jueves, 29 de noviembre de 2012

Lope de Vega




A MIS SOLEDADES VOY


A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene el aldea
donde vivo, y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo,
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuántas cosas me cansan
fácilmente me defiendo,
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
“Sólo sé que no sé nada”,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
..........................
                                                                        Lope de Vega (1562-1635)














El 25 de noviembre se cumplieron 450 años del nacimiento de Lope de Vega: el Fénix de los ingenios. Había nacido en Madrid en 1562 en una familia de artesanos. Su padre era bordador en oro. Estudió en un colegio de la Compañía de Jesús y después en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca. Su apasionado carácter dio lugar a una serie de episodios sentimentales: a los 17 años se enamoró de la actriz Elena Osorio, hija y esposa de cómicos,  con la que vivió un tormentoso y apasionado idilio que, muchos años después, recreó en la novela dialogada La Dorotea (1632). Ante el abandono de Elena Osorio puso en circulación unos versos ofensivos para ella y su familia, que le valieron un proceso y una pena de destierro en 1588. Decidió cumplir el destierro en Valencia y salió de Madrid en febrero de dicho año. Tres meses después, en mayo, se casó por poderes con Isabel de Urbina, mujer de familia noble y acomodada, y después de casarse es probable que Lope embarcara  en la Armada Invencible. Con su esposa Isabel (Belisa, en sus versos) vivió en Valencia hasta 1590 y terminado el destierro, en Alba de Tormes, como secretario del Duque, donde compuso La Arcadia y murió Isabel en 1594.
Ya viudo, regresó a Madrid y se casó con Juana Guardo, al mismo tiempo que mantenía relaciones con su nuevo amor, Micaela Luján (Camila Lucinda en sus versos), mujer casada, bella e inculta, con quien tuvo cinco hijos. Fruto de su matrimonio con Juana nacieron varios hijos, de los que sobrevivieron dos: Juana y Carlos Félix (1606) En 1608 rompió con Micaela Luján y se produjo en él un arrepentimiento que puso de manifiesto en sus poemas religiosos. La muerte de su hijo Carlos Félix y la de su segunda esposa dieron lugar a una crisis emocional que motivó la decisión de ordenarse sacerdote a los 52 años. Los actores y el público seguían asediándole para que continuara escribiendo comedias, cosa que hizo, al mismo tiempo que volvió a caer en amoríos con Marta de Nevares, muchacha de 26 años que a los trece se había casado contra su voluntad con un mercader. Marta era guapa y estaba dotada para la música y la literatura: fue la Amarilis y la Marcia Leonarda de sus poemas y novelas. Lope vivió momentos de prosperidad económica.
En 1621 su hija Marcela ingresó en el convento de las Trinitarias, quizá para huir de la vida irregular de su padre; y ese mismo año su hijo Lope Félix salió de casa para iniciar la carrera de las armas, que le llevó a la muerte en un naufragio frente a las costas de Venezuela en 1634. Hacia 1623 Marta de Nevares se quedó ciega y luego perdió la razón; hasta su muerte, en 1632, Lope estuvo a su lado cuidándola abnegadamente. En 1634 su hija Antonia Clara, tenida con Marta, de sólo diecisiete años, se fugó con un galán, llevándose joyas y dinero. Esta fuga y la muerte de su hijo Lope Félix lo llenaron de tristeza, y el 27 de agosto de 1635 murió en Madrid, a los 72 años. El público madrileño, conmovido, acudió en masa a su entierro.

 ¿QUÉ DECIR SOBRE SU OBRA?

La fecundidad literaria de Lope de Vega es impresionante; cultivó todos los géneros vigentes en su tiempo, dando además forma a la comedia. Escribió unas 1.500 obras teatrales, muchas de ellas perdidas, entre las que se encuentran El comendador de Ocaña, El caballero de Olmedo, El villano en su rincón, El castigo sin venganza, La dama boba o El perro del hortelano. Fechar estas obras no es fácil, pero puede decirse que sus mejores obras teatrales están escritas a partir de la primera década del siglo XVII.

