jueves, 30 de agosto de 2012

La mítica Ítaca y C. P. Cavafis


 LA MÍTICA ÍTACA

Si en la entrada anterior incluía dos poemas de Cavafis traducidos por Durrell, en esta nueva entrada incluyo uno de los poemas más conocidos del poeta de Alejandría : Itaca, la legendaria patria de Ulises, descrita en la Odisea por Homero. 


Ítaca, situada al oeste de Grecia es una de las islas del mar Jónico. Montañosa y rocosa, esta isla conserva numerosos restos arqueológicos. 


ITACA                                                                            

                                                                Constandinos Petros Cavafis

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.


        Versión de Pedro Bádenas de la Peña


 



Constandinos Cavafis (1863-1933), poeta griego, una figura fundamental de la literatura griega del siglo XX; hasta hace poco tiempo su nombre se transcribía como Konstantinos Petrous Kavafis. Nació en Alejandría (Egipto), donde pasó la mayor parte de su vida. Perfeccionista con sus escritos, Cavafis publicó poco durante su vida. Creó un estilo personal, algo solemne y arcaico, mezclado con el griego de su época. En sus versos se integran la historia helenística y bizantina con asuntos contemporáneos, como ocurre en dos de sus poemas más conocidos, 'El dios abandona a Antonio' e 'Ítaca', escritos en 1911.
Dos motivos inciden en su poética de forma recurrente. Son la evocación histórica, escrita en tercera persona, y sus poemas eróticos, en primera persona. Su lenguaje es muy elaborado, mezcla la lengua hablada y coloquial con expresiones clásicas.
La obra de Cavafis empezó a conocerse fuera de Grecia a través de las referencias del estudio de E. M. Forster sobre Alejandría, Alejandría: Historia y guía (1923). Desde 1930 su influencia fue importante no sólo en los jóvenes griegos, sino también en escritores extranjeros, y a partir de esta época los escritos críticos sobre su obra se multiplican. Un nuevo empuje de la obra de Cavafis tuvo lugar con la publicación del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell (1957-1960). En el centenario de su nacimiento, 1957, se publicaron traducciones de sus obras en casi toda Europa. Poetas como Luis Cernuda, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Ramón Irigoyen, entre otros,  han traducido y estudiado sus poemas.








martes, 28 de agosto de 2012

Algo sobre Lawrence Durrell + El don

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Para conmemorar el centenario del nacimiento de Lawrence Durrell , reproduzco un fragmento de Justine, publicada en 1957 y primera de las cuatro obras  que conforman El Cuarteto de Alejandría


Las cigarras chirrían en los grandes plátanos, y el Mediterráneo se extiende ante mí en todo el esplendor estival de su azul magnético. En alguna parte, más allá del tembloroso horizonte malva está África, Alejandría todavía presente, todavía dueña de mis afectos por obra de los recuerdos que poco a poco se van fundiendo en el olvido; recuerdos de amigos, de cosas acaecidas hace mucho tiempo. La lenta irrealidad del tiempo empieza a arrebatarlos, borrando sus contornos, y a veces llego a preguntarme si estas páginas relatan las acciones de hombres y mujeres de carne y hueso, o si son tan sólo la historia de unos pocos objetos inanimados que precipitaron el drama a su alrededor: un parche negro, una llave de reloj y un par de alianzas sin dueño...
Pronto será de noche y el cielo transparente se cubrirá de un denso polvo de estrellas estivales. Estaré aquí como siempre, fumando, junto al agua. He decidido no contestar la última carta de Clea. No quiero seguir forzando a nadie, no quiero hacer promesas, pensar la vida en términos de pactos. Resoluciones, compromisos. Clea interpretará mi silencio  según sus propias necesidades y deseos, y vendrá o no vendrá; ella es quien debe decidirlo. ¿Acaso no depende todo de nuestra manera de interpretar el silencio que nos rodea?

                                                 Fragmento de Justine  (1957)

                                                 Autor: Lawrence Durrell (1912-1990)
                                                                  
                                               
Concluida la cuarta parte de Justine, bajo el título Temas de trabajo hay una traducción de dos poemas de Cavafis (1863-1933), poeta griego nacido en Alejandría, donde pasó parte de su vida. 


