Para Teresa
Ramos (Oviedo, 1961) escribir es otorgar al verbo ese lugar preciso que hace
mover mareas en las playas del crepúsculo. Según la autora, las ideas discurrren por la única
patria posible que es el poema. Una patria sin bandera, sin hambre, sin miedo…y
con la luz precisa de la palabra exacta que se atreve a renombrar lo que aún no
existe. Así lo manifiesta en La conjura de las letras (2012), poemario premiado que se inicia con un díptico sobre la
lectura, expresado en presente de infinitivo: Leer, precedido de un dibujo de palabras que conforman una imagen imprecisa.
LEER
I
“Navegar
é preciso; viver ñao é preciso”
Fernando Pessoa
En medio de la
luz del verano
corrí posesa a
buscar el códice.
Debía descifrar
los signos
que
secuestraban de nuevo mis pasos
hacia ese
impreciso lugar
que
apenas lograba comprender.
La tarde
llegaba aquietada
por la
música mía del silencio,
sentí la
urgencia de encontrarte
y
olvidar las manos agrietadas
del
invierno, en esta casa habitada
por
espectros y por mí.
Me
acompañan las palabras
como
dardos sobre mi conciencia,
me rindo
a la evidencia de nuevo,
vuelvo a
encontrarme sedienta
y
avergonzada de mi hambre.
Necesito
comprender la materia
que
sostiene un verso,
el
hormigón del ritmo que lo invade,
y la sal
que alienta el cuerpo dormido
en las
horas del estío.
Otra vez
el autor me pone contra las cuerdas
del
misterio, me empuja a un nuevo abismo,
y a
quemar las banderas de esta patria prestada
que no
me pertenece.
No
existe para mi elección posible,
he de
navegar entre las líneas
de este
navío sin brújula
en medio
de las letras y sus cauces.
Me
proveo de agua y frutas.
Esta vez
no me azotará la enfermedad.
Esta vez
no arderán mis vísceras,
esta vez
el libro y mi persona
danzarán
de verso libre y de amor impreso.
Por el
verbo que aún no sabe que ha de nacer,
ni el
sentido de su existir.
Transitar
poemas es abrir los ojos
y ganar
tierra al naufragio del tiempo
con su
capa de inmortalidad.
Para
huir de las uñas de la noche,
y
deslizar mi pelo largo por la espalda del miedo.
Seguir
las líneas imprecisas
de una
verdad que me somete a tu luz,
ponerme
gafas para transitar en calma paisajes
imposibles.
Vivir los epigramas.
Son las
líneas que jamás trazaste sobre mi piel.
Restablecer
la duda para darle alas al invierno,
leer
para existir en la palabra que permanecerá
incólume
cuando ya no exista nada para mi,
ni el
pensamiento, ni tan siquiera yo misma.
II
Puedo aceptar que un niño tenga miedo de la oscuridad, pero no que un adulto tenga miedo de la
luz.
Platón
Deslizarme
en el tejido del sueño que libera,
agrietar
la máscara y rescatar la piel
encadenada
frente a la mirada del otro.
Poeta
con tu “viento del pueblo”,
y tu
savia para el lector utópico.
Seguir
leyendo es trazar los mapas
de la
ruta de mi destino,
fundar
campamentos en lugares salvajes.
Para
llenar los ríos de mi futuro
de peces
sin contaminar.
Seguir
leyendo la razones para luchar
por mi
vida, encontrar paisajes con sus gentes.
Y
observar las aves comunes que persisten
en sus
cielos lentamente.
Seguir
leyendo para pintar los trazos
del
pueblo que nacerá mañana,
en la
lealtad y la verdad de su sangre,
donde
los animales caminen
más allá
de las pantallas de plasma.
Seguir
leyendo para amar palabras
que se
llenan de ti cuando te pienso,
que
construyen versos que te nombren,
que te
invitan a vivir en las habitaciones
de en
este piso sin terrazas, sin vistas al mar,
en este
pequeño rincón de mi casa.
Para ver
como va creciendo en mi calle,
y su
arboleda los poemas en las horas
de la
siesta, y en la horas memorables
en que
uno quiere fundar naciones,
en un
territorio virgen que ningún
mercado
podría comprar jamás.
Habitar
un espacio mínimo, un sofá,
una
lámpara enfocando el libro,
alguna
luz indirecta,
mis
manos sujetándolo,
las
siemprevivas recién cortadas
y mi
alma sobrevolando tejados.
Cuando
ya nadie me escucha,
sin que
lo sepa nadie.
Leer tu
libro de poemas
para
jugarme la vida frente a un verso.
Para
aprender a descifrar
el
sentido del vacío
que
habita entre las líneas,
para
explosionar distancias
y
transcribir fábulas de la noche.
Seguir
leyendo para reunir el coraje
de
nombrar la nueva patria por hacer,
aceptar
el fin del exilio y construir
mi nueva
casa.
Plantar
flores de tinta en el jardín
y regar
las ideas que coseche
en mi
terreno.
Inocular
el veneno poseso del ritmo
y el tempo
que se atreve a sobrevenir.
Impulsar
mi cuerpo al interior de las plazas
en
lenguaje de danzante.
Imprimir
la fe del verbo que abre puertas
a los
sueños desahuciados.
Leer
para expulsar los fantasmas
de los
rincones de mi tiempo,
arder en
la indiferencia de las horas,
y
asentar el cimiento que me ancla
a la
certeza de que mi única patria
posible
es el
cambio que acontece cada vez que respiro.
Mª
Teresa Ramos Rabasa
De La conjura de las letras
Otras veces las
palabras zigzaguean , se entrecruzan y enlazan en abiertos símbolos de infinito
para decir “espirales somos en el aire”; o, en un alarde de ingenuidad, forman
un corazón con todas sus sílabas completas, incluida la onomatopeya de los
latidos.
O dibujan un árbol con sus ramas abiertas , antes de entablar un diálogo con las palabras que conforman el poema final: “Poesía” y a quien la propia autora promete lealtad : Palabra, ligera pluma / que portas en ti todas las cosas, / y te vuelves Poesía./ Trenzas redes encantadas, / convocas sirenas y delfines en ti./ Pescadora de palabras al vuelo soy./ Lo confieso desde hoy y para siempre, / Poesía . Te prometo lealtad.
O dibujan un árbol con sus ramas abiertas , antes de entablar un diálogo con las palabras que conforman el poema final: “Poesía” y a quien la propia autora promete lealtad : Palabra, ligera pluma / que portas en ti todas las cosas, / y te vuelves Poesía./ Trenzas redes encantadas, / convocas sirenas y delfines en ti./ Pescadora de palabras al vuelo soy./ Lo confieso desde hoy y para siempre, / Poesía . Te prometo lealtad.
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