sábado, 8 de octubre de 2011

Arpegios y Edad sin tiempo

PRESENTACIÓN DE EDAD SIN TIEMPO



En un acto organizado por el Ateneo Navarro y llevado a cabo en el Colegio Mayor Larraona  el 1 de marzo de 1991, Emilio Echavarren llevó a cabo la presentación de este poemario junto con Nocturnos sin protocolo de Alfonso Pascal Ros. En la mesa de presentación nos acompañaba el poeta Ángel Urrutia, director de Medialuna Ediciones.



            Mª Socorro Latasa nos presenta hoy su segundo poemario: Edad sin tiempo. Con anterioridad ha publicado Arpegios de sombra herida.

            El poemario, al amparo de una hermosa paradoja, está estructurado en tres partes: “Retazos de interior”, “Semblantes” y “Edad sin tiempo”, que da título al libro. La primera parte es la más extensa.



            El poema “Alumbramiento” es una declaración metapoética que explica las coordenadas en las que se va a enmarcar todo el libro:



            Disociada en el reflejo de los sauces,

            ebria de sombras incendiadas, llegas insomne.

            Y como híbridas de amor e incertidumbre sientes

            la gestación de signos

            surcando la blancura de la noche, algo

            que sueña ser poema.



            No le niegues su sueño n quiebres su esperanza.

            No permitas que en su corazón anide angustia.

            Déjalo ser. Así.

            Deja que se a su imagen el vivo impulso del árbol

            Arraigado en el sendero de tus días.

            Y escucha. Atiende entera su llamada

 desde su savia sangre,

 desde su sangre llama.



Al curso de sus latidos pregunta ya

quién es el hombre,

quién eres tú,

por qué comienzan a temblar sus ramas.

                                                                        ¿Por qué?



No es casual que, tras la nebulosa en la que, según la autora, se gesta la creación poética, el poema concluya con una larga serie de inquietos interrogantes.


Para la autora la poesía tiene la capacidad de indagar, la fuerza de la búsqueda, el impulso hacia la introspección, el descubrimiento personal. Por ello la poeta se lanza con fe a creer y a crear un mundo poético. La poesía es una manera de ser uno mismo

 El poemario se abre con la certeza de la autoafirmación. El primer poema lleva por título



                        SOY



Porque soy esencia trascendida

de otro sueño,

yo incendié las sombras

con mi canto

y ardieron los silencios.



Todo el libro está imbuido de esencialidad y de existencialidad. El hombre se encuentra cercado por preguntas imposibles de contestar. El hombre vive desconcertado. La poeta no aporta respuestas, pero al menos es capaz de acompñar y de subrayar los interrogantes:



                        DISCERNIMIENTO



El hombre, tiempo cercado por sus huellas

abocado a la costumbre de vivir,

es pura contradicción.



Y yo, cotidiano quehacer,

creciente interrogante abierto al infinito,

mínimo canto soy.

Tus ramas, muñón de sueños ateridos,

tiemblan cuando el aire torna fuego

tu libre esencia.



Pero no te detengas. Debemos seguir

creciéndonos en esta

lluvia de silencios.







Tras estos primeros “Retazos de interior”, en los que se exponen los problemas inherentes del yo, aparece “Semblantes”, que corrobora con tres ejemplos externos las ideas expuestas anteriormente, Se trata de tres poemas que, como era de esperar, están escritos en tercera persona. Son tres perdedores. El titulado   “Hace frío, abuelo” dice así en sus dos primeras estrofas:



Solitario en la frontera de la senectud,

-varado en mar de invierno- mirando atrás

¡qué lejos, qué lejos su primavera!



Duerme ya su corazón.

Duerme al norte de su espera. Duerme;

mientras la esfera del tiempo

tenaz golpea el hondo latir de su tristeza...

La última parte, “Edad sin tiempo”, es un canto a la libertad. La autora, a pesar de todo lo expuesto anteriormente, “ sin miedo a los mastines que aullaron en el alba”, proclama su fe en la libertad: “libertaré las sombras que a mi alma encadenaron”. De todos los poemas que forman esta parte final, quizás el que se titula “Tras la estela de otra aurora” exprese con mayor claridad esta idea:



Mientras mi voz aliente un vaho de esperanza,

quiero decir la noche como un acorde limpio.

Y dejo mi ventana abierta a las estrellas.



Sin miedo a los mastines que aullaron en el alba,

libertaré las sombras que a mi alma encadenaron.

Y volveré

para hilvanar el sueño

que yo dejé olvidado al otro

lado de la orilla.



