jueves, 3 de mayo de 2012




Fragmento del poema LA PALABRA

                                                                                              

                                                                                                Ernesto Cardenal

(....) Y no es el espacio, mudo.
                   Quien tiene oídos para oír oiga.
                               Estamos rodeados de sonido.
Todo lo existente unido por el ritmo.
          Jazz cósmico no caótico o cacofónico.
Armónico. Todo lo hizo cantando y el cosmos canta.
                   Cosmos como un disco oscuro que gira y canta
                                 en la alta noche
o radio romántico que nos viene en el viento.
Toda cosa canta.
                    Las cosas, no creadas por cálculo
                                                                                         sino por la poesía.
Por el Poeta («Creador» =POIÊTÉS)
Creador del POIEMA.
                   Con palabras finitas un sentido infinito.
Las cosas son palabras para quien las entienda.
                 Como si todo fuera teléfono o radio o t. v.
        Palabras a un oído.
¿Oís esas ranas?
                 ¿y sabes qué quieren decirnos?
¿Oís esas estrellas? Algo tienen que decirnos.
                           El coro de las cosas.
Melodía secreta de la noche.
Arpa eolia que suena sola al sólo roce del aire.
                    El cosmos canta.
                                                       Los dos coros.
«El yang llama;
        el yin responde.»
                                           Dialécticamente .
¿Oís esas estrellas? Es el amor que canta.
 La música callada.
                               La soledad sonora.
«La música en silencio de la luna», loco Cortés.
La materia son ondas.
Un yo hacia un tú.
                                Que busca un tú.
          Y esto es por ser palabra todo ser.
Por haber hecho al mundo la palabra
       podemos comunicarnos en el mundo.
                                                     -Su palabra y un tambor...
Somos palabra        



Ernesto Cardenal, poeta y político nicaragüense. Aunque nació en Granada (Nicaragua) en 1925, pasó su niñez en León, de donde procedía su familia paterna. Después volvió a Granada y estudió en el mismo colegio de jesuitas en el que habían estudiado José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, dos escritores vanguardistas con quienes compartió sus primeras inquietudes poéticas.
Entre 1943 y 1947 estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Por estas fechas, Cardenal era discípulo del humanista hondureño Rafael Heliodoro Valle, alrededor de quien se reunían otros jóvenes escritores, como Augusto Monterroso y Ernesto Mejía Sánchez. En 1946 se realizó una edición limitada de Ansias y lengua de la nueva poesía nicaragüense, memoria que Cardenal redactó cuando terminaba su carrera universitaria y que, tres años después, amplió en su introducción a la antología Nueva poesía nicaragüense, con la cual dio a conocer las novedades poéticas de su país.
En 1947 se matriculó en la Universidad de Columbia (Nueva York), donde estudió literatura inglesa. Comprometido en la lucha contra el general Anastasio Somoza, en 1954 participó en la fracasada conjura que pretendía derrocar al dictador.
Tras su experiencia en un monasterio trapense de Kentucky, se ordenó sacerdote en 1965 y creó en su país la abadía de Solentiname, poderoso foco de la revolución de la vida cultural y religiosa iberoamericana. De esta experiencia deriva su libro de poemas El evangelio en Solentiname (1977). En 1970 publicó En Cuba, un libro que revela su perspectiva favorable a la Revolución Cubana, sin ocultar por ello sus opiniones críticas, sobre todo con respecto a la discriminación contra los homosexuales. Tras la caída de Somoza, fue nombrado en 1979 ministro de Cultura por el régimen sandinista. Muy próximo a la teología de la liberación, Ernesto Cardenal intensificó su enfrentamiento con las autoridades eclesiásticas.
Su obra literaria comprende, entre otros títulos, Epigramas (1961); Salmos (1964); Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), que contiene algunos de sus poemas más intensos; El estrecho dudoso (1966); Homenaje a los indios americanos (1969), donde se observa una influencia clara de la poesía de la generación Beat; El canto nacional y Oráculo sobre Managua, ambos de 1973; Viaje a Nueva York (1974); Quetzalcóatl (1988); y Cántico cósmico (1989). Es autor también de dos volúmenes de memorias: Vida perdida (1999) e Ínsulas extrañas (2002). Otros títulos Vuelos de la victoria , Pasajero de tránsito. Obtuvo el premio Pablo Neruda en 2009 y acaban de otorgarle el premio Reina Sofía 2012 en reconocimiento a su trayectoria literaria.



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