lunes, 26 de marzo de 2012

Fragmento de Tabucchi




(...) Si alguien me hiciera notar que este Réquiem no ha sido interpretado con la solemnidad que requiere un Réquiem, no podría dejar de estar de acuerdo. Pero la verdad es que he preferido tocar mi música no con el órgano, que es un instrumento propio de las catedrales, sino con una armónica de las que se pueden llevar en el bolsillo o con un organillo de los que se pueden llevar por las calles. (...)
                                                                                  Antonio Tabucchi

Originariamente, este libro escrito en portugués es un homenaje a Portugal, a su atmósfera, a sus gentes y a su gastronomía.
Réquiem se desarrolla en una caluroso domingo de julio en Lisboa y sus estribaciones donde la ciudad blanca aparece desierta. Este será el marco durante unas horas en las que la realidad se difumina dando lugar a la  presencia de personajes que pertenecen al recuerdo, al inconsciente y al sueño del protagonista. Todo ello  mediante un juego de luces y sombras que propicia la recreación mágica de diversas estampas de su vida. Las etapas del relato se hallan impregnadas de una lírica ingrávida y sugestiva donde se van sucediendo personajes como el muchacho drogado del parque, el lotero cojo, el conductor de taxi, el camarero de Brasileira, el guarda del cementerio, su padre con quien mantiene una conversación póstuma, el barman del museo, el pintor copista, el revisor del tren, la mujer del farero en su visita a la casa  junto al mar – antiguo faro ya en ruinas- el vendedor de historias, el acordeonista... Al final, el protagonista podrá invocar al poeta muerto y recriminarle su desidia.


Réquiem también por su autor fallecido a los 68 años. Y por esas personas tan cercanas que han formado parte de nuestro entorno, nos han visto crecer y recientemente nos han dejado. Buenas gentes como Javier el panadero y José  ebanista carpintero. Desde esta página mi recuerdo para ellos y sus familiares.



Antonio Tabucchi (1943-2012 ), narrador y ensayista italiano nacido en Pisa. Como estudioso y profesor de literatura portuguesa, se ha ocupado principalmente de la obra de Fernando Pessoa, ya sea a través de ensayos o de traducciones. Al autor lusitano está dedicada su reconstrucción imaginaria Los tres últimos días de Fernando Pessoa (1994).
Su primera obra publicada fue Plaza de Italia (1975), a la que siguieron la selección de relatos El juego del revés (1981) y Pequeños equívocos sin importancia (1985), el relato Dama de Porto Pim (1983) y el libro de viajes Nocturno hindú (1984). Notable éxito obtuvieron las novelas cortas Réquiem (1992, escrita en portugués) y Sostiene Pereira (1994), que fue llevada al cine por Roberto Faenza y magistralmente interpretada por Marcello Mastroianni. El libro está ambientado en la Lisboa de 1938, durante la época de la dictadura de António de Oliveira Salazar; su gris protagonista, el periodista Pereira, atraviesa casi sin darse cuenta una crisis de conciencia que le hará madurar personal y políticamente, hasta hacerle comprender la inminencia de una guerra civil.
En 1997 publicó el ensayo Un baúl lleno de gente (Escritos sobre Pessoa) y La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, una novela que transcurre nuevamente en una ciudad portuguesa. Entre sus últimas obras destacan Se está haciendo cada vez más tarde (2001), una narración con estructura epistolar donde el autor deja paso a una multiplicidad de identidades para reflexionar sobre el sentido de la vida; y Tristano muere (2004).

miércoles, 14 de marzo de 2012

Texto de Teresa Pàmies



   
            