NOVELAS

Escribió novelas pastoriles (La Arcadia, 1598); novelas bizantinas, un género de novela de aventuras con complicadísimas tramas de origen griego (El peregrino en su patria, 1604); novelas cortas como Novelas de Marcia Leonarda (1621-1624), título genérico que subtituló Los pastores de Belén o Arcadia a lo divino y que abarca Las fortunas de Diana, La Filomena, La desdicha por la honra, La prudente venganza y Guzmán el Bueno, todas ellas de estilo y argumento muy cervantino. Pero su gran obra narrativa es La Dorotea (1632), en la que un Lope septuagenario rememora sus amores casi adolescentes con Elena Osorio. La estructura, semejante a la de La Celestina, constituye un claro homenaje a Fernando de Rojas.

LÍRICA

En su obra lírica fue más innovador en formas y contenidos y refleja con gran soltura su personalidad. Escribió todo tipo de composiciones, desde elegías a odas, aunque donde se muestra como gran maestro es en las composiciones de corte popular y en los sonetos. Entre sus romances hay uno, incluido en La Dorotea, que, tal vez, sea uno de los más populares de la literatura española, y que comienza así: A mis soledades voy, / de mis soledades vengo, / porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos. /No sé qué tiene el aldea /donde vivo, y donde muero, /que con venir de mí mismo, / no puedo venir más lejos. (Un fragmento del mismo obra al inicio de esta entrada)

Entre sus poemas épico-narrativos, que escribió bajo la influencia de los italianos Ludovico Ariosto y Torquato Tasso, destacan La hermosura de Angélica (1602), La Jerusalén conquistada (1609) o La Dragontea (1602), y entre los burlescos, La Gatomaquia (1634), farsa cuyos protagonistas son unos gatos callejeros que comentan la vida de Madrid. Además de todos los poemas intercalados en sus obras en prosa, Lope de Vega reunió sus poesías líricas en las Rimas (1602), volumen que contenía doscientos sonetos; las Rimas sacras (1614); el Romancero espiritual (1619); y las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634).
En la Europa del siglo XVII fue muy común que los escritores utilizaran las estrofas métricas para hacer preceptiva de ellas. Ya se había hecho antes y se seguiría haciendo. Pero un soneto de Lope, incluido en la comedia La niña de plata, es el más célebre del género y uno de los que más ha circulado por el mundo desde el mismo momento de su creación. En él demuestra el autor su dominio de la técnica y su seguridad y naturalidad expositiva:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto,
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante. 

 
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

TEATRO: Arte nuevo de hacer comedias

Pero donde verdaderamente se manifestó el genio creativo de Lope fue en el teatro. Huyó del teatro renacentista de corte clásico pesado y lento y sometido a la tiranía de las unidades de tiempo, lugar y acción; también rechazaba la rígida separación entre tragedia y comedia, y además introdujo un personaje nuevo, el gracioso, un antihéroe que da a la obra hondura dramática y conmueve por su calidad humana. En cuanto a la versificación se sirve de la polimetría: utiliza versos de arte mayor o menor y multitud de estrofas, en función del estado anímico del personaje y de la necesidad escénica y argumental. Aunque casi todas sus comedias giran en torno a la monarquía y la religión, el pueblo aparece como protagonista. A partir de estos ingredientes se formó la comedia española o teatro nacional, que a su creador, Lope de Vega, le valieron críticas y recelos de muchos de los escritores de su tiempo. El reconocimiento del público, en cambio, fue prácticamente unánime.
Sin embargo, él justificó su hacer popular y conocimientos clásicos en unos versos del Arte nuevo de hacer comedias así:

Y cuando he de escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves;
saco a Terencio y Plauto de mi estudio,
para que no me den voces (que suele
dar gritos la verdad en libros mudos);
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron;
porque, como las paga el vulgo, es  justo
hablarle en necio para darle gusto.