                                   LA CIUDAD

Te dices: Me marcharé
a otra tierra, a otro mar,
a una ciudad mucho más bella de lo que ésta
pudo ser o anhelar...
Esta ciudad donde cada paso aprieta el nudo corredizo,
un corazón en un cuerpo enterrado y polvoriento.
¿Cuánto tiempo tendré que quedarme,
confinado en estos tristes arrabales
del pensamiento más vulgar? Dondequiera que mire
se alzan las negras ruinas de mi vida.
Cuántos años he pasado aquí
derrochando, tirando, sin beneficio alguno...
No hay tierra nueva, amigo,  ni mar nuevo,
pues la ciudad te seguirá.
Por las mismas calles andarás interminablemente,
los mismos suburbios mentales van de la juventud a la vejez,
y en la misma casa acabarás lleno de canas...
La ciudad es una jaula.
No hay otro lugar, siempre el mismo
puerto terreno, y no hay barco
que te arranque a ti mismo. ¡Ah! ¿No comprendes
que al arruinar tu vida entera
en este sitio, la has malogrado
en cualquier parte del mundo?

                        LOS DIOSES ABANDONAN A ANTONIO

Cuando de pronto, a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona, que la esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo preparado,
deliberadamente, con un orgullo y una resignación
dignos de ti y de la ciudad
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha



Información hallada en enciclopedias y libros de consulta, dicen del autor que:
"Lawrence Durrell (1912-1990), novelista y poeta, hijo de padres británicos nació  en Darjeeling (India). Murió en Sommières (Francia) en 1990. Estudió en la India e Inglaterra. Lawrence era hermano del también escritor Gerald Durrell. Comenzó a escribir poesía y novelas en la década de 1930. Su primer éxito fue la novela autobiográfica El cuaderno negro, que escribió en París en 1938. Lo mejor de su obra se basa en gran medida en las experiencias y observaciones de sus largos periodos como diplomático en el extranjero, principalmente en Grecia, Chipre y Egipto. Cosechó su mayor éxito con El cuarteto de Alejandría, una tetralogía publicada originalmente por separado y en la que se incluyen Justine (1957), Balthazar (1958), Mountolive (1958) y Clea (1960). El cuarteto es un estudio del amor y las intrigas políticas en Alejandría antes y durante la II Guerra Mundial, y narra la misma historia desde el punto de vista de cada uno de sus personajes. La compleja estructura de la novela y su estilo elaborado evocan el ambiente exótico de la ciudad. La celda de Próspero (1945) y Limones amargos (1957) —lo mejor de su producción en opinión de algunos— describen la vida contemporánea en las islas de Kérkira (Corfú) y Chipre, respectivamente. Entre sus obras posteriores cabe citar Tunc (1968) y sus secuelas, Nunquam (1970), Monsieur (1975) y Quinx (1985).
La poesía de Durrell, en la que también se pone de manifiesto el poderoso uso evocativo del lenguaje, se recopiló en Poemas completos, 1931-1974 (1980). En 1969 publicó una colección de sus ensayos de viajes, El espíritu de un lugar."
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  Poema de Alberto Iglesias Goñi , dedicado a los buenos escritores. 



                               El Don

                                                                                       

Surgió, allí donde el tuétano del tiempo se apelmaza
como un terciopelo de vida, el aliento del mundo,
vaharada de luz, sangre única de inteligencia,
intersticio sin fin donde lactan los elegidos.
Sin nacer ya tenían hueco de libertad joven.
Pasaron a dueños de la melodía anónima
del pensamiento unido a la palabra en su plástica
estampando alientos tintados en blancos sin brete.
Esa mocedad infinita para la creación
supone mirar desde la repisa del origen
donde brotan mareas de universos fantásticos
creando sueños de emancipación a quienes la rozan.



