sábado, 30 de agosto de 2014

Tres poemas de Vicente Aleixandre

 
EL POETA SE ACUERDA DE SU VIDA


Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, ya en tu rostro acaso.
Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.

                                                  De Poemas de la consumación

                                                 Vicente Aleixandre




HUMANA VOZ


Duele la cicatriz de la luz,
duele en el suelo la misma sombra de los dientes,
duele todo,
hasta el zapato triste que se lo llevó el río.

Duelen las plumas del gallo,
de tantos colores
que la frente no sabe qué postura tomar
ante el rojo cruel del poniente.

Duele el alma amarilla o una avellana lenta,
la que rodó mejilla abajo cuando estábamos dentro del agua
y las lágrimas no se sentían más que al tacto.

Duele la avispa fraudulenta
que a veces bajo la tetilla izquierda
imita un corazón o un latido,
amarilla como el azufre no tocado
o las manos del muerto a quien queríamos.

Duele la habitación como la caja del pecho,
donde las palomas blancas como sangre
pasan bajo la piel sin pararse en los labios
a hundirse en las entrañas con sus alas cerradas.

Duele el día, la noche,
duele el viento gemido,
duele la ira o espada seca,
aquello que se besa cuando es de noche.

Tristeza. Duele el candor, la ciencia,
el hierro, la cintura,
los límites y esos brazos abiertos, horizonte
como corona contra las sienes.

Duele el dolor. Te amo.
Duele, duele. Te amo.
Duele la tierra o uña,
espejo en que estas letras se reflejan.

                                   De  La destrucción o el amor


                                                           Vicente Aleixandre




REPOSO

Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.


Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte.

                                           De Espadas como labios

                                                        Vicente Aleixandre









Vicente Aleixandre


El poeta Vicente Aleixandre nació en Sevilla en 1898, pero su infancia transcurrió en Málaga y a  los trece años se trasladó con su  familia a Madrid. Estudió Derecho y Comercio en la Universidad de Madrid. Fue profesor de Derecho  Mercantil. En 1925 enfermó de tuberculosis y pasó un periodo en un sanatorio de la sierra de Guadarrama que lo mantuvo alejado de la vida cultural y social. A partir de entonces se dedicó a escribir.
Perteneciente a la Generación del 27 y miembro de la Real Academia Española desde 1949 fue  uno de los grandes  valores de la poesía del siglo XX.
 A su primer libro, Ámbito (1928) de carácter intimista y próximo a la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, siguieron Espadas como labios  (1932) de influencia surrealista, Pasión de la tierra ( 1935) donde se pone de manifiesto la importancia que adquiere el subconsciente y el mundo onírico, La destrucción o el amor (1935) supone la madurez literaria del poeta,  Sombra del paraíso ( 1944) es un canto a la luz desde la oscuridad. El tema es el universo, un mundo paradisíaco donde los elementos de la naturaleza irradian hermosura y amor. En  Mundo a solas (1950), Nacimiento último  (1953), Historia del corazón  (1954), En un vasto dominio (1962), Poemas de la consumación  (1968), Diálogos del conocimiento  (1974) adopta una actitud más esperanzada. El hombre, el conocimiento y la pasión amorosa adquieren mayor importancia. Póstumamente se publicó En gran noche ( 1991).
La expresión barroca, la presencia del simbolismo y la utilización del verso libre son características que conforman sus obras.

En prosa: En la vida del poeta. El amor y la poesía (1950), que fue su discurso de ingreso en la Real Academia Española y  Los encuentros (1958) libro de retratos y semblanzas de escritores y poetas de seis generaciones literarias. Luis de Góngora, Baroja, Salinas, García Lorca o Emilia Pardo Bazán son algunos de los que desfilan por sus páginas. Profundiza en la humanidad de cada uno de ellos, describiendo sus gestos y presencia.

En 1934 fue Premio Nacional de Literatura y en 1977 recibió el Premio Nobel de  Literatura.

Falleció en Madrid en 1984, a los 86 años. Su casa de Madrid de la calle Velintonia,  en los últimos años de su vida fue un centro de tertulias literarias a la que acudían intelectuales y poetas

No hay comentarios:

Publicar un comentario