viernes, 2 de noviembre de 2012

Fragmento de Agustín García Calvo


A continuación reproduzco un fragmento de Registro de recuerdos (2003), cuyo autor Agustín García Calvo falleció ayer, día 1 de noviembre, en Zamora a la edad de 86 años.
"A la negra tierra" apareció inicialmente publicado  en la sección  Otras razones  del diario "La Razón", el miércoles 13-III- 2002



Fragmento de  Registro de recuerdos de Agustín García Calvo

A la negra tierra


         (....) No era la tierra todavía un planeta entre los planetas: en eso habría de convertirse con el progreso contradictorio de la Ciencia: que, por un lado, no ceja en intentar, honestamente, descentralizarnos cada vez más, ni que eso, por otro lado, acabe de liberarnos jamás del centro, al que estamos condenados; porque ¿de qué ha servido que Aristarco de Samos o Galileo se afanaran, mirándole ya de fuera, como un astro en descentrarla, y que luego otros hayan hecho del Sol y su sistema un caso entre otros muchos, y de la Vía Láctea una galaxia entre las otras, si de todos modos aquí estamos nosotros, en el centro, mirando alrededor volar los soles y las estrellas y, además, todas las fantasías de Universos que la Ciencia nos suministra para evitar que nos perdamos en lo sin fin de lo desconocido, para que sigamos creyendo, y cada vez más firmemente, en la Realidad? ¿No somos nosotros también reales? ¿No va uno a creer en uno?

         Pero, a pesar de todo, y aunque sea por bajo el cemento y el alquitrán de los automóviles , sigue esa tierra siendo tierra, con su viejo nombre común, y no esa pedantería de ‘ La Tierra ’ que se ha buscado un Nombre Propio, igual que cada sujeto o súbdito del Poder, para ser también ella una entre los habitantes de los cielos.
        
          Pues no: por ahora, sigue siendo la tierra negra que da su pan a los míseros comepanes, por más que se lo falsifiquen en Trabajo y en Dinero. No, no es un planeta Safó, tu tierra: no está en el cielo: por el contrario, ella es la de abajo, la contra el Cielo, la del pueblo que no sabe su nombre ni fronteras;
        
(....)

         Y esta negra tierra que desmenuzas entre los dedos, ésta que acaso piensas que va a recoger tus huesos, cuando no sirvan para otra cosa, ésta no es, desde luego, la Tierra Prometida: promesas y amenazas son cosas de lo Alto, futuros y siemprefuturos de la Administración de Muerte, no el maná de hoy ni el pan de cada día, sino el de mañana , el que no se palpa ni se huele ni se come, el real, el que nunca está aquí, donde yo estoy, donde tú estás.
        
         Esta es, por el contrario, la tierra perdida: no la real , sino la verdadera. Huyendo de las fantasías de Realidad, de las ideas de la Administración y de la ciencia, que nos han robado el pan de hoy, el ir viviendo, el ir muriendo sin futuro, que nos quieren echar de tierra, aquí estamos y pisamos en la negra y viva.

         Claro que, si uno se empeña en ser real , si tú te resignas, o yo, a ser uno o una, un hombre entre los hombres, hasta mujer entre las mujeres, y te lo crees, y para ello te apegas a tu Nombre  Propio, entonces ¿cómo vas a desprenderte nunca de la Realidad, del Cielo falso y la falsa Tierra, tan falsos como nosotros?
        
         Moisés -se dice en las escrituras- no entra en la Tierra Prometida; y no, ahí no entra nadie, porque ésa no está aquí, está siempre en el Futuro; lo que pasa es que tampoco Moisés está aquí nunca, porque está siempre al servicio del Señor, en su idea fija, llevando a su destino a un pueblo , que no es pueblo de verdad.

         Pero YO, que no me creo que sea uno ni que me llame como me llamo, o TÚ (da igual) que ni te llamas Moisés ni Safó siquiera, YO que soy TÚ, que eres de verdad, que no soy nadie, YO ni entro en la Tierra Prometida ni subo al Cielo, ni siquiera a la cúpula de la Fama: YO vuelvo a la vida, a la negra tierra.          



Agustín García Calvo  en Córdoba, 2008 
 

Agustín García Calvo (1926- 2012), filósofo, filólogo y escritor español. Nacido en Zamora, fue catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Sevilla y, posteriormente, en la Universidad Complutense de Madrid. En 1965, debido al apoyo que manifestó al movimiento estudiantil surgido en oposición al régimen de Francisco Franco, fue apartado de su cátedra, al igual que Enrique Tierno Galván y José Luis López Aranguren, también profesores en el campus madrileño. El proceso español de transición hacia la democracia fue determinante para que en 1976 fuera repuesto en su cátedra, en la que permaneció hasta su jubilación, como profesor emérito, en 1992.
Pese a que en el conjunto de la obra de Agustín García Calvo subyace un continuo, sugerente e imaginativo ataque al poder, ha sido quizá en el campo del análisis filosófico del lenguaje donde plasmó su aportación más original al pensamiento español contemporáneo. Especialmente relevantes resultaron sus contribuciones al estudio del ritmo lingüístico y de las rupturas en las secuencias lógicas del lenguaje, que se abren a mitos y estructuras imaginativas. Sus principales trabajos en el área de la lingüística fueron Lalia. Ensayos de estudio lingüístico de la sociedad (1973), El ritmo del lenguaje (1975), Hablando de lo que habla. Estudios de lenguaje (1989, que recibió el Premio Nacional de Ensayo) y, sobre todo, su trilogía sobre el lenguaje, integrada por Del lenguaje (1979), De la construcción (1983) y Del aparato (1999). Asimismo, ha realizado sugerentes aportaciones al análisis del concepto de posibilidad, que no considera subordinado a la realidad.
Gran estudioso de la lengua griega, otra parte importante de su producción (tanto en el ámbito de la creación, como en los de traducción, edición y versión rítmica de textos clásicos) ha tenido a la cultura de la antigua Grecia como nítido referente: Aristófanes: Los Carboneros (1981), Lecturas presocráticas (1981), Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito (1985) o Poesía antigua: de Homero a Horacio (1987). También deben reseñarse sus notables incursiones en los géneros de la poesía (Sermón de ser y de no ser, 1972; Canciones y soliloquios, 1976; Libro de conjuros, 1979; Relato de amor, 1980; Del tren, 1981; Más canciones y soliloquios, 1988; Uno o dos en 23 sitios y más, 2003), de la narrativa (Eso y ella, 6 cuentos y una charla, 1987; ¿Qué coños?, 5 cuentos y una charla, 1990) y de la ciencia política (Actualidades, 1980; Análisis de la sociedad del bienestar, 1993).
En 1999 recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática por el drama histórico La baraja del rey don Pedro. Otra reciente publicación, Registro de recuerdos (2003), ofrece una selección de artículos publicados en la prensa, otra de sus actividades habituales.

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