miércoles, 8 de julio de 2015

Tres poemas de Rosa Chacel

 
 UNA MÚSICA OSCURA, TEMBLOROSA...

                                                                     A María Zambrano

Una música oscura, temblorosa,
cruzada de relámpagos y trinos,
de maléficos hálitos, divinos,
del negro lirio y de la ebúrnea rosa.

Una página helada, que no osa
copiar la faz de inconciliables sinos.
Un nudo de silencios vespertinos
y una duda en su órbita espinosa.

Sé que se llamó amor. No he olvidado,
tampoco, que seráficas legiones,
hacen pasar las hojas de la historia.

Teje tu tela en el laurel dorado,
mientras oyes zumbar los corazones,
y bebe el néctar fiel de tu memoria.

                                           Rosa Chacel




ANTINOO

Tu nariz pensativa sostiene la balanza de tus hombros,
tan breve el balanceo quedaron en el fiel diestra y siniestra.
Dentro está el péndulo
dispuesto a señalar con su parada el perfecto equilibrio,
dispuesto a detenerse en el instante
en que comienza lo que no termina.

Tu nariz pensativa, meditativa y contempladora
de ti mismo,
de su último aliento se despide.
¡En él tu juventud, épico aroma!

                                          Rosa Chacel





LOS MARINEROS
                                                         
                             Para Luis y Stanley

Ellos son los que viven sin nacer a la tierra:
no les sigáis con vuestros ojos,
vuestra mirada dura, nutrida de firmezas,
cae a sus pies como impotente llanto.

Ellos son los que viven en el líquido olvido,
oyendo sólo el corazón materno que les mece,
el pulso de la calma o la borrasca
como el misterio o canto de un ámbito entrañable.


París, 1938
                                          Rosa Chacel




 
Rosa Chacel


Rosa Chacel nació en Valladolid el 3 de junio  de 1898.
En 1908 su familia se trasladó a Madrid  y estudió escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, desde 1915  hasta 1918.

Casada  en 1922 con el pintor Timoteo Pérez, vivieron durante un tiempo en Roma y al regresar a Madrid en 1927, se integró con la recién nacida Generación del 27, colaborando  en la  Revista de Occidente y en La Gaceta Literaria y participando en las tertulias literarias de la botillería de Pombo y el Ateneo de Madrid.

A raíz de la Guerra Civil Española el matrimonio se exilió en Paris y posteriormente en Buenos Aires y Río de Janeiro, donde continuó su carrera literaria, gracias a la cual, obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim que la llevó a vivir por algún tiempo en Nueva York. De su largo periplo de exliada, regresó ya viuda a Madrid en 1974.
Aunque la labor como escritora de Rosa Chacel es muy amplia y está formada por novelas, ensayos, cuentos y poesía, ante todo destaca como novelista. Es autora de Estación ida y vuelta (1930), Teresa (1941), Memorias de Leticia Valle (1945), La sinrazón (1960), La confesión (1971), Saturnal y Desde el amanecer (1972).
La más significativa es  Barrio de maravillas (1976), obra por la que recibió el Premio de la Crítica, en la que recuerda el Madrid de principios de siglo XX y encabeza  la trilogía seguida por Acrópolis (1984) y Ciencias naturales (1988) donde explora los entresijos del exilio y el regreso.
En la antología Poesía (1931-1991) recoge los libros de versos A la orilla de un pozo y Versos prohibidos.
Su estilo se caracteriza por una gran introspección e intimismo a través del cual retrata el mundo exterior en sus míltiples facetas.
La mayor parte de sus libros fueron escritos en el exilio y no tuvieron repercusión en España hasta su retorno. Fue galardonada con  el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1987, el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Valladolid  en 1989 y el Premio Castilla y León de las Letras en 1990.
Falleció en Madrid el 27 de julio de 1994, a los 96 años  y fue enterrada en Valladolid.         












miércoles, 1 de julio de 2015

Dos sonetos de Juan José Domenchina

Paisaje de Guadarrama de Aureliano Beruete




REMEMBRANZA


Aquel aire cernido, transparente;
aquella luz filtrada, maravilla
que aquel sol acrisola, ni amarilla
ni azul: azul de oro exactamente...

