Los
poemas siguientes corresponden al poeta Juan Gelman, fallecido ayer 14 de enero
en DF. México, a los 83 años.
Había
nacido en Buenos Aires en el
barrio de Villa Crespo habitado por judíos. Sus padres de ascendencia ucraniana
hablaban ruso, idioma que al parecer él mismo aprendió Ya desde la infancia se encontró
familiarizado con libros de Tolstói, Pushkin o Dostoievski.
Su poesía cargada
de ternura, ironía, dolor y violencia, junto con audaces innovaciones formales, dejó una marca inconfundible en
los jóvenes poetas de Buenos
Aires. E igual que Pessoa utilizó heterónimos en alguna de sus obras.
Entre sus libros
destacan: Violín y otras cuestiones (1956), Velorio del
solo
(1961), Gotán (1962), Cólera buey (1965), Los poemas de
Sidney West (1969), Fábulas (1971), Relaciones (1973), Citas y
comentarios (1982), Composiciones (1986), Interrupciones
I e
Interrupciones II (ambas publicadas en 1988), Salarios del impío (1993), Tantear
la noche (2000), Valer la pena (2002), País que fue
será
(2004) y Oficio ardiente (2005).
En 1976 tuvo que abandonar su país por causas políticas y hasta
su fallecimiento acaecido el 14 de enero de 2014 ha residido en México. En 1997 fue galardonado con el Premio
Nacional de Poesía en Argentina, en 2000 con el Premio de Literatura
Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 2005 con el Premio Reina Sofía de
Poesía Iberoamericana y en 2007 con el Premio Cervantes.
COSTUMBRES
no es para quedarnos en
casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el
amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal
EL JUEGO EN QUE ANDAMOS
Si me dieran a elegir, yo
elegiría
esta salud de saber que
estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan
infelices.
Si me dieran a elegir, yo
elegiría
esta inocencia de no ser un
inocente,
esta pureza en que ando por
impuro.
Si me dieran a elegir, yo
elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come
panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
EPITAFIO
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi
sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a
veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe
serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
LÍMITES
¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire
hasta aquí el fuego?
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta
aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las
rodillas nítidas.
Sangran.
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