sábado, 6 de julio de 2013

Tres poemas de José Emilio Pacheco

EL REPOSO DEL FUEGO

(Don de Heráclito)

Pero el agua recorre los cristales
musgosamente :
ignora que se altera,
lejos del sueño, todo lo existente.
Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
fuego del aire y soledad del fuego.
al incendiar el aire que es de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamás, nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma,
como un arco de sal,
ardió en el aire.
No estabas, no estarás
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y entre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
El mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed humana.








FIN DE SIGLO

«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
           ¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
           a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
           no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
            No quiero nada para mí:
            sólo anhelo
            lo posible imposible:
            un mundo sin víctimas.
Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo
con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
            no me dejan cerrar los ojos

LA FLECHA



         No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
         No capturar ninguna presa
         No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo         la trayectoria          el impulso
         el tramo de aire recorrido en su ascenso
         la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
         en la extensión de la nada


José Emilio Pacheco        Foto de wikipdia
  
El escritor mexicano José Emilio Pacheco Berny ha cultivado todos los géneros literarios desde la poesía al ensayo;  además de crítica literaria e histórica, narrador de cuentos y relatos es novelista y traductor.
Nació en  Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Estudió en la Universidad nacional Autónoma de México (UNAM), especializándose en literatura mexicana del siglo XIX e inició su actividad literaria. Forma parte de la Generación de los años cincuenta en la que se incluye a Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo, Vicente Leñero, Juan García Ponce, Sergio Galindo y a Salvador Elizondo.  Ha desarrollado una intensa actividad editorial y periodística y ha ejercido la docencia en diversas universidades.

Como poeta ha logrado crear una poesía coloquial, cotidiana, límpida e irónica, política pero también épica y muy imaginativa, en constante renovación y experimentación.  Entre sus libros de poesía destacan El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los elementos de la noche (1963), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Tarde o temprano (1980, antología poética), Los trabajos del mar (1983), Fin de siglo y otros poemas (1984), Alta traición (1985, antología poética), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989). Entre sus temas la fugacidad y la relación entre realidad y fantasía: “A mí sólo me importa/ el testimonio/ del momento que pasa/ las palabras/ que dicta en su fluir/ el tiempo en vuelo// La poesía que busco/  es como un diario/ en donde no hay proyecto ni medida.” Podemos leer en las estrofas  segunda y tercera del poema A quien pueda interesar.

“Mi único tema es lo que ya no está / Y mi obsesión se llama lo perdido/ Mi punzante estribillo es nunca más / Y sin embargo amo este cambio perpetuo/ este variar segundo tras segundo/ porque sin él lo que llamamos vida/ sería de piedra.”

 En 2001 apareció una nueva edición de su antología Tarde o temprano (Poemas 1958-2000). Posteriormente Como la lluvia (2009) y  La edad de las tinieblas (2009)

Narrativa

En su narrativa evoca el mundo de la niñez, la adolescencia y describe el apocalíptico deterioro de la ciudad de México; muestra de esto son sus obras El viento distante y otros relatos (1963), El principio del placer (1972), Batallas en el desierto (1981) y La sangre de Medusa (1990). En la novela Morirás lejos (1967) revisa varios esquemas de persecución (el nazismo, la guerra romana contra los judíos) y, como rompecabezas, la novela incide sobre el cuerpo y la escritura. Es autor también del ensayo El derecho a la lectura (1984).
Ha recibido el Premio Xavier Villaurrutia en 1973, el Premio Nacional de Periodismo en 1980, el Premio Malcolm Lowry en 1991, el Premio Nacional de Literatura y Lingüística en 1991, el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2003 y el Premio de Poesía Federico García Lorca en 2005.  Desde 1986 es miembro de El Colegio Nacional y miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua. Premio Cervantes en 2009 y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana también en 2009.

domingo, 30 de junio de 2013

Recordando a Violeta Parra


GRACIAS A LA VIDA


¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me dio dos luceros

que cuando los abro,

perfecto distingo

lo negro del blanco

y en el alto cielo

su fondo estrellado,

y en las multitudes

el  hombre que yo amo.

¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me dio el corazón

que agita su marco

cuando miro el fruto

del cerebro humano,

cuando miro el bueno

tan lejos del malo,

cuando miro el fondo

de tus ojos claros.


¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me ha dado el oido

que en todo su ancho

graba noche y día

grillos y canarios,

martillos, turbinas,

ladrillos, chubascos,

y la voz tan tierna

de mi bien amado.


¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me ha dado el sonido

y el abecedario;

con él la palabra

que pienso y declaro

madre, amigo, hermano,

y luz alumbrando

la ruta del alma

del que estoy amando.


¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me ha dado la marcha

de mis pies cansados,

con ellos anduve

ciudades y charcos,

playas y desiertos,

montañas y llanos,

y la casa tuya

tu calle y tu patio.


¡Gracias a la vida

que me ha dado tanto!

Me ha dado la risa,

y me ha dado el llanto;

así yo distingo

dicha de quebranto,

los dos materiales

que forman mi canto

y el canto de ustedes

que es  el mismo canto.






 Autora: Violeta Parra (1917- 1967)




                                                   Tapiz en yute y lana de Árbol de la vida de Violeta Parra


Isabel y Violeta Parra


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Manuscrito de Siqueiro prisionero






Cantautora, pintora,  escultora, ceramista, bordadora, Violeta  Parra Sandoval nació el 4 de octubre de 1917 en San Carlos (Chile), pero cuando tenía tres años su familia se trasladó a Santiago. Desde muy joven empezó a cantar en diversos locales públicos para ganarse la vida juto con su  guitarra.
A finales de la década de 1940 comenzó a grabar sus primeros discos, temas populares y valses, por los que siempre manifestó una gran preferencia. En 1952 formó con otros artistas la compañía Estampas de América, así recorrió el país y pudo profundizar aún más en la recopilación de los cantares campesinos, que fueron el sustrato de sus composiciones, algunas tan emblemáticas como Gracias a la vida o Los pueblos americanos. En 1955 grabó los temas Qué pena siente el alma y Verso por matrimonio, conjunto éste de tonadas, cantos y parabienes. Grabaciones posteriores fueron: Cantos de Chile, Verso por despedida a Gabriela (1957), en homenaje a la poeta Gabriela Mistral, y diversas entregas de su trabajo sobre el folklore chileno del que era profunda conocedora, unidas bajo el título Violeta Parra acompañada de guitarra (1957, 1958, 1959). En 1966, poco antes de su muerte, grabó Carpas de La Reina y Últimas composiciones. Falleció el  5 de febrero de 1967,  a los 49 años en Santiago de Chile.


Tras su muerte su hermano Nicanor escribió el poema  Defensa de Violeta Parra


viernes, 28 de junio de 2013

jueves, 27 de junio de 2013

Tres poemas de de Nicanor Parra



Último brindis

Lo queramos o no
sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer
nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado
y ya pasó...
como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:






yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.





Pensamientos

Qué es el hombre
se pregunta Pascal:
Una potencia de exponente cero.
Nada
si se compara con el todo.
Todo
si se compara con la nada:
Nacimiento más muerte:
Ruido multiplicado por silencio:
Medio aritmético entre el todo y la nada


Me retracto de todo lo dicho

Antes de despedirme
Tengo derecho a un último deseo:
Generoso lector
quema este libro
No representa lo que quise decir
A pesar de que fue escrito con sangre
No representa lo que quise decir.
Mi situación no puede ser más triste
Fui derrotado por mi propia sombra:
Las palabras se vengaron de mí.
Perdóname lector
Amistoso lector
Que no me pueda despedir de ti
Con un abrazo fiel:
Me despido de ti
con una triste sonrisa forzada.
Puede que yo no sea más que eso
pero oye mi última palabra:
Me retracto de todo lo dicho.
Con la mayor amargura del mundo
Me retracto de todo lo que he dicho.