Las comedias de Lope no tienen la profundidad psicológica de las de Calderón o Shakespeare, pero su encanto reside en la acción y en los argumentos que toma de leyendas antiguas y de la historia, y que presenta como reales aunque estén idealizados. De las 1.500 obras dramáticas que Lope dijo haber escrito, se conservan 426 (de las que sólo 314 comedias son seguras) y 42 autos sacramentales; todas son muy difíciles de fechar.
Entre las piezas teatrales de asunto religioso destacan Lo fingido verdadero, sobre la vida de san Ginés; El robo de Diana; Los trabajos de Jacob; El rústico del cielo; La hermosa Esther o El nacimiento de Cristo. De tema mitológico son Las mujeres sin hombres (sobre las amazonas); El marido más firme (Orfeo); El laberinto de Creta o El amor enamorado (Dafne). Al tema histórico y legendario español pertenecen El último godo, El bastardo Mudarra, El mejor alcalde, el rey, La Estrella de Sevilla, Fuenteovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña, que se encuentran entre sus mejores obras, como algunas de ambiente costumbrista y popular, entre ellas: El perro del hortelano, El villano en su rincón, La dama boba, Los melindres de Belisa, La moza del cántaro, El acero de Madrid.
Miguel de Cervantes llamó a Lope de Vega “monstruo de la Naturaleza” con cierta envidia y desprecio, aunque también reconoció que había logrado “el cetro de la monarquía teatral”. Aún hoy es considerado el primer dramaturgo español moderno que supo establecer una dialéctica con el público por medio de la tensión dramática y del   talento y belleza de sus versos.












































viernes, 2 de noviembre de 2012

Fragmento de Agustín García Calvo


A continuación reproduzco un fragmento de Registro de recuerdos (2003), cuyo autor Agustín García Calvo falleció ayer, día 1 de noviembre, en Zamora a la edad de 86 años.
"A la negra tierra" apareció inicialmente publicado  en la sección  Otras razones  del diario "La Razón", el miércoles 13-III- 2002



Fragmento de  Registro de recuerdos de Agustín García Calvo

A la negra tierra


         (....) No era la tierra todavía un planeta entre los planetas: en eso habría de convertirse con el progreso contradictorio de la Ciencia: que, por un lado, no ceja en intentar, honestamente, descentralizarnos cada vez más, ni que eso, por otro lado, acabe de liberarnos jamás del centro, al que estamos condenados; porque ¿de qué ha servido que Aristarco de Samos o Galileo se afanaran, mirándole ya de fuera, como un astro en descentrarla, y que luego otros hayan hecho del Sol y su sistema un caso entre otros muchos, y de la Vía Láctea una galaxia entre las otras, si de todos modos aquí estamos nosotros, en el centro, mirando alrededor volar los soles y las estrellas y, además, todas las fantasías de Universos que la Ciencia nos suministra para evitar que nos perdamos en lo sin fin de lo desconocido, para que sigamos creyendo, y cada vez más firmemente, en la Realidad? ¿No somos nosotros también reales? ¿No va uno a creer en uno?

         Pero, a pesar de todo, y aunque sea por bajo el cemento y el alquitrán de los automóviles , sigue esa tierra siendo tierra, con su viejo nombre común, y no esa pedantería de ‘ La Tierra ’ que se ha buscado un Nombre Propio, igual que cada sujeto o súbdito del Poder, para ser también ella una entre los habitantes de los cielos.
        
          Pues no: por ahora, sigue siendo la tierra negra que da su pan a los míseros comepanes, por más que se lo falsifiquen en Trabajo y en Dinero. No, no es un planeta Safó, tu tierra: no está en el cielo: por el contrario, ella es la de abajo, la contra el Cielo, la del pueblo que no sabe su nombre ni fronteras;
        
(....)

         Y esta negra tierra que desmenuzas entre los dedos, ésta que acaso piensas que va a recoger tus huesos, cuando no sirvan para otra cosa, ésta no es, desde luego, la Tierra Prometida: promesas y amenazas son cosas de lo Alto, futuros y siemprefuturos de la Administración de Muerte, no el maná de hoy ni el pan de cada día, sino el de mañana , el que no se palpa ni se huele ni se come, el real, el que nunca está aquí, donde yo estoy, donde tú estás.
        
