Hay un
nuevo título que añadir a nuestra bibliografía. Se trata de Antología hacia la luz. En sus 134
páginas, acompañan a este poemario las palabras preliminares de Isabel Blanco,
de quien partió la iniciativa del proyecto, así como la calidez y belleza que
transmite el prólogo de Emilio Echavarren. Cuenta, además, con hermosas
ilustraciones en la portada, contraportada
y colofón diseñadas por nuestra compañera Trini Lucea. Y esperamos que
sí, que algún día podamos prescindir de mascarillas y realizar la presentación.
El libro
surge como una forma creativa de afrontar la realidad ante la suspensión
convulsa de actividades y cierre de programas debido al Covid-19.
Somos
catorce poetas quienes durante los días de confinamiento y a través de WhatsApp
dimos forma escrita a todo ese amasijo de ideas, sensaciones, vivencias,
deseos...que, verso a verso, vino configurando el entramado de los poemas.
Personalmente
nunca había participado en un proyecto semejante. Establecimos un horario lo
suficientemente amplio para poder llevar a cabo nuestras intervenciones. De esa
manera, diariamente, íbamos añadiendo nuevos fragmentos para dar continuidad al
texto hasta concluir el poema que, desde la primera entrada del día, se iba
generando.
Respecto a
los temas planteados son múltiples y variados para no incurrir en reiteraciones
que pudieran aumentar la inquietud y agravaran el desconcierto que veníamos
experimentando.
Quiero que mis versos rimen con la luz
y el último latido de mi madre
en esta mañana de abril.
Esa fue mi intervención el lunes 13 de abril, fecha en que
falleció mi madre. Y de inmediato, a pesar de la distancia física, obtuve la
respuesta solidaria de todo el grupo de poetas. Y al día siguiente, se hizo
silencio. Subrayando
lo expresado por Isabel. Catorce poetas
como vasos comunicantes, durante 60 días y 60 poemas. Más uno muy especial,
correspondiente al número XXIX, Martes, 14 de Abril de 2020. Y se caracteriza
por un rectángulo en blanco, en memoria de todas las personas fallecidas.
Descansen en paz (D.E.P)
Debidamente
numerados y ordenados por fecha, los poemas coinciden con el periodo de confinamiento domiciliario comprendido entre
el martes, 17 de marzo y el sábado, 16 de mayo de 2020.
Y aunque
escritos en tiempo de incertidumbre y desasosiego, con todas las turbulencias
propias del momento, hay en ellos un atisbo de esperanza.
Sirva de
muestra un par de ejemplos: el poema 56 del lunes 16 de mayo que quisimos
resolverlo en forma de abecegrama inverso y el poema 57 del martes, 17 de mayo.
LVI. LUNES, 11 DE
MAYO DE 2020
Zozobra.
Ya presentía su respuesta,
xilografiada en el aire.
Walt Whitman lo predijo en sus Hojas de hierba.
Vuela el pájaro sobre el río limpio.
Un canto suena entre los árboles.
Tiento la plenitud de este prodigio.
Sereno el cielo, calma mi naufragio
rumbo al horizonte rosado,
que pinta de colores el día.
Pone el acento musical en las ondas del aire.
¡Oh,
mar inmenso!
Ñandú que sale corriendo de este raro
abecedario.
Nada quiebra su huida, ni el ombú de la pampa,
mas él sabe que debe correr, huir.
Llueve copiosamente y relampaguea,
Luminosa es la luz que precede al rayo.
Kilómetros le separan del mar.
Junto a la orilla, tu sonrisa,
inolvidable y eterna,
honda y bondadosa,
guarda la esencia del principio
fundida en la noche.
Esperanzada,
divisará en el horizonte,
con un atisbo de asombro, un
bello y feliz
amanecer venciendo la zozobra de un mal sueño.
LVII. MARTES, 12 DE MAYO DE 2020
Saludo el despertar de un verso blanco
que se quedó
dormido
sobre la greda de tu
piel
y los besos
que secaron
mis lágrimas de niña
mientras me mecías
en tus brazos.
Y las miradas
que acariciaron mis
sueños
mientras en tu
regazo yo crecía.
Saludo a esa mañana que viene a buscarme
con sus brazos
extendidos.
El verso en una oda alaba
al monte, al río y a
la nube.
Dime, en qué mar
arrojas tu música,
en qué ola tu ritmo,
en qué eternidad tu
alma.
Dime si al despertar
enuncias el día,
si tú lo tejes con
manos abiertas,
dime cómo lo pintas
de blanco.
Blanco verso que
vive ahí, en tu piel de niña,
¡oh corazón
diminuto,
corazón hermoso que
quiere latir!
Niña de verso libre que amaneces
y trenzas con tus
delicadas manos
diademas de
caricias,
que con una rama
dibujas la
superficie del río
en el que se mira
más de un bello narciso.
Hoy he visto la
transparencia del verbo,
agrandado por la
resurrección de los sueños.
Todo tiene un final,
todo termina.
El día se despide en
su arrebol.