jueves, 28 de septiembre de 2017

Tres fragmentos de una misma memoria de Mª Teresa León

María Teresa León
 
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         La memoria puede tener los ojos indulgentes, Ya no llegan a nosotros los ruidos vivos sino los muertos. Memoria del olvido, escribió Emilio Prados, memoria melancólica, a medio apagar. memoria de la melancolía. No sé quién solía decir en mi casa: hay que tener recuerdos. Vivir no es tan importante como recordar. Lo espantoso era no tener nada que recordar, dejando detrás de sí una cinta sin señales. Pero qué horrible es que los recuerdos se precipiten sobre ti y te obliguen a mirarlos y te muerdan y se revuelquen sobre tus entrañas, que es el lugar de la memoria.
                                                                                          (Pág. 49)

         Somos el producto de lo que los otros han irradiado de sí o perdido, pero creemos que somos nosotros (...)Yo siento que me hice del roce de tanta gente: de la monjita, de la amiga de buen gusto, del tío abuelo casi emparedado, del chico de los pájaros, del beso, de la caricia, del insulto, del amigo que se nos insinuó, del que nos empujó, del que nos advirtió, del que callado apretó los dientes y sentimos aún la mordedura... Todos, todos. Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr tantos años.
                                                                                                  (Pág. 61)

         Estas cuartillas que voy escribiendo se me han volado todas dispersándose, jugando a la mala pasada de huirme. Voy hacia ellas, amarillas o verdosas aún. Cómo se han reído siempre delante de mis pasos todos los otoños. Se las lleva el viento, los vientos que nos soplan en los oídos las medias palabras. No sé ya qué me cuentan. Sé que silabean corriendo, juntando puntas de palabras, hasta palabras caminado pequeñas, persuasivas, enhebrando una verdad que jamás comprendemos. Vuelas, vuelas bien, memoria, memoria de la melancolía. (...)
         Hoy todas se me han dispersado con vida propia y no con la  que yo les impuse al escribirlas. ¿Cuándo caerán de nuevo? Es la bandada que huye al llegar mordiendo el frío y apenas dice adiós.
                                                                                          (Pág. 233)

                                    De Memoria de la melancolía
                          
                                     Autora: María Teresa León


        


Los fragmentos que preceden corresponden a Memoria de la melancolía. libro autobiográfico de María Teresa León, publicado en 1970 durante los años de su exilio en Italia. En él se entrecruzan y desgranan los recuerdos y vivencias desde su infancia y juventud entre Burgos, Madrid, y Barcelona,  su paso por la Institución Libre de Enseñanza, su encuentro con Rafael Alberti  y otros artistas e intelectuales como Unamuno, Baroja, Machado, García Lorca, Emilio Prados, Miguel Hernández, Cernuda... O Bertolt Brecht, Máximo Gorki, André Malraux. Fluyen por sus páginas  sus años de exilio en Francia, Argentina donde vivió 23 años junto a Rafael Alberti y allí nació su hija Aitana. Más adelante, su retorno a Europa permaneciendo  en Italia desde 1963  hasta 1977, año en el que  volvieron a España.

María Teresa León Goyri nació el 31 de octubre de 1903 en Logroño.  Su padre coronel del ejército determinó la itinerancia de la familia  por diferentes ciudades. Casada a los diecisiete años, tuvo dos hijos de su primer matrimonio. En 1932 se casó con Rafael Alberti. Con él fundó la revista cultural Octubre. Viajó a Berlín, países nórdicos, Bélgica, Holanda y Rusia. Desempeñó una intensa labor cultural durante la guerra civil destacando sus montajes teatrales. Junto a Rafael Alberti vivió exiliada en Orán, París (1939-1940) Argentina (1940-1963), Italia (1963-1977) hasta su regreso en 1977. Durante esos 38 años cultivó todos los géneros: poesía, cuento, novela, teatro, biografía, guiones para radio y televisión. Murió en Madrid el 13 de diciembre de 1988, a los 85 años.

Algunos de sus títulos Cuentos para soñar (1928), dedicado a su hijo Gonzalo, fue su primer libro publicado, La bella del mar de amor (1930), Rosa-Fría, patinadora de la luna (1934), Una estrella roja (1937)
Novelas: Contra viento y marea (1941), El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer (una vida pobre y apasionada) (1946), Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1954), Juego limpio (1959), Doña Jimena Díaz de Vivar (1960), Cervantes. El soldado que nos enseñó a hablar (1978)
Ensayo: Crónica General de la Guerra Civil (1939), La historia tiene la palabra (1944)
Guiones: Los ojos más bellos del mundo (1943), La dama duende (1945)









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