 
Exposición de Nicanor Parra   Foto: de wikipedia
                                                      
El poeta chileno Nicanor Parra Sandoval nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914. Su padre era maestro y músico y su madre, tejedora y folklorista. Alternó sus estudios de matemáticas, física y mecánica teórica y su ejercicio como catedrático en esas especialidades con el quehacer literario; cofundador de la Revista Nueva.
Dentro de la literatura chilena, se le sitúa  en la generación posterior a Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Compartió con otros poetas, como Humberto Díaz Casanueva y Braulio Arenas, la adhesión al surrealismo, aunque el primero se orientó hacia el motivo de la poesía como conocimiento, el segundo a la relación del lenguaje con lo maravilloso, y el propio Parra a la  convivencia e inmersión de la poesía con lo cotidiano y, a través del humor, a la ruptura con cualquier asomo de solemnidad. En su poema “Manifiesto” declara que ‘los poetas bajaron del Olimpo’, que ‘el poeta es un hombre como todos/ Un albañil que construye su muro: /Un constructor de puertas y ventanas’, y denuncia a aquellos que construyen ‘castillos en el aire’, que malgastan ‘el espacio y el tiempo/ redactando sonetos a la luna’ o agrupan ‘palabras al azar/ A la última moda de París’.
Aunque inicialmente evocativo y sentimental, como en Cancionero sin nombre (1937), no tardó en adoptar definitivamente la línea que él mismo denominó “antipoesía”, revelación irónica e iconoclasta de un mundo problemático, hecha en lenguaje antirretórico, coloquial, muchas veces provocador. Su  proyección internacional comenzó en Poemas y antipoemas (1954) y se prolongó en obras como Versos de salón (1962) y Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977). En 1969 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, en 1991 el Premio Juan Rulfo, en su primera entrega, y en 2001 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En 2001 presentó Páginas en blanco, una antología de toda su obra poética, y en 2007 publicó el primer tomo de sus obras completas: Obras completas y algo más (1935-1972).
Parra es también un artista que ha expuesto su obra visual en Estados Unidos, España y, por supuesto, Chile.  Su exposición mediática Obras públicas (2006), presentada en el Centro Cultural Palacio de La Moneda ha sido instalada recientemente en Madrid en la Biblioteca Nacional.

El 1 de diciembre de 2011 fue galardonado con el premio Cervantes, convirtiéndose en el tercer chileno que lo recibe —después de  Jorge Edwards en 1999 y Gonzalo Rojas en 2003- El 7 de junio de 2012 se le adjudicó  el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. 

jueves, 13 de junio de 2013

DE ESTO Y AQUELLO



 PRESENTACIÓN DE APUNTES DE ESTO Y AQUELLO 

 
Carlos Mata y Rafael López de Ceráin  Foto: José María Domench
                    

Dedicado a José María Domench y a Carlos Mata, el nuevo libro de Rafael López de Ceráin Apuntes de esto y aquello (sahats, Pamplona 2013),  se abre con un recordatorio o "una cierta idea" sobre qué se entiende por aforismo según la definción del DRAE y la razón de esos 226 apuntes que se van sucediendo, más un epílogo del profesor e investigador Carlos Mata quien tiene a bien señalar:  “se aprecia en el libro cierta evolución desde unos primeros apuntes que presentan un tono más poético y una puntuación más libre hasta aquellos otros en los que lo reflexivo predomina sobre lo lírico y en los que se adopta una puntuación más sintáctica”

El paso del tiempo, el recuerdo, la memoria, la libertad, el azar, la soledad, el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, el amor, la búsqueda de la belleza... En definitiva, la vida y sus vicisitudes son los temas que se concentran en estos apuntes, con el añadido “Algún apunte más”, homenaje a su padre y donde  concluye con esta suerte de sentencias:

     No te envanezca el triunfo,
     ni te amilane el fracaso.
     
     Lo difícil es destacar en la normalidad.

    La libertad es la capacidad de autolimitación.

    Nunca juzgues a los demás
   a través de tu propio prisma personal.

   No exijas a los demás lo que te exiges a ti mismo
  Y, menos, lo que no te exijas.

DE OTROS LIBROS Y AUTORES


Y entre los libros leídos y recordados están los de Marina Aoiz, Daniel Aldaya, José Luis Allo, Javier Asiain, Isabel Blanco, Charo Fuentes, Maite Perez Larumbe. Los seis poetas  antologados en Urre Aroa de Alfredo Rodríguez, Retrato de un hilo de Francisco Javier Irazoki, Principio de Pascal de Alfonso Pascal Ros y sus once de gala junto a su padre.

Si estos son algunos de los que siguen, los hay también  que empiezan a publicar como Enrique Huarte con Sueños que se van. El libro consta de noventa  poemas de desigual medida y extensión, sin estructura  definida ni partes diferenciadas. Son versos libres de carácter intimista, de inspiración más musical  que propiamente literaria y donde el amor, la amistad, el tiempo y los recuerdos quedan reflejados en este poemario.



 






O los jovencísimos autores (chicos y chicas)  de los dieciocho relatos (diez en euskera y ocho en castellano ) correspondientes al VII concurso de relato breve Villa de Aoiz 2013 editado por el Ayuntamiento con la colaboración del Colegio + IESO San Miguel y Casa de Cultura de Aoiz.