MÚSICA DE FONDO
Llega el momento
de decir la palabra
y se la deja
fluir, se la ayuda
a resbalar entre
los labios,
anclada ya en sus
límites de tiempo.
La palabra se
funda a ella misma, suena
allá en el corazón
del que la habla
y trepa poco a
poco hasta nacer
y antes es nada y
sólo una verdad
la hace constancia de algo irrepetible.
Súbitamente esa
palabra aumenta
el hallazgo caudal
de la memoria,
boga sobre los
hombres que la escuchan,
gira anhelante
entre vislumbres
y se alza más y
más y se perfila, pule
sus bordes
balbucidos, se nivela entre sueños.
Después inicia su
holocausto.
Función de amor o
de vileza,
la palabra se
gasta en los oídos,
puebla sus
márgenes de brozas,
se torna vana,
amago de un aliento,
oscuridad final y
sin sentido.
Está cayendo ya hecha
pedazos.
Rescoldos
sumergidos, restos
de rescates sin
fondo, flota y flota
sobre las
intenciones proferidas,
entre el silencio
de las conjeturas.
Es nada la palabra
que se dijo
(no importa que se
escriba para
querer salvarla),
es nada y lo fue todo:
la música del
mundo y su apariencia.
De Memorias de
poco tiempo 1954
AZOTEA
Fui feliz fugazmente algunas veces,
entre dos furias fui feliz,
lo fui de vez en cuando sin saberlo.
Por ejemplo en la ciudad solar que se veía
desde aquella azotea de la infancia,
tentadora ciudad a rachas flameando
en los celestes mástiles del tiempo,
mientras iniciaba la vida la aventura
de descubrir el mundo a escondidas del mundo.
Allí subsisto aunque no esté, allí
perduro en medio
de la devastación de esa azotea
que reconstruyo cada día para no claudicar.
De
Manual de infractores (2005)
ANIVERSARIO
La mitad de mi vida
está
pendiente de la otra
mitad.
¿Hacia
qué lado
se inclinan los recuerdos como el árbol
hacia los vientos dominantes?
Paso
a paso
ha venido emplazándome una misma
consoladora tregua de la edad.
Ahora es mañana, su duración es mía,
el ayer
pertenece, como la
historia, a los demás.
De
Manual de infractores (2005)
José Manuel Caballero Bonald nació
el 11 de noviembre de 1926 en Jerez de la Frontera (Cádiz) Su padre era cubano
y su madre pertenecía a una rama de la familia del vizconde de Bonald -filósofo
tradicionalista francés- radicada en Andalucía desde mediados del siglo XIX.
Estudió Náutica en Cádiz, y Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid. Fue
profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia. Después
viajó por diversos países hispanoamericanos hasta el año 1963, en que regresó a
España. En 1966 fue encarcelado en la prisión de Carabanchel por razones
políticas y en 1971 empezó a trabajar en el Seminario de Lexicografía de la
Real Academia Española, donde permaneció hasta 1975. Durante ese tiempo
impartió también cursos en universidades europeas y asistió a varios simposios
literarios. Posteriormente se incorporó como profesor de Literatura Española
Contemporánea en el Centro de Estudios Hispánicos del Brynn Mawr College de
Pennsylvania, cargo en el que permaneció hasta 1978.
POESÍA
Las primeras publicaciones
de Caballero Bonald hay que situarlas en lo que fue la poética de la llamada
generación del 50. Las adivinaciones (1952), Memorias
de poco tiempo (1954), Anteo (1956), Las
horas muertas (1959) y Pliegos de cordel (1963)
fueron reunidas en 1969 por el autor en Vivir para contarlo.
Es una poesía simbolista e intimista en la que se siente a un joven disconforme
con el mundo —con la situación social de su época— y que a través de un
lenguaje rico y muy elaborado, en el que se mezcla lo barroco con lo popular,
crea un mundo personal auténtico regido por la experiencia artística. En Descrédito
del héroe (1977) el registro poético cambia. Aparece ahora, tras ese
largo silencio, un culto a la imaginación y a la memoria; su tierra, su
infancia, su experiencia vital y artística y su constante preocupación
lingüística le llevan a un lenguaje extremadamente depurado y hermético. En
1984 publica Laberinto de fortuna y en 1997, Diario de
Argónida, “un compendio de meditaciones adosadas a mi propio escepticismo”, en el que a través de la memoria, el tiempo y
la muerte, exige su derecho como creador a inventarse la vida. En 2004 publicó
su obra poética completa, con el título de Somos el tiempo que nos queda, y
en 2005, el poemario Manual de infractores donde
el despojamiento ornamental y la
síntesis analítica se unen a la capacidad indagatoria en el lenguaje y a la
búsqueda de una poesía que –como dice su autor- ocupe más espacio que el propio
texto.
NARRATIVA
Su incursión en la narrativa
fue más tardía que en la poesía. En 1961 obtuvo el Premio Biblioteca Breve por Dos
días de septiembre (1962) Siguió Ágata ojo de gato
(1974), Toda la noche oyeron pasar pájaros
(1981), En la casa del padre
(1988), Campo de Agramante (1992) todas ellas ambientadas en Andalucía. Es también autor de dos
tomos de memorias: Tiempo de guerras perdidas (1995)
supone un acercamiento autobiográfico al universo de la infancia en la que
domina una introspección selectiva de carácter mítico. En 2001 publicó sus La
costumbre de vivir (2001).
Mar adentro (2002) es el resultado de una
vieja pasión del autor por la navegación y recoge sus escritos dedicados al
mar.
Caballero Bonald ha escrito,
además, varios libros de ensayo de diversos temas, como Breviario del vino
(1980), Narrativa cubana de la revolución (1968), Luces
y sombras del flamenco (1975) o Sevilla en tiempos de
Cervantes (1991). A lo largo de su carrera, el autor ha recibido
numerosos premios y distinciones, entre los que destacan el Premio de la
Crítica, en dos ocasiones (por Ágata ojo de gato y Descrédito
del héroe); el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2004; el
Premio Nacional de las Letras Españolas en 2005 y, en 2006, el Premio Nacional
de Poesía, por Manual de infractores y el
Premio Cervantes en 2012.
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