jueves, 6 de febrero de 2014

Poemas de Félix Grande

 

PARA ENVEJECER JUNTOS NOS COGEMOS LAS MANOS...


Para envejecer juntos nos cogemos las manos,
yo miro tu sonrisa, tú miras mi tristeza;
irán saliendo arrugas en mi alma y tu cabeza
y canas sobre nuestros espíritus humanos;

idéntica vigilia caerá en nuestras historias:
ver al tiempo ir cerrando una a una las ventanas,
me sonreirás lo mismo que todas las mañanas
y será como un ramo de flores mortuorias;

tú eres ese recuerdo que he de tener un día,
yo soy esa nostalgia que poblará tu frente
cuando ya sea un anciano, amada, anciana mía;

pienso en ese futuro tranquilo y arrugado
como en dos viejos libros qua ya no lee la gente,
con tanto como habrán, en silencio, aguardado.

De “Compañía” incluido en Las piedras (1958-1962)
Autor: Félix Grande

                 

SI TÚ ME ABANDONARAS TE QUEDARÍAS SIN CAUSA...


Si tú me abandonaras te quedarías sin causa
como una fruta verde que se arrancó al manzano,
de noche soñarías que te mira mi mano
y de día, sin mi mano, serías sólo una pausa;

si yo te abandonara me quedaría sin sueño
como un mar que de pronto se quedó sin orillas,
me extendería buscándolas, con olas amarillas,
enormes, y no obstante yo sería muy pequeño;

porque tu obra soy yo, envejecer conmigo,
ser para mis rincones el único testigo,
ayudarme a vivir y a morir, compañera;

porque mi obra eres tú, arcilla pensativa:
mirarte día y noche, mirarte mientras viva;
en ti está mi mirada más vieja y verdadera.


De “Compañía” incluido en Las piedras (1958-1962)
Autor: Félix Grande
                                                


GENERACIÓN         
Félix Grande

    Anda no más, , resuelve,
                                       considera tu crisis, suma, sigue,
                                      tájala, bájala, ájala;
                                     el destino, las energias íntimas, los catorce
                                    versículos del pan; uántos diplomas
                                   y poderes, al borde fehaciente de tu arranque!

Alza, alza tu paño;
años, sustancia del olvido; ¡fuera, en desbandada!
Adolescencia, cállate, vayamos
por orden , narremos la caída: no parezca
lujo el susodicho ay. Nacer (he aquí la cuestión)
como has nacido, donde has nacido, para qué has nacido.

En el mil novecientos treinta y siete
(quiero decir, vean crónicas, en ese monstruoso
revulsivo, que luego llaman la primera piedra)
caí en este andadero, o derrotero;
más claro: en guerra; más lírico: en fraterna matanza,
cuando cartas son biblias (¡ay destinatarios!);
más concreto: cuando
mueren mueren mueren mueren destrozados unos
y otros y unos y otros, y
entonces naces:
madrina Amparo viene a tu bautizo un día de bombas,
se celebra un modesto llanto por la ausencia de papá soldado,
faltaban dulces, faltarán,
mamá inunda tu boca de leche con memoria
en que bebes su poderosa pena que ella repostaba
en las salas del hospital de sangre sito en Mérida,
otrora Emérita Augusta.
Mamá desvenda muñones, rebobina quejidos,
pelea contra coágulos y desgarrones femeninamente,
espoelea sus retinas frente a las hemorragias,
se quema en lamentos cocidos, se hiela entre el cierzo de los
          moribundos,
solloza para dar ejemplo;
y después me ponía sus trágicos pezones en la boca,
ebrios de obuses, apresurados de sobrevivencia casual,
para que yo chupara mi destino
y cojeara luego con la niñez sin tronos
(faltaban dulces, faltarán)
oh cálido bautizo, oh pesadilla, oh fuego de la escarcha,  fuego,
         fuego!



Memoria: humeas. –Con aquel bagaje
fleté en el tiempo, con aquellas muletas
di en correr adolescencia adentro;
me fui poblando poco a casi nada
y toda cosa nunca pude olvidar si era sombría;
hasta que un día supe que mi aquella
enfermedad novena del nacer (he aquí la cuestión)
abdicó sobre esta larga convalecencia con recaídas en que ahora
            consisto
y a la que llamo mi existencia, proféticamente.