                                                      Sandua.
 Aoiz, 3 de agosto de 2012

 

 



martes, 31 de julio de 2012

Algunas imágenes II


                                         
                                             
                                                   
                                          

lunes, 23 de julio de 2012

Algunas imágenes I

                                                      Fotos: M. S. Latasa Miranda

                                                           Fotos: M. S. Latasa Miranda
                                  

                                                        Fotos: M. S. Latasa Miranda

                                                         Fotos: M. S. Latasa Miranda


                                         

Fragmento de Esther Tusquets

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Ha fallecido el 23 de julio, a la edad de 75 años la editora, escritora y ensayista Esther Tusquets. Había nacido en Barcelona en 1936, ciudad donde residió casi permanentemente. Cursó estudios secundarios en el Colegio Alemán, y Filosofía y Letras (especialidad de Historia) en las universidades de Barcelona y Madrid. Dirigió durante cuarenta años Editorial Lumen.
Se inició tardíamente como escritora, en 1978, con la novela El mismo mar de todos los veranos a la que siguieron  El amor es un juego solitario, Varada tras el último naufragio, Para no volver, Con la miel en los labios, Correspondencia privada y ¡Bingo! Ha publicado, además, dos volúmenes de relatos (Siete miradas en un mismo paisaje, La niña lunática y otros cuentos),  Confesiones de una editora poco mentirosa, la recopilación de textos ensayísticos Prefiero ser mujer y varios libros para niños. Sus novelas han sido traducidas a diversos idiomas, obteniendo un notable éxito de crítica. Habíamos ganado la guerra (Bruguera 2007) es el primer volumen de sus memorias, al que siguió Confesiones de una vieja dama indigna (2009) y Tiempos que fueron (2012), coautora junto con su hermano  Oscar Tusquets.



(….)Así pues, merodeo con creciente frecuencia y toques de morbosidad por los parajes donde viví de joven y de niña. Vuelvo en peregrinaje a los lugares de mis primeros años (leí no hace mucho no sé dónde una declaración: “Siempre sentimos nostalgia de los lugares donde fuimos jóvenes”, y me pareció revelador que el entrevistado, que ni recuerdo quién era, dijera “donde fuimos jóvenes” y no “donde fuimos felices), y ésta es la razón básica por la que no podría residir en otra ciudad que la mía, la ciudad donde me han acontecido más cosas, ésta es la razón por la que cualquier otra ciudad equivaldría a un destierro. Y busco el reencuentro con los viejos amigos que siguen vivos –todavía muchos, todavía, ¿por cuánto tiempo?, mayoría-, y me hablan de las enfermedades y éxitos escolares de sus nietos, de que han estado en Londres y les ha parecido muy sucio,me hablan de las ventajas de su próxima jubilación, y no me atrevo a protestar que las enfermedades y los éxitos de unos nietos que apenas conozco me traen sin cuidado, no me atrevo a replicar que Londres  me parece una ciudad hermosa y que nunca he repararado en que estuviera sucia, que me parecen un disparate los planes de jubilación (¿no estábamos ayer mismo intentando abrirnos camino en nuestra vida profesional?), que lo que de verdad pretendo, lo que espero de ellos, es resucitar jirones de un pasado compartido (con cada ser querido que muere, que de un modo u otro perdemos, se nos escapan pedazos de nuestra propia vida, de modo que lloro tanto por ellos como por mí misma), a veces más real, a menudo más multicolor, que cuanto nos está acaeciendo ahora, la recuperación de un tiempo perdido que temo no poder llevar a buen puerto sin su ayuda.
            Hasta que al llegar al final – un final que en la juventud me parecía aterrador, en la madurez me sublevaba, pero que estoy ahora muy cerca de aceptar-, al caer definitivamente para mí el telón y desaparecer yo definitivamente  de escena, confluyan en un mismo punto el pasado, el presente y el futuro, y mis historias desgarradas, deshilachadas, pasen a engrosar el amplio torrente que desemboca en el mar común de todas las historias.
          
                                                                                    Esther Tusquets

                             Fragmento de “Correspondencia privada” 
                              Editorial Anagrama, S. A. (2001)
                            
    
     

jueves, 19 de julio de 2012

Fotos de Santa Fe (Urraúl Alto)

                                                                                   Fotos: M. S. Latasa Miranda

                                   Burgui (Valle de Roncal)                                  
                                                                                                                        Fotos: M. S. Latasa     




sábado, 14 de julio de 2012

Un paseo por Pamplona

                                                             Fotos: M. S. Latasa

                                                                 Fotos : M. S. Latasa
Museo de Navarra 
                                                                           Fotos: M. S. Latasa