   “He dicho que debemos hablar de mujer a mujer y que es preciso no callar nada. Sería una injusticia suplementaria haber vivido una vida de mujer sin desentrañar su sentido. Acaso sea ésta la única liberación a nuestro alcance”
     Mi madre no captaba el léxico feminista intelectual o intelectual  feminista. Sin violentar el diálogo lo orientó por otros derroteros, hacia cuestiones más concretas, más personales, menos trascendentes. Yo insistí no obstante. Quería saber qué muchacha fue ella, cuando era muchacha. Aquella misma mañana había ido al registro civil a pedir el extracto de inscripción de su nacimiento. El funcionario del juzgado no encontró ni rastro y ante mi estupefacción dijo que era normal. Cuando nació mi madre eran muchos los campesinos que no declaraban su prole. Si estaban afincados en las tierras propias o ajenas –como mis abuelos maternos- la inscripción de nacimiento la hacía el cura itinerante y si por pitos o flautas no había inscripción no pasaba nada. Por otro lado, mi madre no sacó nunca certificados, puesto que ni siquiera tuvo cédula personal. Me pregunto qué papeles pedían para casarlos.
   Tampoco logré encontrar en la ciudad alguna persona de su edad que hubiera compartido con ella juegos infantiles o diversiones de adolescente. Nadie la vio jugar, ni bailar, ni pasear por la plaza Mayor con amigas o amigos. No frecuentó la escuela pero aprendió a leer y escribir por su cuenta. La recuerdo sentada en una silla baja, junto a la vidriera del balcón cerrado al intenso frío exterior, arrimada al brasero enjaulado, leyendo una de las novelas por entregas que compraba a un gitano vendedor ambulante, un hombre cetrino que igual ofrecía sábanas a las vecinas que cortes de traje a los vecinos. En un morral amarillo cargaba folletines a perra chica el episodio. Ni siquiera he olvidado el título de aquellos dramones que, en esencia, equivalen a los seriales radiofónicos de hoy.
    Mi madre sabía escribir, puesto que hacía las cartas a mi padre cuando lo encarcelaban. Escribía con una tinta morada que yo, furtivamente, le robaba para pintar las tabas. Mis amigas solían colorear los preciados huesos con azafrán pero era una producto caro que no estaba a mi alcance.
     Conservo la última carta que escribió mi madre el 6 de mayo de 1941, un mes antes de aquel 5 de junio. Su ortografía es visualmente incorrecta, de un catalán salpicado de castellano. Es la carta de una madre acongojada y, pese a todo, aferrada al timón de una nave que naufragaba. En ella expresaba su filosofía de la vida con una humildad que nunca rozó el servilismo ni la astucia. Cuando tengo el día triste leo esa carta, la única cosa realmente entrañable que me quedó del naufragio, único que tocaron las manos vivas de mi madre. No es el mensaje de un suicida. El hecho de que poco después de haberla escrito la encontraran ahogada en el río podría sugerir que la carta póstuma era premeditada. Sin embargo es un incentivo a luchar por la vida, a prepararse para afrontar la difícil supervivencia, a plantar car al infortunio trabajando y evitando el falso orgullo  y el resentimiento.

                                         Teresa Pàmies

                              Fragmento de Memoria de los muertos (1981)
                                                                               
 





  
         






















































                                 
La autora de este texto, Teresa Pàmies Bertrán, falleció  a los 92 años. Hija de payeses, había nacido en Balaguer, Lérida,  el  8 de octubre de 1919 y murió en Granada el 13 de marzo de 2012 Fue dirigente de las Juventudes de Cataluña (1937) y una de las fundadoras de la Aliança Nacional de la Dona Jove (1937-1939). Casada con Gregorio López Raimundo, secretario general del PSUC, tuvo tres hijos, uno de los cuales es también escritor: Sergi Pàmies.

 Entre sus obras, de marcado carácter autobiográfico, destaca Testament a Praga  (Premio Josep Pla, 1970) escrita en colaboración con su padre Tomàs Pàmies, Quan érem capitans (1974), Va ploure tot el día (1974), Gent del meu exili (1975), una biografía en español de Dolores Ibárruri (México, 1975) y Jardí enfonsat (1992), entre otras. En 1984 recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat, en el 2000 la Medalla de Oro al mérito artístico del Ayuntamiento de Barcelona, en 2001 fue galardonada con el Premio de Honor de las Letras Catalanas y en 2006 recibió el Premio Manuel Vázquez Montalbán.
 
 

 




En el corazón de cada invierno vive una primavera palpitante, y detrás de
cada noche viene una aurora sonriente.

                                                                         

                                                                            Khalil Gibran
                                                

                        

Nevera Aoiz      slam
                                         



Los libros tienen los mismos  enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los bichos, el tiempo, y su propio contenido.

Un libro vale por el número y la novedad de los problemas que crea, anima o reanima.

