lunes, 18 de noviembre de 2013

Fragmento de "El viejo jefe Mshalanga" de Doris Lessing
























El fragmento que encabeza la entrada pertenece al relato de Doris Lessing El viejo jefe Mshalanga. Igual que la joven protagonista , Doris Lessing  creció en Rhodesia del Sur. Tiene un carácter autobiográfico y pone de manifiesto los problemas derivados del colonialismo así como las diferencias sociales y raciales, la injusticia, la contradicción entre la conciencia individual y el bien común.






Doris Lessing, de soltera Doris May Tayle , nació en Karmandash ( Persia  o Irán) el 22 de octubre de 1919 y murió en Londres el 17 de noviembre de 2013, a los 94 años.
Su padre, antiguo oficial británico herido en la 1ª Guerra Mundial, conoció a su mujer, enfermera, mientras se restablecía de sus heridas. Se casaron y fueron destinados a Persia. Allí nació Doris y siendo una niña todavía, la familia se trasladó a Rhodesia del Sur ( Zimbabwe) donde transcurrió su infancia y juventud hasta los 30 años.
Tras dos matrimonios fracasados y tres hijos, con el menor de ellos y el manuscrito de la que sería su primera novela Canta la hierba, en 1949, llegó a Inglaterra.
En  Londres, logró publicar su  primera novela Canta la hierba (1950) y a partir de ahí fue desarrollando y consolidando una larga y  coherente carrera literaria  como novelista y ensayista principalmente, atenta  siempre a los problemas sociales de su tiempo y a la defensa de los derechos de las mujeres.
Entre sus más de cincuenta libros publicados destacan la pentalogia  Hijos de la violencia (1952-1965), El cuaderno dorado (1962), La buena terrorista (1985), El sueño más dulce (2002) y  los volúmenes autobiográficos Dentro de mí (1994) y Un paseo por la sombra  (1997)
A lo largo de su trayectoria literaria ha recibido numerosos galardones como el premio Príncipe de Asturias de las Letras  en 2001 y el premio Nobel de Literatura en 2007

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Recordando a Luis Cernuda





DESEO


Por el campo tranquilo de septiembre,
del álamo amarillo alguna hoja,
como una estrella rota,
girando al suelo viene.

Si así el alma inconsciente,
Señor de las estrellas y las hojas,
fuese, encendida sombra,
de la vida a la muerte.                                  Luis Cernuda



CONTIGO


¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú? 
                                                               Luis Cernuda





DONDE HABITE EL OLVIDO...

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
                                                                  Luis Cernuda














Los poemas que preceden corresponden al poeta Luis Cernuda para recordar que el pasado día 5 de noviembre se cumplían 50 años de su muerte. Nació en Sevilla el 21 de septiembre de 1902, donde  su padre era coronel de un regimiento de ingenieros. Empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla y allí conoció a Pedro Salinas, que fue su profesor. En 1928, tras la muerte de su madre, se trasladó por breve tiempo a Málaga, donde conoció a los poetas de la revista Litoral, Emilio Prados, José María Hinojosa y Manuel Altolaguirre. En Madrid, entró en contacto con los poetas de la generación del 27. Pasó un año como lector de español en la Universidad de Toulouse y en 1929 regresó a Madrid, donde poco después trabó amistad con Vicente Aleixandre y Federico García Lorca. Al proclamarse la República, la recibió con ilusión, y siempre se mostró dispuesto a colaborar con todo lo que fuera buscar una España más tolerante, liberal y culta. Durante la Guerra Civil participó en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, y en 1938 se trasladó a Inglaterra y decidió no regresar a España. Dio clases en Surrey, Glasgow y Cambridge. Fueron años de aislamiento, duros y difíciles para el poeta. En 1947 se trasladó a Estados Unidos, donde trabajó como profesor en Mount Holyoke. Allí permaneció hasta 1952, año en que decidió marcharse a México, donde pasaba las vacaciones hasta entonces. Murió en México en casa de la poeta Concha Méndez (1898 - 1986),  el 5 de noviembre de 1963, a los 61 años.
Entre sus obras   Perfil del aire (1927), claro ejemplo de poesía pura  Un río, un amor (1929), influido por el surrealismo. En 1931 escribió Los placeres prohibidos, al que siguió Donde habite el olvido (1934). Desde 1936  fue agrupando  toda la poesía bajo el título La realidad y el deseo. Ya en el exilio:  Las nubes (1940), Ocnos (1941), Con las horas contadas (1950-1956), Poemas para un cuerpo (1957) y Desolación de la quimera (1962),  además de los ensayos Estudio sobre la poesía española contemporánea (1957), Pensamiento poético en la lírica inglesa (1958), Poesía y literatura I (1960),  Poesía y literatura II (1964) también tradujo a importantes autores, como el poeta romántico alemán Friedrich Hölderlin.
En la poesía de Cernuda confluyen gran variedad de temas y estilos. Intimista y personal, caracterizada por la introversión, la soledad, el desarraigo y la rebeldía ante las convenciones sociales, la obra de Cernuda es de una gran profundidad e intensidad, constituye una de las voces más  puras de la lírica española del siglo XX.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Recordando a Albert Camus en el centenario de su nacimiento




