Paisaje de Guadarrama de Aureliano Beruete |
REMEMBRANZA
Aquel
aire cernido, transparente;
aquella
luz filtrada, maravilla
que
aquel sol acrisola, ni amarilla
ni
azul: azul de oro exactamente...
Aquella
lejanía, inmensamente
llana
y sin una sombra, de Castilla,
donde
hasta el ocre de la tierra brilla
limpio
en el tiemblo de la luz caliente...
Aquel
ir sin llegar, perpetuamente
por
la llanura interminable, orilla
de
aquel mar que es cielo transparente…
Aquella
luz... suspensa, ni amarilla
ni
azul – azul de oro exactamente-,
entre
las nubes blancas de Castilla...
De Perpetuo arraigo
Juan José Domenchina
CASTILLA, SOL A SOLAS…
Castilla, sol a solas. Tierra andante
y cielo inmóvil. Dicen que es demencia
esta cordura sorda – la paciencia
sofocada y al paso – del viandante.
Ni un árbol. Va sin sombra el hombre
errante.
Y anda penosamente. Su insistencia
en seguir avanzando es diligencia
inútil. – No camines, caminante,
porque el polvo que pisas va adelante,
hacia la lejanía. Ten conciencia
de que tienes al lado lo distante
(lo alcanzas con los ojos), y la
urgencia
no existe en este llano alucinante
lleno de soledad y transparencia-.
De El extrañado y otros poemas
Juan José Domenchina
El escritor y crítico
literario Juan José
Domenchina Moreu nació en Madrid el 18 de mayo de
1898 y murió en México el 27 de
octubre de 1959.
Fue en Madrid donde
estudió el bachillerato y Magisterio en la Escuela Normal de Toledo, pero nunca
llegó a ejercer. Desde muy joven colaboró con sus críticas literarias en periódicos
y revistas, entre los cuales cabe citar: Los Lunes de El Imparcial, España,
La Pluma, Revista de
Occidente y El Sol, firmando como Gerardo Rivera. Durante la República asistía asiduamente a la
tertulia del Hotel Regina y fue secretario de Manuel Azaña.
En noviembre de 1936 contrajo matrimonio con
la poeta Ernestina de Champourcín y finalizada la guerra, en 1939, partieron al exilio fijando su residencia en
México.
La crítica considera a Domenchina, por su
edad y formación dentro del grupo de los poetas de la Generación del 27; sin embargo, a partir de 1947 su estilo
cambió de forma radical.
A su primer libro publicado en 1917, bajo el
título Del poema eterno siguieron Las
interrogaciones del silencio (1918), La corporeidad de lo abstracto (1929),
en su mayor parte constituido por una serie de sonetos; El tacto fervoroso (1930), Dédalo (1932), Margen (1933) y Elegías barrocas (1934). En todos ellos el simbolismo, la influencia de la poesía pura
al estilo de Paul Valéry y Juan
Ramón Jiménez dejaron su huella.
Durante el exilio
publicó libros significativos: Destierro (1942), Pasión de sombra (1944), Tres elegías jubilares (1946), la segunda de ellas dedicada a Azaña; La
sombra desterrada (1950) y El
extrañado (1958), considerado el
mejor libro de esta fase donde sus poemas alcanzan mayor calidad estética y
humana, marcados por la nostalgia, desolación y cierto aire pesimista.
Como novelista,
escribió la novela corta El hábito
( 1920) y La túnica de
Neso (1929), ambas de corte
vanguardista.
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