Aquella lejanía, inmensamente
llana y sin una sombra, de Castilla,
donde hasta el ocre de la tierra brilla
limpio en el tiemblo de la luz caliente...

Aquel ir sin llegar, perpetuamente
por la llanura interminable, orilla
de aquel mar que es cielo transparente…

Aquella luz... suspensa, ni amarilla
ni azul – azul de oro exactamente-,
entre las nubes blancas de Castilla...

                     De Perpetuo arraigo

                   Juan José Domenchina






CASTILLA, SOL A SOLAS…



Castilla, sol a solas. Tierra andante

y cielo inmóvil. Dicen que es demencia

esta cordura sorda – la paciencia
sofocada y al paso – del viandante.

Ni un árbol. Va sin sombra el hombre errante.
Y anda penosamente. Su insistencia
en seguir avanzando es diligencia
inútil. – No camines, caminante,

porque el polvo que pisas va adelante,
hacia la lejanía. Ten conciencia
de que tienes al lado lo distante

(lo alcanzas con los ojos), y la urgencia
no existe en este llano alucinante
lleno de soledad y transparencia-.

             De El extrañado y otros poemas
                     
                        Juan José Domenchina


 
El Arrabal de Toledo de Aureliano Beruete


El escritor y crítico literario Juan José Domenchina Moreu  nació en Madrid el 18 de mayo de 1898  y murió en México el 27 de octubre de 1959.

Fue en Madrid donde estudió el bachillerato y Magisterio en la Escuela Normal de Toledo, pero nunca llegó a ejercer. Desde muy joven colaboró con sus críticas  literarias  en periódicos y revistas, entre los cuales cabe citar:  Los Lunes de El Imparcial, España, La Pluma, Revista de Occidente y El Sol, firmando como Gerardo Rivera. Durante la República asistía asiduamente a la tertulia del Hotel Regina y fue secretario de Manuel Azaña.

En noviembre de 1936 contrajo matrimonio con la poeta Ernestina de Champourcín y finalizada la guerra, en 1939,  partieron al exilio fijando su residencia en México.

La crítica considera a Domenchina, por su edad y formación dentro del grupo de los poetas de la  Generación del 27; sin embargo, a partir de 1947 su estilo cambió de forma radical.

A su primer libro publicado en 1917, bajo el título  Del poema eterno  siguieron  Las interrogaciones del silencio (1918), La corporeidad de lo abstracto (1929), en su mayor parte constituido por una serie de sonetos;  El tacto fervoroso (1930), Dédalo (1932), Margen (1933) y Elegías barrocas (1934). En todos ellos  el simbolismo, la influencia de la poesía pura al estilo de Paul Valéry y  Juan Ramón Jiménez  dejaron su huella.

Durante el exilio publicó libros significativos: Destierro (1942), Pasión de sombra (1944), Tres elegías jubilares (1946), la segunda de ellas dedicada a Azaña; La sombra desterrada (1950) y El extrañado (1958), considerado el mejor libro de esta fase donde sus poemas alcanzan mayor calidad estética y humana, marcados por la nostalgia, desolación y cierto aire pesimista.

Como novelista, escribió la novela corta El hábito ( 1920) y La túnica de Neso (1929), ambas de corte vanguardista.

miércoles, 24 de junio de 2015

Cuatro poemas de Ernestina de Champourcin



SI DERRIBAS EL MURO...

¡Si derribas el muro
qué gozo en todas partes!
¡Qué lazo de palabras
se sentirá en la tierra!
Y todo será nuevo,
como recién nacido...
Si derribas el muro
de todas las mentiras
¡Qué júbilo de amor
abierto sobre el mundo!
¡Qué horizonte sin nubes
en la curva del cielo!
 
                     Ernestina de Champourcin

                  De  Primer exilio

LAXITUD

La tarde gris y triste me agobia,
tengo sueño;
estiro lentamente
mis dos brazos abiertos
que se prenden al aire;
quieren cazar el tiempo,
aprisionarlo pronto,
robarle su secreto,
deshacer bruscamente sus límites estrechos.
Quiero llorar: no sé;
quiero reír: no puedo.
Los deseos
se estrellan contra la inexorable inercia
del silencio;
sobre mi corazón rueda grávido al peso
de la existencia toda.
Al fin me desperezo.
Logro romper el cerco
del malsano sopor,
pero apenas lo venzo
ya me torna a invadir
quedamente su tedio.
Luego...
Ya no sé más;
suspiro,
me paseo,
exprimo el tormentoso
lagar de mi cerebro,
destilo el elixir de su inquietud
en mi pecho...
Sujeto en mi memoria
repite el pensamiento;
la tarde gris y triste me agobia,
¡tengo sueño!...
                                Ernestina de Champourcin
                                                   
                                   De En silencio
 
AMOR DE CADA INSTANTE...


