A continuación reproduzco un fragmento de Registro de recuerdos (2003), cuyo autor Agustín García Calvo falleció ayer, día 1 de noviembre, en Zamora a la edad de 86 años.
"A la negra tierra" apareció inicialmente publicado en la sección Otras razones del diario "La Razón", el miércoles 13-III- 2002
Fragmento de Registro
de recuerdos de Agustín
García Calvo
A la negra tierra
(....)
No era la tierra todavía un planeta entre los planetas: en eso habría de
convertirse con el progreso contradictorio de la Ciencia: que, por un lado, no
ceja en intentar, honestamente, descentralizarnos cada vez más, ni que eso, por
otro lado, acabe de liberarnos jamás del centro, al que estamos condenados;
porque ¿de qué ha servido que Aristarco de Samos o Galileo se afanaran,
mirándole ya de fuera, como un astro en descentrarla, y que luego otros hayan
hecho del Sol y su sistema un caso entre otros muchos, y de la Vía Láctea una
galaxia entre las otras, si de todos modos aquí estamos nosotros, en el centro,
mirando alrededor volar los soles y las estrellas y, además, todas las
fantasías de Universos que la Ciencia nos suministra para evitar que nos
perdamos en lo sin fin de lo desconocido, para que sigamos creyendo, y cada vez
más firmemente, en la Realidad? ¿No somos nosotros también reales? ¿No va uno a
creer en uno?
Pero,
a pesar de todo, y aunque sea por bajo el cemento y el alquitrán de los
automóviles , sigue esa tierra siendo tierra, con su viejo nombre común, y no
esa pedantería de ‘ La Tierra ’ que se ha buscado un Nombre Propio, igual que
cada sujeto o súbdito del Poder, para ser también ella una entre los habitantes
de los cielos.
Pues no: por
ahora, sigue siendo la tierra negra que da su pan a los míseros comepanes, por
más que se lo falsifiquen en Trabajo y en Dinero. No, no es un planeta Safó, tu
tierra: no está en el cielo: por el contrario, ella es la de abajo, la contra
el Cielo, la del pueblo que no sabe su nombre ni fronteras;
(....)
Y
esta negra tierra que desmenuzas entre los dedos, ésta que acaso piensas que va
a recoger tus huesos, cuando no sirvan para otra cosa, ésta no es, desde luego,
la Tierra Prometida: promesas y amenazas son cosas de lo Alto, futuros y
siemprefuturos de la Administración de Muerte, no el maná de hoy ni el pan de
cada día, sino el de mañana , el que no se palpa ni se huele ni se come, el
real, el que nunca está aquí, donde yo estoy, donde tú estás.
Esta
es, por el contrario, la tierra perdida: no la real , sino la verdadera.
Huyendo de las fantasías de Realidad, de las ideas de la Administración y de la
ciencia, que nos han robado el pan de hoy, el ir viviendo, el ir muriendo sin
futuro, que nos quieren echar de tierra, aquí estamos y pisamos en la negra y
viva.
Claro
que, si uno se empeña en ser real , si tú te resignas, o yo, a ser uno o una,
un hombre entre los hombres, hasta mujer entre las mujeres, y te lo crees, y
para ello te apegas a tu Nombre
Propio, entonces ¿cómo vas a desprenderte nunca de la Realidad, del
Cielo falso y la falsa Tierra, tan falsos como nosotros?
Moisés
-se dice en las escrituras- no entra en la Tierra Prometida; y no, ahí no
entra nadie, porque ésa no está aquí, está siempre en el Futuro; lo que pasa es
que tampoco Moisés está aquí nunca, porque está siempre al servicio del Señor,
en su idea fija, llevando a su destino a un pueblo , que no es pueblo de
verdad.
Pero
YO, que no me creo que sea uno ni que me llame como me llamo, o TÚ (da igual)
que ni te llamas Moisés ni Safó siquiera, YO que soy TÚ, que eres de verdad,
que no soy nadie, YO ni entro en la Tierra Prometida ni subo al Cielo, ni
siquiera a la cúpula de la Fama: YO vuelvo a la vida, a la negra tierra.
Agustín García Calvo en Córdoba, 2008 |
Agustín García Calvo (1926- 2012),
filósofo, filólogo y escritor español. Nacido en Zamora, fue catedrático de
Filología Clásica en la Universidad de Sevilla y, posteriormente, en la
Universidad Complutense de Madrid. En 1965, debido al apoyo que manifestó al
movimiento estudiantil surgido en oposición al régimen de Francisco Franco, fue
apartado de su cátedra, al igual que Enrique Tierno Galván y José Luis López
Aranguren, también profesores en el campus madrileño. El proceso español de
transición hacia la democracia fue determinante para que en 1976 fuera repuesto
en su cátedra, en la que permaneció hasta su jubilación, como profesor emérito,
en 1992.
Pese a que en el conjunto de la obra de Agustín García Calvo
subyace un continuo, sugerente e imaginativo ataque al poder, ha sido quizá en
el campo del análisis filosófico del lenguaje donde plasmó su aportación más
original al pensamiento español contemporáneo. Especialmente relevantes
resultaron sus contribuciones al estudio del ritmo lingüístico y de las
rupturas en las secuencias lógicas del lenguaje, que se abren a mitos y
estructuras imaginativas. Sus principales trabajos en el área de la lingüística
fueron Lalia. Ensayos de estudio lingüístico de la sociedad (1973), El
ritmo del lenguaje (1975), Hablando de lo que habla. Estudios de lenguaje (1989, que recibió
el Premio Nacional de Ensayo) y, sobre todo, su trilogía sobre el lenguaje,
integrada por Del lenguaje (1979), De la construcción (1983) y Del aparato (1999). Asimismo,
ha realizado sugerentes aportaciones al análisis del concepto de posibilidad,
que no considera subordinado a la realidad.
Gran estudioso de la lengua griega, otra parte importante de su
producción (tanto en el ámbito de la creación, como en los de traducción,
edición y versión rítmica de textos clásicos) ha tenido a la cultura de la
antigua Grecia como nítido referente: Aristófanes: Los Carboneros (1981), Lecturas
presocráticas (1981), Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción
y comentario de los restos del libro de Heráclito (1985) o Poesía
antigua: de Homero a Horacio (1987). También deben reseñarse sus notables incursiones en los
géneros de la poesía (Sermón de ser y de no ser, 1972; Canciones y
soliloquios, 1976; Libro de conjuros, 1979; Relato de amor, 1980; Del tren, 1981; Más
canciones y soliloquios, 1988; Uno o dos en 23 sitios y más, 2003), de la narrativa (Eso
y ella, 6 cuentos y una charla, 1987; ¿Qué coños?, 5 cuentos y una charla, 1990) y de la
ciencia política (Actualidades, 1980; Análisis de la sociedad del
bienestar, 1993).
En 1999 recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática por
el drama histórico La baraja del rey don Pedro. Otra reciente publicación,
Registro de recuerdos (2003), ofrece una selección de artículos publicados en la
prensa, otra de sus actividades habituales.