Albert Camus



















 Cuando se cumplen cien años de su nacimiento, he aquí la carta que Albert Camus escribió a uno de sus  maestros,  Louis Germain, al recibir el premio Nobel de literatura en 1957.  Junto a  su madre era  la persona a quien recordaba con enorme gratitud como puede comprobarse en El primer hombre, obra en la que se hallaba trabajando en el momento de su muerte y en la que narra su infancia en Argelia. Evoca a sus padres: su progenitor muerto en la Primera Guerra Mundial y a quien no llegó a conocer  y su madre, mujer sacrificada y silenciosa, a quien admira.  Además de su familia refiere sus juegos infantiles, la escuela, sus profesores. En esos recuerdos cobran sentido el mundo, el dolor, la tierra, la madre, los hombres, el desierto, el honor, la miseria, el verano y el mar.

       Hijo de un campesino francés y de una española natural  de  Mahón (Menorca) ,  Albert Camus  nació en Mondovi (actualmente Drean, Argelia), el 7 de noviembre de 1913, y comenzó a estudiar Filosofía en la Universidad de Argel, pero tuvo que abandonar  sus estudios  debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras dirigidas a las clases trabajadoras; también trabajó como periodista y viajó mucho por Europa. En 1939, publicó Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris-Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa contra la ocupación alemana y, de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina.
                  Su consagración literaria llegó con la novela corta El extranjero (1942) y el ensayo El mito de Sísifo (1942) , ambas revelan la  influencia del existencialismo. De las obras de teatro que desarrollan temas con este pensamiento probablemente, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La peste (1947) Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia,  reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. Afirma en esta obra que “cada uno lleva dentro de sí la peste” y que desde el mismo momento en que se decidió a no matar y a ponerse siempre del lado de las víctimas, se condenó a un “exilio definitivo”. 
             Sus obras posteriores incluyen la novela La caída (1956); El hombre rebelde (1951); la obra de teatro El estado de sitio (1948); y un conjunto de relatos, El exilio y el reino (1957). En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Camus,  obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.


 (...)¿Qué es, en efecto, el hombre absurdo? El que, sin negarlo, no hace nada por lo eterno. No es que le sea extraña la nostalgia, sino que prefiere a ella su coraje y su razonamiento. El primero le enseña a vivir sin apelación y a contentarse con lo que tiene; el segundo, le enseña sus límites. Seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de su conciencia perecedera, prosigue su aventura en el tiempo de su vida. En él está su campo, en él está su acción, que sustrae a todo juicio excepto el suyo. Una vida más grande, no puede significar para él otra vida. Eso sería deshonesto. Tampoco me refiero aquí a esa eternidad irrisoria que se llama posteridad. (....)
( ....) No se puede disertar sobre la moral. He visto a personas obrar mal con mucha moral y compruebo todos los días que la honradez no necesita reglas. (....)                                      
                                                                   De  El mito de Sísifo
                                                                                 

                                                                                  Albert Camus





No, no hay justicia, pero hay límites. Y los que pretenden no reglamentar nada, como esos otros que trataban de dar una regla para todo, rebasan por igual los límites. ¡Abrid las puertas, que el viento y la sal vienen a limpiar esta ciudad! 

                                                                        De El estado de sitio
                                                                                       Albert Camus



miércoles, 23 de octubre de 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

Dos poemas de Vinicius de Moraes




LA ROSA DE HIROSHIMA

Piensen en las criaturas

Mudas telepáticas

Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas

Como rosas cálidas

Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.