Un poema nunca está acabado, solamente abandonado

                                                                             Paul Valéry





sábado, 18 de febrero de 2012

                      JUGANDO CON MONOSÍLABOS



Quienes estén familiarizados o hayan leído mis libros, observarán que este nuevo ejemplar que tienen en sus manos es radicalmente distinto. Ni yo misma hubiese sospechado que pudiera escribir un volumen de estas características. Pero hay acontecimientos que pasan por nuestra vida como tsunamis y nos dejan bajo mínimos. Y partiendo de esta premisa inicié ese ejercicio de jugar con las palabras de igual manera que lo hacía en mi infancia, dejando volar la imaginación mediante esos vocablos que se han ido sucediendo a lo largo de las cuarenta composiciones que conforman la primera parte y donde la nota dominante ha sido la libre asociación de significantes.

Y todo ello caminando por la senda de las palabras pequeñitas, esas mínimas unidades lingüísticas dotadas de significación y así poder experimentar con el lenguaje, dar cabida a una partitura, a la extraña belleza de una fórmula físico-matemática o al planteamiento de un problema... Y nombrar por el puro placer de decir y recordar a músicos, pintores, poetas, filósofos, científicos... Evidentemente, no están todos.

Me he servido de algunos recursos estilísticos como anáforas, onomatopeyas, aliteraciones y en ocasiones me he permitido la licencia, poética o no, de efectuar la descomposición silábica de palabras como Fukushima o algún otro sustantivo o verbo.

En la segunda parte predomina el carácter sistemático, la precisión, el orden, el afán de indagación y búsqueda de significado de esas casi 350 palabras de una sola sílaba, a veces polisémicas, y que permanecen definidas en enciclopedias y diccionarios.

Y sin más preámbulos, les invito a entrar en este juego de nombrar y decir, a conjugar monosílabos conmigo.

                                                                    
                                                                M. S. Latasa Miranda


                                                                         Octubre 2011

Esta es la introducción que acompaña a mi nuevo libro recién publicado y cuya presentación tendrá lugar en la Casa de Cultura de Aoiz el sábado, 14 de abril, a las siete de la tarde .

sábado, 11 de febrero de 2012

De versos y paisajes



Quiero una rosa roja, cualquier año
un doce de febrero.
                           
                                              Julia Guerra
                           


REGÁLAME UNA ROSA
                                             
                                            Julia Guerra


Regálame una rosa
roja como el amor,
 fresca como la lluvia.
En sus hojas la vida
           desterrando
                       a la muerte.

Regálame una rosa
con perfume de paz
inundando la tierra.
En su tallo la fuerza,
la energía del mundo
           venciendo al desamor.

Regálame una rosa
blanca como tu alma,
pura como la luz.
Sus pétalos susurrarán
al viento y habrá nacido
           una esperanza.

Regálame una rosa
           desde tu corazón
                                                           


                             





miércoles, 8 de febrero de 2012

Texto de Charles Dickens


Para conmemorar el segundo centenario del nacimiento de Charles Dickens, un pequeño fragmento de una de sus novelas históricas, pero antes hagamos un breve repaso de su biografía






