martes, 29 de septiembre de 2020

Margarita de Angulema y el Heptamerón

 


Margarita de Angulema y el Heptamerón

Margarita de Angulema, también conocida como Margarita de Navarra (1492-1549), además de reinar entre los años 1527 y 1549 fue escritora y humanista. Nació en  el castillo de Angulema el 11 de abril de 1492. Era hija de Carlos de Orleans, duque de Angulema, y de Luisa de Saboya; y hermana a su vez de quien se convertiría en rey de Francia, Francisco I. Contrajo matrimonio en 1509 con Carlos IV, duque de Alençon. En 1527, tras la muerte de su esposo, viuda y sin hijos, se casó con Enrique II, rey de la Baja Navarra, que trató de conquistar el territorio del sur de los Pirineos perteneciente a la corona navarra hasta 1512. Al año siguiente de su matrimonio nació su hija y heredera al trono, Juana III de Albret, madre a su vez del rey francés Enrique IV.  Murió en el castillo de Odos, cerca de Tarbes, el 21 de diciembre de 1549, a los 57 años de edad.
Margarita de Angulema fue defensora y mecenas de humanistas franceses y de distinguidos hombres de letras, como el erudito bíblico Jacques Lefèvre d'Étaples, el escritor satírico François Rabelais y el poeta Clément Marot, a quienes acogió en su corte. La reina reflejó claramente el espíritu del renacimiento francés al adoptar reformas eclesiásticas y permitir la libertad religiosa y manifestarla a través de sus propios escritos.
Autora de numerosas poemas e incluso de obras teatrales, su principal legado literario fue el inacabado Heptamerón (aparecido póstumamente en 1558 y con una segunda edición más completa, publicada un año después) El Heptamerón es una colección de setenta y dos cuentos narrados en el transcurso de una semana, con una estructura parecida al Decamerón del poeta y humanista italiano del siglo XIV Giovanni Boccaccio, donde diez personajes se aislaban en una villa florentina huyendo de la peste y como entretenimiento establecieron contarse historias unos a otros, hasta llegar a cien.
Sátira moralizante, dotada de un cierto misticismo, el Heptamerón reúne las historias que se cuentan entre sí los miembros de un grupo de visitantes a un balneario pirenaico, concretamente en las termas de Cauterets. Unas lluvias cortaron las comunicaciones e impidieron el regreso a sus casas optando por refugiarse en la abadía de Sarrance hasta que se terminara la construcción de un puente que les facilitara cruzar el río.  Se calculaba que tal empresa duraría diez días y al ser diez las personas hospedadas, la participación de todas ellas daría lugar a diez cuentos por día. Al cabo de diez días, serían cien. 
Si os place, iremos todos los días, desde el mediodía hasta las cuatro a ese ameno prado, a la orilla del Torrente, en el que los árboles son tan frondosos que el sol no logra atravesar su sombra ni caldear su frescor; allí, apaciblemente sentados contará cada uno una historia que haya visto u oído contar a personas dignas de crédito. A cabo de diez días  habremos llegado al centenar.
Los temas de las novelas, son variados. En los de carácter religioso, subraya el  prologuista de esta edición Miguel Zugasti, que se ensalza la lectura de las sagradas escrituras y las prácticas interiores de la fe, frente a las manifestaciones externas de una religiosidad más aparente que real; pero destacan por su número aquellos relatos que critican a los malos religiosos, quienes bajo la capa de honestidad están dominados por la lujuria o la avaricia.
En los de corte profano, amor y desamor, encuentros y desencuentros, virtudes inquebrantables, engaños, incestos, odios, venganzas, asesinatos darán lugar a tertulias y comentarios.  Pues al final de cada historia, se trata de extraer algún tipo de enseñanza y sirva para reflexionar sobre la vida y pensamientos del siglo XVI. Y sobre la condición humana en general, sea cual sea el tiempo o el lugar en que cada uno se encuentre.
Quizá uno de los cuentos que me ha parecido más curioso es el LV correspondiente a la sexta jornada. Refiere la astucia de una mujer para lidiar con el legado testamentario de su marido: un rico mercader de Zaragoza. Al ver que se aproximaba la muerte y no podría llevar consigo sus riquezas, el hombre dispuso que se vendiera lo más caro posible un hermoso caballo árabe y se repartiera el dinero entre las órdenes mendicantes. Así se lo encomendó a su mujer.
Acabado el entierro, la mujer se dirigió a un sirviente que ya conocía la voluntad del fallecido, a quien le dijo:
Me parece que ya he perdido bastante con la persona del marido que tanto he amado, sin tener que perder ahora los bienes. Sin embargo, no quisiera faltar a su palabra, sino mejorar sus intenciones
                                                                    (...)
Iréis a vender su caballo y a los que os pregunten: ¿cuánto?, les responderéis: un ducado. Pero tengo un gato muy hermoso que también quiero poner a la venta, y que venderéis al mismo tiempo por noventa y nueve ducados. Y así el gato y caballo valdrán entre los dos los cien ducados que mi marido quería por vender el caballo solo”.
El sirviente cumplió con prontitud el mandato de su ama, vendiendo el lote por cien ducados. El ducado obtenido por la venta del caballo se lo dio a los mendicantes y la viuda se quedó con el resto para atender sus necesidades y las de sus hijos.
La edición utilizada para esta entrada es la de la Biblioteca Básica Navarra 2002. Fundación Diario de Navarra.
                                                                                                                       M. S. Latasa Miranda

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Septiembre



Este poema dedicado al mes de septiembre es un acróstico incluido en el libro Al azar de los nombres.

Los acrósticos son composiciones poéticas constituidas por versos cuyas letras iniciales forman un vocablo o palabra. Palabra que coincide en este caso con el título del texto.


No deja de ser curiosa la asociación de algunas gemas y piedras preciosas con los meses del año. Desde la antigüedad se han atribuido cualidades  especiales debido a su belleza, escasez y durabilidad.

 

             En la presentación correspondiente a los meses del año se proyectaron las imágenes 

correspondientes a estas piedras natalicias, acompañando a su estructura cristalina alguna de

 las características que supuestamente se les atribuye.

 

El zafiro es una gema preciosa, en su variedad transparente y azul procede del mineral corindón (compuesto de óxido de aluminio, de gran dureza, que cristaliza en el sistema hexagonal). El rubí es una variedad roja con calidad de gema del corindón. Aunque muchas veces se aplica el término zafiro para variedades de corindón de todos los demás colores, el zafiro auténtico es azul intenso, siendo el mejor matiz un azul aciano llamado azul de Cachemir.

Los distintos colores  y tonalidades del topacio se deben a pequeñas cantidades de impurezas, como cromo, hierro o titanio en el óxido de aluminio, componente principal del mineral.

Se encuentran zafiros excelentes en los depósitos aluviales de arena y grava en Sri Lanka, Tailandia, India, Afganistán, China, los montes Urales y otros lugares de la antigua Unión Soviética, y Queensland en Australia. Los zafiros, como los rubíes, se usan en partes móviles de relojes y en dispositivos científicos.