*****


MENSAJE A LA POESÍA


No puedo
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo
Díganle que estoy tristísimo, pero esta noche no puedo ir a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos por enterrar
Muchas ciudades por reconstruir, mucha pobreza en el mundo;
Cuéntenle que hay en alguna parte del mundo una criatura llorando
Y las mujeres están volviéndose locas y hay legiones de ellas que tortura
la nostalgia de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
en los ojos de los parias, cuya inanición es extrema; cuéntenle
que la vergüenza, la deshonra, el suicidio, rondan el hogar
y que se quiere reconquistar la vida.
                                      

 Versión de César Conto



 
Vinicius De Moraes
 

     Los poemas pertenecen a Vinicius de Moares, de quien se cumplen mañana cien años del nacimiento del poeta, diplomático y compositor  brasileño nacido en Río de Janeiro el 19 de octubre de 1913. Antes de terminar estudios de Derecho publicó el libro de poemas, El camino para la distancia (1933). Le siguieron otros libros: Forma y exégesis (1935) Nuevos poemas (1938), Poemas, sonetos y baladas (1946), Libro de sonetos (1967)

    Viajó a Inglaterra, estudió Literatura Inglesa en Oxford y posteriormente ingresó a la vida diplomática prestando servicios en Estados Unidos, Francia y Uruguay.

     En 1956 escribió la obra de teatro "Orfeu da Conceição" llevada al cine bajo el título de "Orfeo Negro", ganadora de la Palma de Oro en Cannes en 1958 y el Oscar en 1959.

     Junto a  Antonio Carlos Jobim compuso su más celebre canción, Garota de Ipanema, y otras muchas bossa-novas. También trabajó con Carlos Lyra, Francis Hime, Edu Lobo, Chico Buarque, Pixinguinha, Ary Barroso, Adoniram Barbosa, Toquinho y Baden Powell. Con este último compuso las afrosambas, inspiradas en la tradición cultural y musical de Bahía.
 
      En 1962 publicó Para vivir un gran amor, un gran compendio literario a medio camino entre la poesía y la crónica. Posteriormente, Nuevos Poemas II publicado en la década de los años ochenta, contiene sus mejores composiciones poéticas.

      Varios años de intensa bohemia propiciaron su expulsión del servicio diplomático. Falleció en Río de Janeiro el 9 de julio de  1980, a los 66 años



jueves, 3 de octubre de 2013

Sonetos y otros poemas de Salem Roncal

Salem Roncal

ESTOS VERSOS...


Estos versos, que salen hoy
buscando el sol, la vida
desde el dolor callado de mi alma,
quieren decir no sé...

Tal vez no sea más que romper
las fibras,

LIBERARSE

del oscuro disfraz en que vivían.
Porque gritar así desnudas las
palabras, es mejor que llorar en
cada esquina.

Estos versos dispersos por la
brisa, saben todo de mí, más que
yo misma

Ellos nacen a golpe de mi sangre
sin que yo los obligue.

ME DOMINAN.

Saben amar conmigo, soñar,
hasta sufrir.
                           
Hoy hacen que yo  sienta la
nostalgia,
de una huella adolescente,
dormida en los trigales de mi
mente.


En la penumbra del alma están
conmigo,
en mi risa, mi voz y mis suspiros,
y a mi lado vendrán .
! Hasta la muerte ...!

                                                Jerusalén Roncal
                                                                                         Pamplona, 1973







ESCLAVA




Soy esclava del verso, del poema

nací bajo su influjo

y vivo...

dominada por la luz que va dejando

en mi alma cada verso que germina.


                                                                  Salem Roncal


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A VECES...


A veces...

siento mi corazón que se convierte

en fiera prisionera

olfateando el horizonte.



Mi voz no llena el mundo,

sólo puebla los sueños.



Yo busco dimensiones

sin cálculo posible,

quiero lo más sencillo:

       la sombra de tu mano,

       los poros de tu piel.



Ya ves, yo,  la insondable,

me he convertido en tierra,

en raíces que avanzan,

como cuatro zarpazos.



Pero sigo teniendo

cadenas en las manos,

argollas en el alma.



Me falta despojarme

de todos los sentidos,

caer

       como

                 la

                    lluvia

hacia lo interminable

todo lo que no es mío,

y nacer yo de nuevo...

tan sólo con mi esencia                                               

                                                 Salem Roncal
                                              

                      

           *******





NO TENGO PRISA



No tengo prisa

para juntar vocales perdidas en la tarde,

para horadar papeles con surcos malheridos.



El tiempo se hace sombra, y espera,

tras la luz derramada.

Rompe olvidos el viento.



No tengo prisa                                            

en sacarlas del cosmos

donde duermen a oscuras.

La luna quiebra nubes,

sobre un mar que galopa

extendidas sus crines.



No, no tengo prisa

en que mías naveguen

fundidas con la luz.



Duerme el río,

espejo del pasado,

y se asoma la noche

para beber en él.



No, no, no tengo prisa...


                                     Salem Roncal

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NOS LLAMAMOS POETAS



Nos llamamos poetas, coribantes,
rapsodas de las letras en el viento,
soñadores con mentes trashumantes
emergiendo del mar del descontento.


 Nos creemos distintos y vibrantes,
robamos la palabra al sentimiento
uniendo sus vocales, como amantes,
que en el beso tuvieran su sustento.