Memoria: humeas.
Vacilo, dudo, considero, rujo a destiempo,
y a menudo recuerdo mi Felixín original
y no sé si pedirle cuentas
o brindarle un sollozo tozudo
que lo ponga contento allá en su inicio donde
mora inconforme por entre lo inconforme.
                                      
…………


 Fragmento del poema  “Generación”, incluido en  Taranto. Homenaje a  César Vallejo  
 Autor: Félix Grande                     

                                                                              



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De Charlie Parker a Edith Piaf
un diluvio de negro spirituals
y de blanco spirituals llueve
sobre la civilización;
llueve piaf; llueve parker, llueven
Manolo Caracol, Louis Armstrong empapa
Discépolo, John Coltrane,  Billie Holliday.
Es  un agua que se introduce
por las fisuras de los Parlamentos,
por las rendijas de los programas,
por los agujeros de la ONU,
empapada la estrategia, moja
a la inmortalidad y la encoge,
hincha las oscuras maderas
de los ataúdes y congela
todo el grandioso fuego de vivir.
Llueve toda la tarde, llueve
toda la noche: y tras la ventana
en que repiquetea la lluvia
ese diluvio es observado
por un blanco o un negro
mientras que suena un saxofón
y  llueve.


Del poema Por los barrios del mundo viene sonando un lento saxofón  incluido en el libro  Blanco Spirituals (1966)
Autor: Félix Grande (1937- 2014)




 
Félix Grande (1937-2014)

Los poemas que preceden pertenecen al poeta Félix Grande, recientemente fallecido.
Aunque nació en Mérida (Badajoz) el 4 de febrero de 1937, su infancia y juventud , desde los dos a los veinte años, transcurrió en Tomelloso (Ciudad Real) “ciudad en la que se hizo pastor el abuelo Palancas “  y donde  el mismo poeta , desde los diez hasta los veinte años,  desempeñó diferentes trabajos : oficinista en un almacén, carpintero, trillador, jornalero de bodega, tendero, cuidador de tres vacas, recitador en los casinos, guitarrista flamenco y, sobre todo, pastor de cabras.

“El miedo omnipotente de mi madre ayudó a mi conciencia a existir y a crecer; en ese crecimiento aprendí que la moral contiene y ejercita la indignación y la piedad; y esa pareja de emociones establece que mi diálogo con mis contemporáneos no debe producirse sino con la beligerancia que merecen todas las tiranías, sea cual sea su disfraz ideológico. Por eso me conmueven unas palabras que escribió Abe Osheroff: Creo en la libertad del hombre y cualquier sistema que ataque o ponga en peligro ese derecho es enemigo mío. La libertad no es un lugar ni un estado del ser: es un camino. Se está andando en él o se está fuera de él.

A los veinte años, en 1957,  se trasladó a Madrid y continuó desempeñando oficios alejados del ámbito literario hasta que en 1961, entró a formar parte de la revista Cuadernos hispanoamericanos, órgano literario de la Agencia Española de Cooperación Internacional, de la que fue nombrado director entre 1983 y 1996.
Se le incluye o relaciona  con la generación de poetas  que se irrumpieron  en la década de 1960 y renovaron la lírica española como José Manuel Caballero Bonald, Ángel Crespo, Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez.
Su primer libro publicado Las piedras (1964), premio Adonáis,  es el resultado de una reunión de poemas que, a la manera machadiana, imbrican esencia y tiempo histórico. Hay diferentes combinaciones métricas: romances, romancillos, sonetos alejandrinos -como los que obran en “Compañía” y dos de los cuales figuran como muestra en esta entrada-  y serventesios también de catorce sílabas, así como una declaración final de amor a la palabra.
Según el propio autor: “No aspira a tener más parentesco con Machado que el de ciertos intentos de aprendizaje expresivo y vital, una especie de imitación balbuciente que se puede definir como un aprender a mirar ”
Posteriormente fue evolucionando hacia temas abstractos, centrados en el lenguaje mismo, y hacia el erotismo: Música amenazada (1966), Blanco Spirituals (1967). En 1971 publicó sus obras completas en el libro Biografía. En 1978 recibió el Premio Nacional de Poesía por Las rubáiyátas de Horacio Martí: especie de heterónimo inspirado en Abel Martín de Machado y Ricardo Reis de Pessoa.  Nuevamente recopiló su obra poética en Poesía completa: 1958-1984, que fue revisada en 1989. Todas estas ediciones demuestran su preocupación estilística y formal sobre sus escritos.
 En La noria muchos poemas  rinden homenaje a maestros y compañeros, en forma de expresa o tácita intertextualidad. Entre los cuales: Juan Carlos Onetti, Rubén Darío, Antonio Machado, Dámaso Alonso, Quevedo, César Vallejo- a quien ya en su día homenajeó con Taranto- ,Luis Rosales, Fernando Quiñones, José Hierro…