Amor de cada instante...
duro amor sin delicias: cadena cruz, cilicio,
gloria ausente, esperada,
gozo y tortura a un tiempo;
realidad de los siglos, gracias por ser y estar
en el nunca y el siempre.

Pues , mi ejercicio, ahora, es amarte en la ausencia,
y aferrarme a esta nada porque también es tuya
y beber ese polvo de soledad y vacío
que es Tu don del momento y Tu clara promesa.

Y por eso me obstino contra lo más cercano,
huyendo de lo fácil -metal a flor de agua-,
y si acepto por Ti lo que todos entienden,
por Ti también me acojo a lo que nadie sabe.

Y así voy caminando por este desconcierto
oscuro y luminoso, por este amor amargo,
veteado de gloria...

                            Ernestina de Champourcin

                                          De Cartas cerradas
       

TIEMPO DE MAR

El mar me pertenece
lo hago pasar entero
entre mis manos ávidas.
Lo acaricio le doy
la única mirada
sencilla que me queda
la que aún no han manchado
ni el miedo ni la muerte.

Mar limpio entre mis dedos
goteando esperanzas
porque sostiene aún
un velamen con brisa.

Mar de todos los mares
hoy contemplo en su espuma
otros mares antiguos:
aquel de mi primer
contacto con las playas
y el de aquellas lecturas
codiciosas e incómodas
bajo algún tamarindo.
y aquel otro del trópico
sin huellas de turistas
con esa pulpa tierna
que ofrece el cocotero.

Quiero olvidar aquí
lo que sucedió anoche.
el mar no tiene culpa.
Es dócil, mío, puro,
es un lebrel que lame
mis plantas mansamente.


                  Ernestina de Champourcin

                  De  Primer exilio







Ernestina de Champourcin


Ernestina de Champourcin nació  en Vitoria (Álava) el 10 de julio de 1905.
Su infancia transcurrió en Madrid donde cursó el bachillerato , aprendió francés e inglés, se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta también y secretario del presidente Manuel Azaña.

Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y  se la relaciona con los poetas de la Generación del 27.
En una primera etapa , entre sus libros publicados cronológicamente encontramos : En silencio (1926), Ahora (1928), La voz en el viento (1931) y Cántico inútil (1936). Se produce la transición desde una poesía tardo romántica y de influencia modernista, hacia la poesía pura , muy próxima a la de Juan Ramón Jiménez.

En 1939 junto a su marido partió al exilio, fijando su residencia en  México donde permaneció hasta 1972, año en que regresó a Madrid. Durante su estancia en México trabajó como traductora y tras un largo silencio, el libro   Presencia a oscuras (1952) marcó el inicio de una nueva etapa caracterizada por el talante introspectivo, un mirar hacia dentro, una búsqueda de trascendencia e inquietud religiosa.  Un año después del  fallecimiento de su esposo publicó en 1960 El nombre que me diste, al que seguirían  Cárcel de los sentidos (1964). Hai-kais espirituales (1967), Cartas cerradas (1968),  Poemas del ser y del estar (1972),

Una tercera etapa (1974 -1991) tendría lugar  a su regreso del exilio,  caracterizada por la evocación de tiempos y lugares y  según los expertos, constituye una recapitulación y epílogo de una poesía cada vez más intimista y trascendente. Así en  Primer exilio (1978) Huyeron todas las islas (1988), Del vacío y sus dones en 1993 y Presencia del Pasado en 1996.

Sólo a partir de 1989 se inició el reconocimiento de su obra, con galardones como el premio Euskadi de Poesía,  el Premio Mujer Progresista , la nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992, y la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997.
Murió en Madrid el 27 de  marzo de 1999, a los 93 años.