miércoles, 24 de junio de 2015

Cuatro poemas de Ernestina de Champourcin



SI DERRIBAS EL MURO...

¡Si derribas el muro
qué gozo en todas partes!
¡Qué lazo de palabras
se sentirá en la tierra!
Y todo será nuevo,
como recién nacido...
Si derribas el muro
de todas las mentiras
¡Qué júbilo de amor
abierto sobre el mundo!
¡Qué horizonte sin nubes
en la curva del cielo!
 
                     Ernestina de Champourcin

                  De  Primer exilio

LAXITUD

La tarde gris y triste me agobia,
tengo sueño;
estiro lentamente
mis dos brazos abiertos
que se prenden al aire;
quieren cazar el tiempo,
aprisionarlo pronto,
robarle su secreto,
deshacer bruscamente sus límites estrechos.
Quiero llorar: no sé;
quiero reír: no puedo.
Los deseos
se estrellan contra la inexorable inercia
del silencio;
sobre mi corazón rueda grávido al peso
de la existencia toda.
Al fin me desperezo.
Logro romper el cerco
del malsano sopor,
pero apenas lo venzo
ya me torna a invadir
quedamente su tedio.
Luego...
Ya no sé más;
suspiro,
me paseo,
exprimo el tormentoso
lagar de mi cerebro,
destilo el elixir de su inquietud
en mi pecho...
Sujeto en mi memoria
repite el pensamiento;
la tarde gris y triste me agobia,
¡tengo sueño!...
                                Ernestina de Champourcin
                                                   
                                   De En silencio
 
AMOR DE CADA INSTANTE...


Amor de cada instante...
duro amor sin delicias: cadena cruz, cilicio,
gloria ausente, esperada,
gozo y tortura a un tiempo;
realidad de los siglos, gracias por ser y estar
en el nunca y el siempre.

Pues , mi ejercicio, ahora, es amarte en la ausencia,
y aferrarme a esta nada porque también es tuya
y beber ese polvo de soledad y vacío
que es Tu don del momento y Tu clara promesa.

Y por eso me obstino contra lo más cercano,
huyendo de lo fácil -metal a flor de agua-,
y si acepto por Ti lo que todos entienden,
por Ti también me acojo a lo que nadie sabe.

Y así voy caminando por este desconcierto
oscuro y luminoso, por este amor amargo,
veteado de gloria...

                            Ernestina de Champourcin

                                          De Cartas cerradas
       

TIEMPO DE MAR

El mar me pertenece
lo hago pasar entero
entre mis manos ávidas.
Lo acaricio le doy
la única mirada
sencilla que me queda
la que aún no han manchado
ni el miedo ni la muerte.

Mar limpio entre mis dedos
goteando esperanzas
porque sostiene aún
un velamen con brisa.

Mar de todos los mares
hoy contemplo en su espuma
otros mares antiguos:
aquel de mi primer
contacto con las playas
y el de aquellas lecturas
codiciosas e incómodas
bajo algún tamarindo.
y aquel otro del trópico
sin huellas de turistas
con esa pulpa tierna
que ofrece el cocotero.

Quiero olvidar aquí
lo que sucedió anoche.
el mar no tiene culpa.
Es dócil, mío, puro,
es un lebrel que lame
mis plantas mansamente.


                  Ernestina de Champourcin

                  De  Primer exilio







Ernestina de Champourcin


Ernestina de Champourcin nació  en Vitoria (Álava) el 10 de julio de 1905.
Su infancia transcurrió en Madrid donde cursó el bachillerato , aprendió francés e inglés, se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta también y secretario del presidente Manuel Azaña.

Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y  se la relaciona con los poetas de la Generación del 27.
En una primera etapa , entre sus libros publicados cronológicamente encontramos : En silencio (1926), Ahora (1928), La voz en el viento (1931) y Cántico inútil (1936). Se produce la transición desde una poesía tardo romántica y de influencia modernista, hacia la poesía pura , muy próxima a la de Juan Ramón Jiménez.

En 1939 junto a su marido partió al exilio, fijando su residencia en  México donde permaneció hasta 1972, año en que regresó a Madrid. Durante su estancia en México trabajó como traductora y tras un largo silencio, el libro   Presencia a oscuras (1952) marcó el inicio de una nueva etapa caracterizada por el talante introspectivo, un mirar hacia dentro, una búsqueda de trascendencia e inquietud religiosa.  Un año después del  fallecimiento de su esposo publicó en 1960 El nombre que me diste, al que seguirían  Cárcel de los sentidos (1964). Hai-kais espirituales (1967), Cartas cerradas (1968),  Poemas del ser y del estar (1972),

Una tercera etapa (1974 -1991) tendría lugar  a su regreso del exilio,  caracterizada por la evocación de tiempos y lugares y  según los expertos, constituye una recapitulación y epílogo de una poesía cada vez más intimista y trascendente. Así en  Primer exilio (1978) Huyeron todas las islas (1988), Del vacío y sus dones en 1993 y Presencia del Pasado en 1996.

Sólo a partir de 1989 se inició el reconocimiento de su obra, con galardones como el premio Euskadi de Poesía,  el Premio Mujer Progresista , la nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992, y la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997.
Murió en Madrid el 27 de  marzo de 1999, a los 93 años.





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