sábado, 13 de diciembre de 2014

Dos poemas de Esther de Cáceres



EL SILENCIO

Los pájaros 

desde el silencio

cantan.
Desde enjambres de amor y de tormento
cantan.
Desde prisiones y en la dilatada
casa del aire
cantan.
Entre cipreses de la muerte
cantan.
Pero un pájaro solo que ha atravesado el Fuego
solo en lo alto
solo y extático
en misteriosos cielos de silencio y alma
canta.
                                                       Esther de Cáceres (1903- 1971)
                                    
   


HUYES DE MIS MANOS...

Huyes de mis manos,
forma del vaso sencillo y seguro:
-¡pero desde el sueño te canto
como si tú también fueras sueño!

Huyes de mis manos
por caminos que ningún pájaro conoce;
y mi voz te persigue
heroica, como un secreto fino y terco.

¿Eres sólo una voz
callada y sin recuerdo?
¡Forma del vaso sencillo,
profunda como el sueño!...       
                                                 Esther de Cáceres (1903- 1971)

 
Esther de Cáceres



Alumna de Mª Eugenia Vaz Ferreira en la Universidad de Mujeres de Montevideo, Esther Correch de Cáceres fue poeta y ensayista. Nació en Montevideo el 4 de septiembre de 1903.

Se graduó en la Facultad de Medicina en el año de 1929, año en el que publicó su primer libro de poemas  Las ínsulas extrañas y compaginó el ejercicio de la medicina con la docencia universitaria de literatura.

Al contraer matrimonio con el psiquiatra  Alfredo Cáceres, adoptó el apellido de su marido.

Autora de una vasta producción poética: (1929) , Libro de soledad  (1933),  Concierto de amor (1944) ,  Madrigales, trances, saetas  (1947), Tiempo y abismo (1965) y Canto desierto (1969), son sus obras más destacadas.


Representó a Uruguay en diversos eventos intelectuales y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1933, 1934 y 1941.

Falleció en Rianjo el 3 de febrero de 1971.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

En el centenario del nacimiento de Alaíde Foppa





EL CORAZÓN

Dicen que es del tamaño
de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha
todo esto.

Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.                                         Alaíde Foppa



LAS VENAS

La floración azulada
de las venas
dibuja laberintos
misteriosos
bajo la cera de mi piel.
Tenue hidrografía
apenas aparente,
ágiles cauces que conducen
deseos y venenos
y entrañable alimento.


                                                                     Alaíde Foppa
 







LA SANGRE

Secreto corre el torrente
de mi sangre rápida.
Inmenso es el río
que en subterráneos meandros
madura
y nutre el ámbito
de mi vida profunda.
La cálida corriente
que me inunda
en la flor de la herida
se derrama.

                                                                    Alaíde Foppa






EL ALIENTO


No se de donde viene
el viento que me lleva,
el suspiro que me consuela,
el aire que acompasadamente
mueve mi pecho
y alienta
mi invisible vuelo.
Yo soy apenas
la planta que se estremece
por la brisa,
el sumiso instrumento,
la grácil flauta
que resuena
por un soplo de viento.            Alaíde Foppa







De madre guatemalteca y padre argentino, Alaíde Foppa nació en Barcelona el 3 de diciembre  de 1914.

Vivió algunos años en Argentina y pasó su adolescencia en Italia. donde estudió Historia del Arte y Letras. Casada con ciudadano guatemalteco adoptó la nacionalidad de su esposo, pero tuvo que exiliarse en México durante algunos años.

En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México desempeñó.la cátedra de Literatura Italiana y Sociología

En 1980, de regreso de su exilio fue catedrática en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Al poco tiempo sería secuestrada y desaparecida por la dictadura gubernamental.

De su obra poética merecen destacarse: La Sin Ventura, Los dedos de mi mano, Aunque es de noche, Guirnalda de Primavera, Elogio de mi cuerpo, Las palabras y el tiempo.

Tradujo alcastellano El ave Fénix de Paul Eluard.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Tres poemas de María Eugenia Vaz Ferreira

 HISTORIA PÓSTUMA 


Todo me lo diste, todo:
el ritmo azul de las cunas
en cuentos maravillosos
glosados de suaves músicas...

Las palabras melodiosas
divinas como el silencio,
las rosas de nieve y oro
perfumadas de secretos...


Las albas anunciadoras
de los venturosos días
henchidos de primaveras
refulgentes de sonrisas...

Las pálidas nebulosas
de los cielos taciturnos,
la soledad, el olvido
y la paz de los sepulcros.
                                            Mª Eugenia Vaz Ferreira (1875- 1924)



LA RIMA VACUA

Grito de sapo
llega hasta mí de las nocturnas charcas...
la tierra está borrosa y las estrellas
me han vuelto las espaldas.


Grito de sapo, mueca
de la armonía, sin tono, sin eco,
llega hasta mí de las nocturnas charcas...

La vaciedad de mi profundo hastío
rima con él el dúo de la nada.
                                                                        
                                                              Mª Eugenia Vaz Ferreira


VOZ DEL RETORNO

Nada le queda al náufrago; ya nada: ni siquiera
la dulce remembranza de un viejo sueño vano,
ni la marchita y frágil ala de una quimera
que al estrecharse deja su polvo entre la mano.

La media noche es tarde y el alba fue temprano,
y el orgulloso día le dijo al sol: “Espera”;
quien sin besarla aspira la flor de Primavera,
pasa como una sombra por el jardín humano.

Violetas de los prados en el solar fragante,
rosas de los pensiles rojas y perfumadas
que al pasajero abrieron su misterioso broche;

el náufrago retorna como una sombra errante,
sin una sola estrella de flámulas doradas
con que alumbrar el fondo de su infinita noche.

                                                              Mª Eugenia Vaz Ferreira


 
María Eugenia Vaz Ferreira




María Eugenia Vz Ferreira fue una poeta uruguaya nacida en Montevideo el 13 de julio de 1874. Contemporánea de Delmira  Agustini y de Herrera Reisig, es considerada como una poeta metafísica, con rasgos del romanticismo y simbolismo.

Sin recibir una educación formal, manifestó gran sensibilidad para la música. Era también intérprete de piano en círculos de su ciudad natal.

Dedicada por algún tiempo a la docencia, fue designada para dictar la Cátedra de Literatura en la Universidad de Mujeres. Sin embargo, su precaria salud la obligó a abandonar su trabajo, falleciendo el 20 de mayo de 1924, a los 49 años y  antes de ver publicada su obra.

Su producción literaria está compuesta por cuarenta poemas contenidos en su Isla de los Cánticos, publicada por su hermano Carlos -reconocido ensayista y filósofo- en 1925.