martes, 16 de junio de 2015

Cuatro poemas de Concha Méndez

 
TODO, MENOS VENIR PARA ACABARSE...

Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.

O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse,
como se acaba, al fin, nuestra existencia!



                                                         Concha Méndez






ERAN VERDES COMO UN MAR...

Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
-¡Qué bien sabían mirar!-
unos ojos que recuerdo.

En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.

Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!

Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos..., ¡tan lejos!
                                                              Concha Méndez
  
.

UNO DE ESOS INSTANTES...
                                             Desde el umbral de un sueno me llamaron...
                                                                                Antonio Machad
Uno de esos instantes que se vive
no se sabe en qué mundo, ni en qué tiempo,
que no se siente el alma y en que apenas
se siente el existir de nuestro cuerpo,
mi corazón oyó que lo llamaban
desde el umbral en niebla de algún sueño.


Para decirme su mensaje extraño,
aquella voz venía de tan lejos,
que más que voz de sueño parecía,
en su misterio gris, sombra de un eco.


Sentada estaba yo en aquel instante
en un muelle sillón de terciopelo.
Mis brazos se apoyaban en sus brazos
-¡qué desmayados los sentía luego!-.
Después, atravesando los cristales
de un gran balcón que daba al ancho cielo,
una sombra vi entrar. Tal vez la tardeal irse, entraba a verme... Yo eso creo...



                                       De Poemas. Sombras y sueños    
           
                                                                  Concha Méndez



 

NO VENGAS

No vengas, Muerte, todavía,
que aún tengo que tejer la larga escala
que ha de subirme allá donde deseo;
debo cumplir mi dharma,
hacer, hacer, hacer las cosas que aquí debo.


Porque tengo una deuda
para conmigo misma.
Vine para algo más que para pasar como sombra.
Dentro de mí una luz quiere salir afuera.
No vengas todavía, dale tiempo a mi tiempo.



De Entre el soñar y el vivir

                                                               Concha Méndez






 
Concha Méndez


La poeta Concha Méndez nació en Madrid el 27 de julio de 1898.
Asistió a un colegio francés cuya influencia se dejaría notar en sus primeros poemas. Dotada para los deportes destacó como nadadora y gimnasta.

En 1919 conoció en San Sebastián a Luis Buñuel. Amiga de García Lorca y Rafael Alberti, frecuentó reuniones, lecturas poéticas y exposiciones con los integrantes de la generación del 27.

En 1926 publicó su primer libro, Inquietudes, dos años después, Surtidor y Canciones de mar y tierra en 1930  conformando  una trilogía donde se manifesta la influencia de la poesía de Alberti y la incorporación de los temas que representaban la modernidad: deporte, cine, automóviles.

En 1931 conoció a Manuel Altolaguirre con quien contrajo matrimonio al año siguiente. Junto a su marido contribuyó a la difusión de los poetas  de la Generación del 27 mediante la edición de revistas como Poesía, 1616 (título que hacía referencia al año en que murieron Shakespeare y Cervantes), y Caballo verde para la poesía (dirigida por Pablo Neruda).

En Vida a vida (1932 ) sus poemas adquieren un tono más personal, menos colorista. De mayor hondura y carácer autobiográfico sería también su libro Niño y sombra (1936) donde refleja la pérdida de su primer hijo mientras residían en  Londres.

Su maternidad, el exilio y su posterior separación matrimonial quedó reflejado en  Lluvias enlazadas (1939), Sombras y sueños (1944) y Entre el soñar y el vivir (1985), de clara influencia machadiana.

En 1944 se estableció en México hasta su muerte acaecida el 7 de diciembre de 1986, a los 88 años.












                                                        

lunes, 8 de junio de 2015

Preceptiva poética de León Felipe

 

PRECEPTIVA POÉTICA


I

Poesía...
tristeza honda y ambición del alma...
¡cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos...
sin ritmo y sin palabras!...


II

Deshaced ese verso.
Quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma...
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía,
eso será la poesía.


III

Más bajo, poetas, más bajo...
hablad más bajo no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para quejaros
acercáis la bocina a vuestros labios,
parecerá vuestro llanto
como el de las plañideras, mercenario.


IV

Y si el verso
poetas cortesanos
si el verso como el hombre
no fuese de cristal sino de barro.


V

Poeta,
ni de tu corazón,
ni de tu pensamiento,
ni del horno divino de Vulcano
han salido tus alas.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde te ha clavado
un ensueño...
una pluma de amor en el costado.
                                                                       León Felipe



SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.

                                                                                León Felipe






León Felipe



León Felipe (1884-1968), seudónimo de Felipe León Camino Galicia, nació en Tábara (Zamora) el 11 de abril de 1884. Sus primeras poemas fueron reunidos en Versos y oraciones de caminante (1920-1929) y Versos y oraciones de caminante II (1929)
Tras estudiar Farmacia en Madrid, recorrió la península con una compañía de teatro y regentando diferentes boticas. Trabajó como administrador de  hospitales en Guinea, profesor de Literatura Española en distintas universidades de Estados Unidos y México. Volvió a España al estallar la Guerra Civil se proclamó partidario de los republicanos, razón por la cual  tuvo que partir al exilio en 1938.
Ya en México fue bibliotecario en Veracruz y agregado cultural. Aunque triunfaba la deshumanización del arte, León Felipe escribía con una actitud agónica, casi unamuniana. Quería ser portavoz de su pueblo. Entre sus obras cabe destacar : Drop a Star (Baja una estrella, 1933), La insignia (1936), El payaso de las bofetadas (1938), Pescador de caña (1938),
Sus obras de madurez suponen una reflexión sobre la derrota y la condición humana: El hacha (1939), Español del éxodo y del llanto (1939), Ganarás la luz (1943), España e Hispanidad (1947), Antología rota (1947), Llamadme publicano (1950), El ciervo (1954), ¡Oh, este viejo y roto violín! (1968).
 León Felipe defendió en su poesía la dignidad del hombre y la justicia social. Tradujo Canto a mí mismo del poeta estadounidense Walt Whitman en 1941, compartiendo el tono enérgico, el arrebato místico y el canto a la libertad.
 Murió en la ciudad de México el 18 de septiembre de 1968, a los 84 años.