Charles Dickens (1812-1870), novelista inglés y uno de los escritores más conocidos de la literatura universal. En su extensa obra, combinó con maestría narración, humor, sentimiento trágico e ironía con una ácida crítica social y una aguda descripción de gentes y lugares, tanto reales como imaginarios.
Nació el 7 de febrero de 1812, en Portsmouth, y pasó la mayor parte de su infancia en Londres y Kent, lugares que aparecieron con frecuencia en sus obras. Comenzó a asistir a la escuela a los nueve años de edad, pero sus estudios quedaron interrumpidos cuando su padre, un pequeño funcionario afable pero despreocupado, fue encarcelado, en 1824, por no pagar sus deudas. El joven Charles se vio obligado, pues, a mantenerse por sí mismo, y entró a trabajar en una fábrica de tintes. Esta desagradable experiencia, que más tarde describiría, sólo levemente alterada, en su novela David Copperfield (1849-50), le produjo una sensación de humillación y abandono que le acompañó durante el resto de su vida. Entre 1824 y 1826 asistió de nuevo a la escuela, aunque la mayor parte de su educación fue autodidacta. Entre sus libros favoritos se encontraban los de algunos de los grandes novelistas del siglo XVIII, como Henry Fielding y Tobias Smollet, cuya influencia se puede percibir con claridad en sus propios escritos. En 1827 consiguió un trabajo como secretario legal y, tras estudiar durante un breve periodo de tiempo el oficio, se convirtió en periodista en el Parlamento, lo cual le habituó a realizar precisas descripciones de hechos, cualidad que aplicaría posteriormente a su obra narrativa. En esa época conoció a María Beadnell, y se enamoró de ella, pero su familia lo rechazó como pretendiente de la joven, por lo que, tras cuatro años de relaciones, se separaron. Para entonces, él ya estaba trabajando como reportero en una publicación de su tío, The Mirror of Parliament, y para el periódico liberal The Morning Chronicle.
En diciembre de 1833, Dickens publicó, bajo el seudónimo de Boz, la primera de una serie de breves y originales descripciones de la vida cotidiana de Londres en The Monthly Magazine, una revista que editaba su amigo George Hogarth. Tras ello, un editor de la ciudad le encargó un volumen de nuevas notas en este estilo, que debían acompañar a las ilustraciones del famoso artista George Cruikshank. El éxito de este libro, titulado Los apuntes de Boz (1836), le permitió al novelista casarse con Catherine Hogarth en ese mismo año, y le animó a preparar una colaboración similar, esta vez con el conocido artista Robert Seymour. Cuando Seymour se suicidó, otro artista, H. K. Browne, apodado Phiz, que realizaría más tarde muchas de las ilustraciones de los últimos trabajos de Dickens, ocupó su lugar. El resultado de esta colaboración fue Papeles póstumos del club Pickwick (1836-1837), una obra en un estilo muy próximo al de los cómics, cuyo éxito consolidó la fama del novelista, e influyó notablemente en la industria editorial de su país, pues su innovativo formato, el de una publicación mensual muy poco costosa, marcó una línea que siguieron otras editoriales.
La fama que le había producido este curioso proyecto se vio ampliada por las siguientes novelas que fue publicando. Hombre de enorme energía y talento, se dedicó a otras muchas actividades. Editó los semanarios Household News (1850-1859) y All the Year Round (1859-1870), escribió dos libros de viajes, Notas americanas (1842) e Imágenes de Italia (1846), administró asociaciones caritativas y luchó porque se llevaran a cabo reformas sociales. En 1842, impartió seminarios en los Estados Unidos en favor de un acuerdo internacional sobre propiedad intelectual y en contra de la esclavitud. En 1843 publicó Canción de Navidad, que se convirtió rápidamente en un clásico de la narrativa infantil. Las actividades extraliterarias de Dickens incluían la gestión de una compañía teatral que funcionó hasta la subida al trono de la reina Victoria, en 1851, y las lecturas de sus obras en Inglaterra y en Estados Unidos. Sin embargo, todos estos éxitos se vieron empañados por sus problemas familiares. La incompatibilidad de caracteres y la relación del autor con la joven actriz Ellen Ternan, llevaron a la disolución del matrimonio, en 1858, fruto del cual habían nacido diez hijos. Murió el 9 de junio de 1870 y fue enterrado cinco días más tarde en la abadía de Westminster.
A la vez que maduraba artísticamente, sus novelas se habían ido transformando de cuentos humorísticos, en la línea de Los papeles del club Pickwick —esta obra fue traducida al español del francés por Benito Pérez Galdós (1868) ya que el autor español no sólo admiraba a Dickens sino que le consideraba como uno de sus maestros— y Nicholas Nickleby (1837-1838), en obras de gran relevancia social, análisis psicológico y enorme complejidad narrativa. Entre sus obras más representativas se encuentran Casa desolada (1852-1853), La pequeña Dorritt (1855-1857), Grandes esperanzas (1860-1861) y Nuestro amigo común (1864-1865). Los lectores del siglo XIX y de comienzos del XX apreciaban más las primeras obras del autor, por su sentido del humor y su trasfondo trágico. Pero, aún reconociendo las cualidades de esta narrativa temprana, los críticos literarios de hoy en día sitúan por encima de ella a las obras de madurez, por su coherencia formal y su aguda percepción de la condición humana. Otras obras destacadas son Oliver Twist (1837-1839), La tienda de antigüedades (1840-1841), Barnaby Rudge (1841), Martin Chuzzlewit (1843-1844), Dombey e hijo (1846-1848), Tiempos difíciles (1854), Historia de dos ciudades (1859) y El misterio de Edwin Drood, que quedó incompleta.