         Esta es, por el contrario, la tierra perdida: no la real , sino la verdadera. Huyendo de las fantasías de Realidad, de las ideas de la Administración y de la ciencia, que nos han robado el pan de hoy, el ir viviendo, el ir muriendo sin futuro, que nos quieren echar de tierra, aquí estamos y pisamos en la negra y viva.

         Claro que, si uno se empeña en ser real , si tú te resignas, o yo, a ser uno o una, un hombre entre los hombres, hasta mujer entre las mujeres, y te lo crees, y para ello te apegas a tu Nombre  Propio, entonces ¿cómo vas a desprenderte nunca de la Realidad, del Cielo falso y la falsa Tierra, tan falsos como nosotros?
        
         Moisés -se dice en las escrituras- no entra en la Tierra Prometida; y no, ahí no entra nadie, porque ésa no está aquí, está siempre en el Futuro; lo que pasa es que tampoco Moisés está aquí nunca, porque está siempre al servicio del Señor, en su idea fija, llevando a su destino a un pueblo , que no es pueblo de verdad.

         Pero YO, que no me creo que sea uno ni que me llame como me llamo, o TÚ (da igual) que ni te llamas Moisés ni Safó siquiera, YO que soy TÚ, que eres de verdad, que no soy nadie, YO ni entro en la Tierra Prometida ni subo al Cielo, ni siquiera a la cúpula de la Fama: YO vuelvo a la vida, a la negra tierra.          



Agustín García Calvo  en Córdoba, 2008 
 

Agustín García Calvo (1926- 2012), filósofo, filólogo y escritor español. Nacido en Zamora, fue catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Sevilla y, posteriormente, en la Universidad Complutense de Madrid. En 1965, debido al apoyo que manifestó al movimiento estudiantil surgido en oposición al régimen de Francisco Franco, fue apartado de su cátedra, al igual que Enrique Tierno Galván y José Luis López Aranguren, también profesores en el campus madrileño. El proceso español de transición hacia la democracia fue determinante para que en 1976 fuera repuesto en su cátedra, en la que permaneció hasta su jubilación, como profesor emérito, en 1992.
Pese a que en el conjunto de la obra de Agustín García Calvo subyace un continuo, sugerente e imaginativo ataque al poder, ha sido quizá en el campo del análisis filosófico del lenguaje donde plasmó su aportación más original al pensamiento español contemporáneo. Especialmente relevantes resultaron sus contribuciones al estudio del ritmo lingüístico y de las rupturas en las secuencias lógicas del lenguaje, que se abren a mitos y estructuras imaginativas. Sus principales trabajos en el área de la lingüística fueron Lalia. Ensayos de estudio lingüístico de la sociedad (1973), El ritmo del lenguaje (1975), Hablando de lo que habla. Estudios de lenguaje (1989, que recibió el Premio Nacional de Ensayo) y, sobre todo, su trilogía sobre el lenguaje, integrada por Del lenguaje (1979), De la construcción (1983) y Del aparato (1999). Asimismo, ha realizado sugerentes aportaciones al análisis del concepto de posibilidad, que no considera subordinado a la realidad.
Gran estudioso de la lengua griega, otra parte importante de su producción (tanto en el ámbito de la creación, como en los de traducción, edición y versión rítmica de textos clásicos) ha tenido a la cultura de la antigua Grecia como nítido referente: Aristófanes: Los Carboneros (1981), Lecturas presocráticas (1981), Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito (1985) o Poesía antigua: de Homero a Horacio (1987). También deben reseñarse sus notables incursiones en los géneros de la poesía (Sermón de ser y de no ser, 1972; Canciones y soliloquios, 1976; Libro de conjuros, 1979; Relato de amor, 1980; Del tren, 1981; Más canciones y soliloquios, 1988; Uno o dos en 23 sitios y más, 2003), de la narrativa (Eso y ella, 6 cuentos y una charla, 1987; ¿Qué coños?, 5 cuentos y una charla, 1990) y de la ciencia política (Actualidades, 1980; Análisis de la sociedad del bienestar, 1993).
En 1999 recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática por el drama histórico La baraja del rey don Pedro. Otra reciente publicación, Registro de recuerdos (2003), ofrece una selección de artículos publicados en la prensa, otra de sus actividades habituales.