La cabellera de la Shoá (2010) es una composición sobre el Holocausto y consta de varios centenares de versos, en su mayoría libres, con alternancia de tiradas en prosa y endecasílabos pareados, más algún soneto. La cabellera de la Shoá –o del Holocausto- es la trenza simbólica formada por los cabellos de las víctimas de la barbarie nazi.

Esta es la cabellera de la Shoá.
Blacanegrambarinacenicienta
y ensangrentada de amarillo y de llanto.
Calla más que el silencio y está ciega.
Lo ve todo. Retumba.

En narrativa destacan sus obras: Las calles (1965), Por ejemplo, doscientos (1968), Parábolas (1975), Lugar siniestro este mundo, caballeros (1980), Fábula (1991), Decepción (1994), El marido de Alicia (1995), Sobre el amor y la separación (1996) y La balada del abuelo Palancas (2003).
Entre sus libros de ensayo: Apuntes de poesía española de posguerra (1970) y Federico García Lorca y el flamenco (1992), pues es un gran aficionado, conocedor y crítico de flamenco, tema sobre el que ha escrito Agenda flamenca (1987), Memoria del flamenco (1995) o Paco de Lucía y Camarón de la Isla (2000).
Son varios los premios que han ido jalonando su trayectoria  entre los cuales, el ya mencionado Adonais en 1963,  Alcavarán en 1963, Guipúzcoa en 1965, Eugenio d'Ors en 1965, Gabriel Miró en 1966, Casa de las Américas en 1967, Nacional de Literatura en 1978, Barcarola en 1989 y Premio Nacional de Letras 2004.
Casado con la poeta Francisca Aguirre y , a su vez padre de la también poeta Guadalupe Grande,  Félix  Grande falleció en Madrid el 30 de enero de 2014, a los 76 años.


miércoles, 29 de enero de 2014

Más poemas de José Emilio Pacheco (1939-2014)

 

Si  la entrada correspondiente al 6 de julio del pasado año hacía referencia a José Emilio Pacheco, con motivo de su reciente fallecimiento acaecido en Ciudad de México el 26 de enero , a los 74 años, añado nuevos poemas. 
José Emilio Pacheco (1939-2014)






COPOS DE NIEVE SOBRE WIVENHOE

Entrecruzados
caen,
se aglomeran
y un segundo después
se han dispersado.
Caen y dejan caer
a la caída
inmateriales
astros
intangibles;
infinitos,
planetas en desplome.




CONTRAELEGÍA

Mi único tema es lo que ya no está
Y mi obsesión se llama lo perdido
Mi punzante estribillo es nunca más
Y sin embargo amo este cambio perpetuo
este variar segundo tras segundo
porque sin él lo que llamamos vida
           sería de piedra.






GOTA DE LLUVIA

Una gota de lluvia temblaba en la enredadera.
Toda la noche estaba en esa humedad sombría
que de repente
iluminó la luna.





PRESENCIA

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.

No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,

ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.