 Y vamos desgranando las locuras
germinadas, maduras en las noches,
hijas de la pasión y de la vida.


Cantándole a la luna desmesuras
en este mundo alado de fantoches,
un recital de versos, sin medida.


                                                 Salem Roncal

*********


UTOPÍA                                                       



Tantos amaneceres sin tu vida,           
cuántas noches de amor por regalarte
y pasión contenida que entregarte,
utopía el volver tu piel perdida.

 En gaviota sin alas convertida
entre sal y galernas encontrarte,
en nuestro mar, amor, donde buscarte
caracolas que lloran tu partida.


 Pero yo llegaré en la primavera,
amarrada, una barca espera triste,
y yo, quiero volver a ser gaviota.


Acunada en los brazos de la espera
jugar con las estrellas que me diste
y volar sobre el mar... con alma rota.

                                         Salem Roncal

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 MIENTRAS VAN FLORECIENDO LOS MANZANOS


 A los pies de tu tumba yo he llorado,
 bajo un vaivén sereno de cipreses
 y mis manos la tierra han arañado ,
 con dolor y pasión, sin que regreses.


  El canto de un autillo agazapado,
 rompe la cruel verdad de que me beses,
 silenciosa la fuente se ha quedado
 dormida entre las flores y las mieses.


 Siguen cubriéndote las primaveras,
 los otoños, inviernos y veranos
 con estrellas por techo y por testigo.


 La luz ya se acomoda en las riberas,
 mientras van floreciendo los manzanos
 y en mis versos, renaces tú conmigo.



                                       Salem Roncal
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QUISIERA SER 


Quisiera ser la esencia del soneto,
cabalgar en sus versos, desatada,
y a la vez en sus reglas maniatada
dejando el corazón en un terceto,


al cual, disciplinada me someto,
a orquestar esa brisa acompasada
de vocales en danza enamorada
y acuarelas de luz en un boceto.

Así, yo colecciono consonantes,
encadeno palabras sin sentido
que  buscan su calor en otros lares.


De mi locura y sueños los causantes
renacen a la sombra del olvido
versos de espuma y sal, como los mares.
                              
                                    Salem  Roncal

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 SOSPECHO                                                   


Sospecho que aún me quedan primaveras  
y canto de gorriones en mis ramas,
arroyos y torrentes de mil gamas
con luz y soledad por las riberas.                     


Sospecho que mis versos son quimeras
nacidas  al rescoldo de otras llamas, 
sueños difuminados cual retamas
traspasando el umbral de sus fronteras


Sospecho que mi vida es una playa,
pleamar de recuerdos que regresan
huellas que ya borró la mar en calma.


Sospecho que a través de la atalaya
se divisan los miedos que me apresan
en el naufragio nómada del alma.

                                       Salem  Roncal

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     COMETAS

Sobre la arena oscilan las cometas
en la tarde que gris se va  tornando,
suspensas en la brisa van buscando
montañas que escalar, nubes secretas.

La luz duerme entre lechos de violetas
el mar, con su poder se va alejando,
quedando a sus orillas expirando
los restos de naufragios y goletas.

Utopía es vivir sin un destino
flotando entre las aguas cual papiros
a merced de otros vientos y regazos.
 
Como la flor pervive en el camino,
como noche arropando los suspiros
y el cristal de la luna hecho pedazos.


                                          Salen Roncal Ostiz

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NO ME ARREPIENTO

No me arrepiento, no, de haber amado
ni de romper silencios y cadenas,
arribando a las aguas más serenas
el corazón indómito y cansado.

 No me arrepiento, no, de haber llorado,
lágrimas bajo el palio de mis penas,
ocultando a la luz de lunas llenas
el dolor que incardina mi pasado.

 No me arrepiento, no, del desatino,
de mis pasos inciertos, de mis dudas,
bajel que surca el mar de mi andadura.


Pero sí de dejar en el camino
palabras que en el alma expiran mudas,
como muere la luz en la espesura.



                        Salen Roncal Ostiz
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 ENTRE COLMENAS


Necesito sangrar por mis heridas,
arrancarme el dolor que se ha colado
con la fuerza de viento desatado,
como corcel indómito y sin bridas.


Enterrar las palabras que perdidas
navegan por los mares del pasado,
dar vida al corazón que se ha parado
cual reloj con agujas retorcidas.


Quiero llorar, con un llanto que preñe
al jardín, que a mis pies duerme marchito,
y que crezcan las lilas y azucenas.


Espero amaneceres en que sueñe
que volando renazco despacito
mariposa feliz, entre colmenas.


                                                         Salem Roncal Ostiz

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