ÉXODO
Una mujer
corría.
Jadeaba y
corría.
Tropezaba
y corría.
Con un
miedo macizo debajo de las cejas
y un niño
entre los brazos.
Corría
por la tierra que olía a recién muerto.
Corría
por el aire con sabor a trilita.
Corría
por los hombres erizados de encono.
Miraba a
todos lados.
Quería
detenerse.
Sentarse
en un ribazo y con su hijo menudo.
Sentarse
en un ribazo y amamantar en paz.
Pero no
hallaba sitio.
No
encontraba reposo.
No
lograba la pausa sosegada y segura
que las
madres precisan.
Ese
viento apacible que jamás se interpone
entre el
pecho y el labio.
Buscaba
cerca y lejos.
Buscaba
por las calles,
por los
jardines y bajo los tejados,
en los
atrios de las iglesias,
por los
caminos desnudos y carreteras arboladas.
Buscaba
un rincón sin espantos,
un lugar
aseado para colocar una cuna.
Y corría
y corría.
Dio la
vuelta a la tierra.
Buscando.
Huyendo.
Y no
encontraba sitio.
Y seguía
corriendo.
Y el niño
sollozaba débilmente.
Crecía
débilmente
colgado
de su carne fatigada.
Ángela Figuera Aymerich
(Bilbao, 1902- 1984)
LIBERTAD
Crecieron así
seres de manos atadas
Empédocles
A tiros
nos dijeron: cruz y raya.
En cruz
estamos. Raya. Tachadura.
Borrón y
cárcel nueva. Punto en boca.
Si
observas la conducta conveniente,
podrás
decir palabras permitidas:
invierno,
luz, hispanidad, sombrero.
(Si se te
cae la lengua de vergüenza.
te
cuelgas un cartel que diga “mudo”,
tiendes
la mano y juntas calderilla.)
Si calzas
los zapatos según norma,
también
podrás cruzar a la otra acera
buscando
el sol o un techo que te abrigue.
Pagando
tus impuestos puntualmente,
podrás ir
al taller o a la oficina,
quemarte
las pestañas y las uñas,
partirte
el pecho y alcanzar la gloria.
También
tendrás honestas diversiones.
El paso
de un entierro, una película
de las
debidamente autorizadas,
fútbol
del bueno, un vaso de cerveza,
bonitas
emisiones en la radio
y misa
por la tarde los domingos.
Pero no
pienses “libertad”, no digas,
no
escribas “libertad”, nunca consientas
que se te
asome al blanco de los ojos,
ni exhale
su olorcillo por tus ropas,
ni se
prenda a un rizo del cabello.
Y , sobre
todo, amigo, al acostarte
no
escondas “libertad” bajo tu almohada
por ver
si sueñas con mejores días.
No sea
que una noche te incorpores
sonanmbulando
“libertad”, y olvides,
y salgas
a gritarla por las calles,
descerrajando
puertas y ventanas,
matando
los serenos y los gatos,
rompiendo
los faroles y las fuentes,
y el
sueño de los justos, porque entonces,
punto
final, hermano, y Dios te ayude.
Ángela Figuera Aymerich
De Belleza cruel (1958)
Ángela Figuera Aymerich |
Ángela Figuera
Aymerich nació en Bilbao el 30 de octubre 1902. Estudió Filosofía y Letras en
la Universidad de Madrid, fue catedrática de Lengua y Literatura en los
Institutos de Huelva, Alcoy y Murcia. Finalizada la guerra, perdió su plaza y título
universitario por haber apoyado al bando republicano y confiscaron sus bienes y los de su familia. En 1952 comenzó a trabajar en la Biblioteca Nacional
de Madrid, y algo más tarde se incorporó al servicio de “bibliobuses”, que trataba
de acercar la cultura a los barrios marginales y periféricos de Madrid. A lo
largo de todos esos años Ángela actuó como intelectual disidente, crítica con
el franquismo, incluso llegó a publicar en el extranjero cuando consideró
que la censura podía recortar su trabajo.
Mujer de barro
editado en 1948 fue su primer libro, al que siguieron luego Soria
pura (1949), Vencida por el ángel (1951) El grito inútil (1952), Los
días duros (1953) Belleza cruel (1958), Toco la tierra. Letanías (1962) Cuentos tontos para niños
listos (1979)
No sólo contempla a la mujer como esposa y madre de familia sino
como sujeto activo del cambio social. Después de una etapa de poesía desarraigada, claramente
existencialista, desarrolló otra etapa de marcado sentido social junto a poetas como
Gabriel Celaya y de Blas de Otero, ecritores vascos como ella misma; a este
respecto hay que señalar que la escritora no se identificó plenamente con los planteamientos de
Celaya y Otero al considerar que con la poesía no se podía transformar la
realidad, todo lo más acompañar a algunos seres humanos.
Su lenguaje es sencillo y facilita la
accesibilidad de su mensaje.
Su posición ideológica ha sido resumida
por algún crítico como "existencialismo solidario".
Falleció en Madrid el 2 de abril de
1984.
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