José Emilio Pacheco nació en Ciudad de México el 30 de junio de 1939 y murió en la misma ciudad el 26 de enero de 2014. Poeta, ensayista, narrador traductor, editor y profesor universitario. Desde los años 50 figura en importantes antologías de poesía latinoamericana.  En Tarde o temprano  recopiló sus primeros seis libros de poemas: Los elementos de la noche, El reposo del fuego, No me preguntes cómo pasa el tiempo, Irás y no volverás, Islas a la deriva, Desde entonces, a los que han seguido: Los trabajos del mar, Miro la tierra, Ciudad de la memoria, así como un volumen de versiones poéticas, Aproximaciones.  Autor de dos novelas, Morirás lejos y Las batallas en el desierto y tres libros de cuentos: La sangre de Medusa, El viento distante, El principio del placer.

jueves, 23 de enero de 2014

Fragmento de "El camino más corto" de Manuel Leguineche

 

Los  “conquistadores de lo inútil” se quedaron sin poder poner el pie en Namche Bazar , el campamento-base de todas las expediciones al monte sobre el que “los pájaros no pueden volar”, y al que dio el nombre el funcionario de Su Majestad británica , Sir George Everets.

Estas idas y venidas, el viaje hasta Nagarkot para ver amanecer sobre la cordillera himalaya y a los pueblos del  valle me distraían de la cuestión de fondo, las penurias económicas. Había que seguir las instrucciones del Buda, son los deseos los que atormentan nuestra vida, los que provocan ilusiones que hacen que el dolor sea universal, por lo tanto si se eliminan los deseos desaparece el dolor. Para alcanzar el “nirvana”, la felicidad suprema, el esfuerzo es algo mayor, deben cumplirse los ocho mandamientos del camino sagrado, la pureza de la fe, de la voluntad, del lenguaje, de la acción, de los medios de la existencia, de la conducta, de la memoria y la meditación. Algún día las manzanas y el té fueron el único menú. Pero, ¿no vivían los nepalíes con ocho o nueve pesetas diarias?

Mi retorno a Katmandú en verano de 1975 se hizo con medios económicos suficientes, pero no tuvo el sabor y la efusión de diez años atrás. También es cierto que el país había cambiado mucho. El joven rey Birendra expulsó a los hippies y ordenó colocar el cartel de “Ya no se vende hachis” en los comercios de Ason-Toke. Ahora de los diez mil hippies que llenaban Katmandú en 1970 quedaban dos centenares, con un permiso de estancia de tres meses, no prorrogables. Su nombre figuraba en los archivos de la policía con el calificativo de “drogadictos indeseables” y no les sería permitido volver nunca más. Así terminó la saga hippie de Katmandú. Fue inútil que algunos representantes de la cultura protestaran por estas medidas  discriminatorias, impropias de una nación tradicionalmente hospitalaria. El rey deseaba un turismo caro y profiláctico sin barbas, melenas, pasteles de hachis y frases como ésta, nowhere is so cheap the happiness “ en ningún lado la felicidad es más barata que aquí”. Es cierto también que el sueño del Nepal terminó para numerosos jóvenes en pesadilla y desesperanza. Ellas se prostituyeron para poder comer una escudilla de arroz cantonés y ellos vendieron su sangre en los hospitales de Katmandú. El paraíso, el valle feliz se convirtió para bastantes de ellos en un calvario de la desnutrición, la hepatitis, la tuberculosis o la intoxicación de heroína. Descalzos, desaliñados, astrosos, raquíticos, pedían limosna en el bazar , algunos se veían obligados a robar y otros formaban colas en las puertas de sus embajadas para pedir la repatriación. Todos se negaban a admitir que la vía hacia Katmandú había sido el camino hacia la desilusión.
                                                       Del libro  El camino más corto  (1978)
                                                               Autor : Manuel Leguineche



El fragmento corresponde al libro El camino más corto y  más concretamente al capítulo “ El valle feliz “ referido a Katmandú (Nepal) antes de llegar a Calcuta. Se trata de la descripción de un viaje  iniciado por Manuel Leguineche desde Madrid a Nueva York junto con tres periodistas norteamericanos  y  un fotógrafo suizo Willy Mettler con el objetivo de batir el record mundial de distancia recorrida en coche (un Land Cruiser japonés). Viaje que se prolongó por diferentes motivos  durante un periodo de dos años con más de 60.000 km .

