JARDÍN
Yo no sé
cómo saltar
desde la
orilla de hoy
a la orilla
de mañana.
El río se
lleva, mientras,
la realidad
de esta tarde,
a mares sin
esperanza.
Miro al
oriente, al poniente,
miro al sur
y miro al norte.
Toda la
verdad dorada
que cercaba
al alma mía,
cual con un
cielo completo,
se cae,
partida y falsa.
Y no sé
cómo saltar
desde la
orilla de hoy
a la orilla
de mañana.
De "Estío"
Juan Ramón Jiménez
TE DESHOJÉ COMO UNA ROSA...
Te deshojé
como una rosa,
para verte
tu alma,
y no la vi.
Mas todo en
torno
-horizontes
de tierra y de mares-,
todo, hasta
el infinito,
se colmó de
una esencia
inmensa y
viva.
De Diario de un poeta recién casado
Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez
Y YO ME IRÉ. Y SE QUEDARÁN LOS
PÁJAROS... /
EL VIAJE DEFINITIVO
EL VIAJE DEFINITIVO
Y yo me
iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se
quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su
pozo blanco.
Todas la
tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán,
como esta tarde están tocando,
las
campanas del campanario.
Se morirán
aquellos que me amaron;
y el pueblo
se hará nuevo cada año;
y en el
rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu
errará, nostálgico…
Y yo me
iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin
pozo blanco,
sin cielo
azul y plácido…
Y se
quedarán los pájaros cantando.
De Poemas agrestes Juan Ramón Jiménez
De Poemas agrestes Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez nació en
Moguer (Huelva) en 1881. Abandonó sus estudios de Derecho en la
Universidad de Sevilla para dedicarse a la pintura, pero
definitivamente orientó sus pasos hacia la literatura. En 1900
se trasladó a Madrid y
publicó sus dos primeros libros de poemas Ninfeas
(impreso en tinta verde)
y Almas de violeta (en
tinta violeta). Desde Madrid viajaría a Francia y a Estados Unidos. En
1916, en Nueva York, contrajo matrimonio con la escritora y
traductora Zenobia Camprubí (1887-1956) y al iniciarse la guerra
civil, vivirían sucesivamente en Estados Unidos, Argentina, Cuba y
Puerto Rico. Murió en San Juan de Puerto Rico en 1958, dos años
después que su esposa Zenobia y de que le concedieran el
Premio Nobel de Literatura.
Arias
tristes
(1903) y Jardines
lejanos
(1904) son de inspiración modernista con poemas muy elaborados
dotados de musicalidad y cromatismo.
Baladas
de Primavera
(1910) o La
soledad sonora
(1911) suponen una apertura hacia nuevos ritmos. Van desapareciendo
los elementos modernistas para dar paso a un estilo sobrio y desnudo
que revela mayor esfuerzo intelectual. Ahora la realidad externa
–árbol, luz, pájaro, agua..._ existirá como mera imagen del
mundo interior del poeta.
Diario de un poeta recién
casado
(1917) fue escrito durante su viaje a Estados Unidos, cuando se casó
con Zenobia. Contiene ritmos inspirados por el movimiento de las
olas, combina el verso libre con prosas. “Oh mar, mar verdadero;/
por ti es por donde voy-gracias, alma!- al amor!
“En
ti estás todo, mar, y sin embargo/ ¡qué sin ti estás, qué solo/
qué lejos, siempre, de ti mismo!” leemos en el poema “Soledad”
que finaliza con una exclamación: “¡Qué plenitud de soledad, mar
sólo! “
Siguen
otros libros: Eternidades (1918),
Piedra
y cielo
(1919) y uno de los puntos más altos de su poesía, Estación
total,
un libro escrito entre 1923 y 1936, aunque no llegó a publicarse
hasta 1946. La identificación del poeta con la belleza, con la
plenitud de lo real, con el mundo, es casi absoluta. La palabra aúna
abstracción y realidad, y el poeta se hace “poeta total”,
ejemplo de fusión entre el sujeto y el universo, sin que ello
implique abandonar la singularidad de la propia voz.
Sus
escritos en prosa reunidos en Españoles
de tres mundos
(1942) empezaron a publicarse en diarios y revistas antes de su
exilio. Otro libro suyo escrito en prosa poética —y al que le debe
gran parte de su fama universal— es Platero
y yo
(1914)
En Animal de fondo construye
el símbolo con un lenguaje próximo a una religiosidad inmanente y
panteísta. La poesía antes que palabra es conciencia; inteligencia
que permite al poeta nombrar. El tiempo acaba fundiéndose con el
espacio. El poeta simbolista y romántico, metafísico después y
puro —que configuran al Juan Ramón Jiménez más hondo e intenso—,
se revela finalmente como un visionario y metafísico que mantiene
una alta tensión poética a partir de iluminaciones nacidas en lo
profundo de su sensibilidad.
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