sucediendo sin numerar y nos llevan al disfrute de cada una de las piezas que nos ofrece la escritora Inés Bortagaray, sin perder el encanto ni la espontaneidad que ya en su día pude apreciar en aquel librito Prontos, listos, ya (2006) y traducido al inglés y portugués.
                                                                                                                                 
                                                                                                                                     M. S. Latasa Miranda


viernes, 1 de febrero de 2019

Presentación de libro de Isabel Logroño


   El próximo  lunes 4 de febrero tendrá lugar la presentación del libro de Isabel Logroño, Búsqueda de identidad. Poesía en castellano escrita por mujeres en  Navarra (1975-2017).
   Se realizarán dos actos en la Biblioteca de Navarra. Por la mañana, a las 11,30, se presentará el libro a los medios informativos. Por la tarde, a las 19,00 en la sala Planta 1, Isabel Logroño charlará con su directora de tesis, Consuelo Allué, ante el público.
     
Según palabras textuales escritas en la contraportada:

   "Este libro recoge las claves esenciales de la poesía actual escrita por mujeres en Navarra y en castellano durante el último cuarto de siglo XX y las dos primeras décadas del nuevo milenio. Su objetivo es determinar la importancia del nuevo contexto democrático en la consolidación de una voz poética femenina en la comunidad foral durante los últimos cuarenta años. Se trata, por tanto, de un estudio que busca sumarse a la tendencia de recuperación, valoración y consideración de la historia literaria de las mujeres para conseguir, por un lado, una mayor apertura del canon poético clásico y, por otro, corroborar el cambio de mentalidad que estas mismas han plasmado en su lírica a partir de la década de los setenta y que pone de relieve la existencia de un variado panorama poético femenino en evolución."