martes, 28 de agosto de 2012

Algo sobre Lawrence Durrell + El don

-->
Para conmemorar el centenario del nacimiento de Lawrence Durrell , reproduzco un fragmento de Justine, publicada en 1957 y primera de las cuatro obras  que conforman El Cuarteto de Alejandría


Las cigarras chirrían en los grandes plátanos, y el Mediterráneo se extiende ante mí en todo el esplendor estival de su azul magnético. En alguna parte, más allá del tembloroso horizonte malva está África, Alejandría todavía presente, todavía dueña de mis afectos por obra de los recuerdos que poco a poco se van fundiendo en el olvido; recuerdos de amigos, de cosas acaecidas hace mucho tiempo. La lenta irrealidad del tiempo empieza a arrebatarlos, borrando sus contornos, y a veces llego a preguntarme si estas páginas relatan las acciones de hombres y mujeres de carne y hueso, o si son tan sólo la historia de unos pocos objetos inanimados que precipitaron el drama a su alrededor: un parche negro, una llave de reloj y un par de alianzas sin dueño...
Pronto será de noche y el cielo transparente se cubrirá de un denso polvo de estrellas estivales. Estaré aquí como siempre, fumando, junto al agua. He decidido no contestar la última carta de Clea. No quiero seguir forzando a nadie, no quiero hacer promesas, pensar la vida en términos de pactos. Resoluciones, compromisos. Clea interpretará mi silencio  según sus propias necesidades y deseos, y vendrá o no vendrá; ella es quien debe decidirlo. ¿Acaso no depende todo de nuestra manera de interpretar el silencio que nos rodea?

                                                 Fragmento de Justine  (1957)

                                                 Autor: Lawrence Durrell (1912-1990)
                                                                  
                                               
Concluida la cuarta parte de Justine, bajo el título Temas de trabajo hay una traducción de dos poemas de Cavafis (1863-1933), poeta griego nacido en Alejandría, donde pasó parte de su vida. 


                                   LA CIUDAD

Te dices: Me marcharé
a otra tierra, a otro mar,
a una ciudad mucho más bella de lo que ésta
pudo ser o anhelar...
Esta ciudad donde cada paso aprieta el nudo corredizo,
un corazón en un cuerpo enterrado y polvoriento.
¿Cuánto tiempo tendré que quedarme,
confinado en estos tristes arrabales
del pensamiento más vulgar? Dondequiera que mire
se alzan las negras ruinas de mi vida.
Cuántos años he pasado aquí
derrochando, tirando, sin beneficio alguno...
No hay tierra nueva, amigo,  ni mar nuevo,
pues la ciudad te seguirá.
Por las mismas calles andarás interminablemente,
los mismos suburbios mentales van de la juventud a la vejez,
y en la misma casa acabarás lleno de canas...
La ciudad es una jaula.
No hay otro lugar, siempre el mismo
puerto terreno, y no hay barco
que te arranque a ti mismo. ¡Ah! ¿No comprendes
que al arruinar tu vida entera
en este sitio, la has malogrado
en cualquier parte del mundo?

                        LOS DIOSES ABANDONAN A ANTONIO

Cuando de pronto, a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona, que la esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo preparado,
deliberadamente, con un orgullo y una resignación
dignos de ti y de la ciudad
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha



Información hallada en enciclopedias y libros de consulta, dicen del autor que:
"Lawrence Durrell (1912-1990), novelista y poeta, hijo de padres británicos nació  en Darjeeling (India). Murió en Sommières (Francia) en 1990. Estudió en la India e Inglaterra. Lawrence era hermano del también escritor Gerald Durrell. Comenzó a escribir poesía y novelas en la década de 1930. Su primer éxito fue la novela autobiográfica El cuaderno negro, que escribió en París en 1938. Lo mejor de su obra se basa en gran medida en las experiencias y observaciones de sus largos periodos como diplomático en el extranjero, principalmente en Grecia, Chipre y Egipto. Cosechó su mayor éxito con El cuarteto de Alejandría, una tetralogía publicada originalmente por separado y en la que se incluyen Justine (1957), Balthazar (1958), Mountolive (1958) y Clea (1960). El cuarteto es un estudio del amor y las intrigas políticas en Alejandría antes y durante la II Guerra Mundial, y narra la misma historia desde el punto de vista de cada uno de sus personajes. La compleja estructura de la novela y su estilo elaborado evocan el ambiente exótico de la ciudad. La celda de Próspero (1945) y Limones amargos (1957) —lo mejor de su producción en opinión de algunos— describen la vida contemporánea en las islas de Kérkira (Corfú) y Chipre, respectivamente. Entre sus obras posteriores cabe citar Tunc (1968) y sus secuelas, Nunquam (1970), Monsieur (1975) y Quinx (1985).
La poesía de Durrell, en la que también se pone de manifiesto el poderoso uso evocativo del lenguaje, se recopiló en Poemas completos, 1931-1974 (1980). En 1969 publicó una colección de sus ensayos de viajes, El espíritu de un lugar."
 ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



  Poema de Alberto Iglesias Goñi , dedicado a los buenos escritores. 



                               El Don

                                                                                       

Surgió, allí donde el tuétano del tiempo se apelmaza
como un terciopelo de vida, el aliento del mundo,
vaharada de luz, sangre única de inteligencia,
intersticio sin fin donde lactan los elegidos.
Sin nacer ya tenían hueco de libertad joven.
Pasaron a dueños de la melodía anónima
del pensamiento unido a la palabra en su plástica
estampando alientos tintados en blancos sin brete.
Esa mocedad infinita para la creación
supone mirar desde la repisa del origen
donde brotan mareas de universos fantásticos
creando sueños de emancipación a quienes la rozan.



                                                      Sandua.
 Aoiz, 3 de agosto de 2012

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario