miércoles, 6 de noviembre de 2013

Recordando a Albert Camus en el centenario de su nacimiento




Albert Camus



















 Cuando se cumplen cien años de su nacimiento, he aquí la carta que Albert Camus escribió a uno de sus  maestros,  Louis Germain, al recibir el premio Nobel de literatura en 1957.  Junto a  su madre era  la persona a quien recordaba con enorme gratitud como puede comprobarse en El primer hombre, obra en la que se hallaba trabajando en el momento de su muerte y en la que narra su infancia en Argelia. Evoca a sus padres: su progenitor muerto en la Primera Guerra Mundial y a quien no llegó a conocer  y su madre, mujer sacrificada y silenciosa, a quien admira.  Además de su familia refiere sus juegos infantiles, la escuela, sus profesores. En esos recuerdos cobran sentido el mundo, el dolor, la tierra, la madre, los hombres, el desierto, el honor, la miseria, el verano y el mar.

       Hijo de un campesino francés y de una española natural  de  Mahón (Menorca) ,  Albert Camus  nació en Mondovi (actualmente Drean, Argelia), el 7 de noviembre de 1913, y comenzó a estudiar Filosofía en la Universidad de Argel, pero tuvo que abandonar  sus estudios  debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras dirigidas a las clases trabajadoras; también trabajó como periodista y viajó mucho por Europa. En 1939, publicó Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris-Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa contra la ocupación alemana y, de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina.
                  Su consagración literaria llegó con la novela corta El extranjero (1942) y el ensayo El mito de Sísifo (1942) , ambas revelan la  influencia del existencialismo. De las obras de teatro que desarrollan temas con este pensamiento probablemente, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La peste (1947) Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia,  reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. Afirma en esta obra que “cada uno lleva dentro de sí la peste” y que desde el mismo momento en que se decidió a no matar y a ponerse siempre del lado de las víctimas, se condenó a un “exilio definitivo”. 
             Sus obras posteriores incluyen la novela La caída (1956); El hombre rebelde (1951); la obra de teatro El estado de sitio (1948); y un conjunto de relatos, El exilio y el reino (1957). En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Camus,  obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.


 (...)¿Qué es, en efecto, el hombre absurdo? El que, sin negarlo, no hace nada por lo eterno. No es que le sea extraña la nostalgia, sino que prefiere a ella su coraje y su razonamiento. El primero le enseña a vivir sin apelación y a contentarse con lo que tiene; el segundo, le enseña sus límites. Seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de su conciencia perecedera, prosigue su aventura en el tiempo de su vida. En él está su campo, en él está su acción, que sustrae a todo juicio excepto el suyo. Una vida más grande, no puede significar para él otra vida. Eso sería deshonesto. Tampoco me refiero aquí a esa eternidad irrisoria que se llama posteridad. (....)
( ....) No se puede disertar sobre la moral. He visto a personas obrar mal con mucha moral y compruebo todos los días que la honradez no necesita reglas. (....)                                      
                                                                   De  El mito de Sísifo
                                                                                 

                                                                                  Albert Camus





No, no hay justicia, pero hay límites. Y los que pretenden no reglamentar nada, como esos otros que trataban de dar una regla para todo, rebasan por igual los límites. ¡Abrid las puertas, que el viento y la sal vienen a limpiar esta ciudad! 

                                                                        De El estado de sitio
                                                                                       Albert Camus



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