El libro toma el título de las anotaciones vertidas en el Diario de viaje de un filósofo de Hermann Keyrseling :
.        ” El camino más corto para encontrare uno a sí mismo da la vuelta al mundo” y fue uno de los primeros libros escritos por el periodista y escritor Manuel Leguineche recientemente fallecido.

 
Manuel Leguineche


Manuel Leguineche nació en  Arrazua, Vizcaya, 28 de septiembre de 1941. Residente en Brihuega ha muerto en Madrid el 22 de enero de 2014  a los 72 años. Cursó estudios de derecho y filosofía en Valladolid y Madrid. Trabajó en el semanario Gran Vía de Bilbao  y en El Norte de Castilla en Valladolid. En 1960 comenzó sus trabajos como enviado especial en acontecimientos internacionales para prensa y television española. Fundó las agencias de noticias Colpisa y Fax Press. Obtuvo numerosos premios

Entre sus libros cabe significar  el ya mencionado El camino más corto (1978) La Tribu (1980) El Estado del golpe (1982) , Filipinas es mi jardín (1989) ,La primavera del Este: 1917-1990 la caída del comunismo en la otra Europa (1990) , La ley del mus (1992),   Yugoslavia kaputt (1992) ,  En el nombre de Dios: el Islam militante, los árabes, las guerras del Golfo (1992), Los años de la infamia: crónica de la II Guerra Mundial (1995) ,  El precio del paraiso(1995) , Adiós, Hong-Kong (1996) , Los ángeles perdidos (1996), Annual 1921 (1997), Yo pondré la guerra (1998), Yo te diré (la verdadera historia de los últimos de Filipinas) (1998) ,  Apocalipsis Mao: una visión de la nueva China (1999),  La felicidad de la tierra (1999), Las anécdotas del viajero (2000) , Hotel Nirvana (2001) , Recordad Pearl Harbour (2001), Gibraltar (2002) Los ojos de la guerra (2002), Madrid de menú (2002),  Madre Volga (2003).  El último explorador ( 2004).  El viaje prodigioso (2005).  El club de los faltos de cariño (2007). 




miércoles, 15 de enero de 2014

CUATRO POEMAS DE JUAN GELMAN (1930-2014)

 

Los poemas siguientes corresponden al poeta Juan Gelman, fallecido ayer 14 de enero en DF. México, a los 83 años.

Había nacido en Buenos Aires en  el barrio de Villa Crespo habitado por judíos. Sus padres de ascendencia ucraniana hablaban ruso, idioma que al parecer él mismo aprendió  Ya desde la infancia se encontró familiarizado con libros de Tolstói, Pushkin o Dostoievski.

Su poesía cargada de ternura, ironía, dolor y violencia, junto con audaces innovaciones formales, dejó  una marca inconfundible en los jóvenes  poetas de Buenos Aires. E igual que Pessoa utilizó heterónimos en alguna de sus obras.
Entre sus libros  destacan: Violín y otras cuestiones (1956), Velorio del solo (1961), Gotán (1962), Cólera buey (1965), Los poemas de Sidney West (1969), Fábulas (1971), Relaciones (1973), Citas y comentarios (1982), Composiciones (1986), Interrupciones I e Interrupciones II (ambas publicadas en 1988), Salarios del impío (1993), Tantear la noche (2000), Valer la pena (2002), País que fue será (2004) y Oficio ardiente (2005).
En 1976 tuvo que abandonar su país por causas políticas y hasta su fallecimiento acaecido el 14 de enero de 2014 ha  residido en México. En 1997 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía en Argentina, en 2000 con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 2005 con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en 2007 con el Premio Cervantes.




COSTUMBRES



no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal                     


EL JUEGO EN QUE ANDAMOS


Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.



EPITAFIO

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.

LÍMITES

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua? 
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran. 

Juan Gelman (1930-2014)

martes, 7 de enero de 2014