Una de las pocas incursiones que hizo Dickens en la novela histórica fue en Historia de dos ciudades, situada en tiempos de la Revolución Francesa.





"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación…"

                                                                      De Historia de dos ciudades

                                                                         Charles Dickens  (1812-1870)









lunes, 30 de enero de 2012

ARBUSTO







                       







Este arbusto mecido por el viento
slam

 viste flores en invierno.

Sueña enero en sus ramas

entre cristales y hielos.






Primo Levi (1919-1987), novelista, ensayista y científico italiano, superviviente del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.


Levi nació en Turín el 31 de julio de 1919, en una familia judía. Estudió química en la universidad de aquella ciudad entre 1939 y 1941. Se encontraba trabajando en el terreno de la investigación, en Milán, cuando la intervención alemana en el norte de Italia, ocurrida en el año 1943, le empujó a unirse a un grupo judío de la Resistencia. Fue detenido en diciembre del mismo año y deportado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el cual sobrevivió desempeñando trabajos de laboratorio para los nazis. En 1946, terminada la guerra, volvió a Italia y retomó su carrera como químico industrial. Al jubilarse, en 1974, pudo dedicarse con más intensidad a la literatura y a la denuncia de la barbarie nazi. Un 11 de abril de 1987 se suicidó en la casa en la que había nacido.
Entre los muchos libros que Levi escribió a lo largo de su vida destaca la narración autobiográfica Si esto es un hombre (1947), que muestra, con escritura sosegada, su visión particular del horror cotidiano sufrido por los deportados en Auschwitz. Es un relato detallado de las distintas etapas vividas por el autor en su descubrimiento del infierno en el campo de concentración, en su proceso de pérdida de la dignidad y de la identidad, pero también de la lucha por la supervivencia y de las posibilidades de resistencia del ser humano frente a este absurdo.
La tregua (1958), obra llevada al cine en 1997 por Francesco Rosi, describe su largo viaje de retorno a Italia a través de Polonia y Rusia, después de ser liberado. En 1986 publicó Los hundidos y los salvados, donde el autor expresa su esperanza de que el horror del genocidio no se repita. El sistema periódico (1975) es un grupo de narraciones cortas en las que utiliza los elementos químicos como metáforas para caracterizar a distintos tipos de personas. Si no ahora, ¿cuándo? (1982) aborda una descripción del grupo de la Resistencia al que perteneció que le sirve para refutar la idea de la pasividad de los judíos frente al nazismo. En 2002 se publicó póstumamente el libro Última Navidad en guerra, una recopilación de relatos cortos que habían sido publicados en diarios y revistas diversas.
Levi es autor también de libros de poemas, entre los cuales se encuentran Historias naturales (1963) y Defecto de forma (1971).



viernes, 27 de enero de 2012

Día Internacional de las Víctimas del Holocausto


Para conmemorar el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto
cuando el ejército rojo soviético liberó el campo de concentración de
Auschwitz –Birkenau, en la actual Polonia, el 27 de enero de 1945,
hace ya 67 años.





SI ESTO ES UN HOMBRE


                                                                                Primo Levi

Los que vivís seguros
en vuestras casas caldeadas,
los que os encontráis, al volver por la tarde,
la comida caliente y los rostros amigos:
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        
     Considerad si es  un hombre
     quien trabaja en el fango
     quien no conoce la paz
     quien lucha por la mitad de un panecillo
     quien muere por un sí o por un no.
     Considerad si es una mujer
     quien no tiene cabellos ni nombre
     ni fuerzas para recordarlo
     vacía la mirada y frío el regazo
     como una rama invernal.


Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
al estar en casa,al ir por la calle,
al acostaros, al levantaros;
repetídselas a vuestros hijos,
    o que vuestra casa se derrumbe,
    la enfermedad os imposibilite,
    vuestros descendientes os vuelvan el rostro.