El verso libre fluye con naturalidad y con pulcritud. Los poemas, muchas veces introducidos por citas- León Felipe, Pablo Neruda, Luis Cernuda, Ángel Urrutia, Vicente Aleixandre, Aureliano García Tello, Paul Valéry- guardan equilibrio entre la concreción y la reiteración.
En suma. Se trata de un libro hondo, bien concebido y bien estructurado. En sus versos palpita la certeza de una voz profunda y hermosa, una voz de verdadera poeta.
                                      
                                                                          Emilio Echavarren
                            



Con prólogo de CHARO FUENTES, diseño de portada de JAVIER LEACHE  e impreso en  los Talleres COMAR de Madrid en 1989,  Arpegios de sombra herida , estructurado en cuatro partes, con sus casi setenta poemas, fue presentado por su autora, con las siguientes palabras: 
No voy a cometer la torpeza de querer definir la poesía, pero recordando a Gabriel Miró diría que la poesía no es un ornamento que se superpone sobre la existencia sino su culminación. Pues hay impresiones que no lo son del todo hasta que no reciben la fuerza lírica de la palabra. Y esto que acabo de decir podría explicarlo con un ejemplo. Recuerdo que un atardecer yo escuchaba música de guitarra y la emoción de aquel instante sólo logré vivenciarla y alcanzó su plenitud con la afluencia de estas palabras: Arpegios de sombra herida.
             Arpegios porque era la sucesión de sonidos derivados de un acorde.
             Sombra: Era el atardecer. Las luces iniciaban su partida.
            Herida: Por el puro dolor de saberme tiempo indetenible. “Y hagamos lo que hagamos siempre estamos en la actitud del que se va. Vivimos en constante despedida”, según Rilke.
            Y si bien es cierto que todo presente es umbral de un futuro, es también tiempo crítico, de crisis, de escisión. Es el punto referencial en el que se quiebra en dos aquello que fue y eso incierto que puede ser.
            Tal como escribiera Borges: “No me explico cómo el tiempo pasa, yo que soy tiempo y sangre y agonía”
            Pero me refiero a la agonía en su sentido etimológico de lucha, esto es: como proceso de indagación y búsqueda orientada en última instancia a pulsar la armonía que subyace tras la íntima contradicción de las cosas y los seres.
            A veces lucha y armonía quedan identificadas en el puro discurrir creativo, en el ejercício y desarrollo de las propias facultades, en la apertura hacia los otros -comunicación- y en el retorno a la naturaleza.
            Así, pues, el título es en sí mismo una pura sinestesia, es decir: una fusión de sensaciones. Arpegios hace referencia a una sensación auditiva. Sombra a una sensación visual y herida a una sensación más honda y sutil.
            El primer poema que voy a leer toma como punto de partida el proceso creativo, las motivaciones que me impulsan a escribir. Entonces lo que pretendo hacer es ahondar en esa región de niebla -abierta a todo lo posible- donde indaga el intelecto a la voluntad creativa que ignora sus límites, no sabe de dónde a dónde.

                                 

                                      RAÍZ DE NIEBLA

                                                   I

                                    ¿De dónde a dónde? No; no sabes.

                                    De silencio a silencio repta el áspid
                                    de los días. Repta el áspid
                                    mientras cuentas el tiempo por latidos
                                    o recorres la distancia
                                    que media entre dos pausas,
                                    quedándote en suspenso,
                                    así...como esperándote,
                                    como si dentro de ti
                                    la vida fuera un río abierto
                                    al puro discurrir de la costumbre.

                                    ¿Y ese flujo de sombras?
                                    ¿Y esa urgencia de versos?
                                    ¿De dónde a dónde?
                                                        ...No; no sabes.


                                                    II

                                    De solsticio a solsticio se estremece el paisaje,
                                    se estremece la sangre. Te averiguan las aguas
                                    de la inhóspita incertidumbre. Y no sabes...

                                    ¿Ignoras el camino? ¿Cuestionas la andadura?
                                    ¿O en remolino de formas
                                    -perpetrados los senderos hacia el sueño-
                                    intuyes que hubo un siempre amaneciendo origen,
                                    frecuencias sucesivas fibrando pensamiento,
                                    cristalizando en  memoria
                                    la cruel inocencia de los días?

                                    Y no sabes con qué latencia de signos
                                    la extrema difracción de lo real
                                   cierne al ser en alarido.
                                                                                                                                                                                                                                                                                             No sabes...


                                                         III

                                 Donde dice sun hombre pintas un árbol.
                                 Desde el dominio de su sombra,
                                 bajo sus ramas abiertas,
                                 crees en la sed de sus raíces.

                                 Y dejas caer la voz,
                                 dejas
                                        caer
                                                  la voz
                                 quedándote en suspenso
                                 así...como esperándote
                                 -tú misma raíz y niebla-
                                 igual que si buscaras los abismos
                                 donde habita la luz intransitable.
                                                         Y no sabes...


En el poema siguiente, atizada por el ramalazo de la voluntad creativa me rebelo ante la ignorancia, el desconocimiento, la sinrazón, la indiferencia, la mentira. Y en una noche de tormenta, mientras crecía el desconcierto, desde mi semblante yo clamaba por la luz de  un solo verso.


                                 DESDE MI SEMBLANTE

                                 Pero heme aquí alzada en rebeldía.
                                 Antes de que al alba
                                 aullen los silencios,
                                 sorbo la agonía de las manos de mi estirpe.
                                 Fluyo por la hondura de los ríos destrozados.
                                 Tenso los látigos de la razón pura.
                                                                       Fustigo la oquedad.

                                 A puñales de niebla, rompo los espacios
                                 de la sutil indiferencia.
                                 Estrello el alma en los peldaños de la ira.
                                 Quiebro los cristales
                                 de un cielo en espejismo. Muero un poco más.

                                 Y a voz caída, desde mi semblante,
                                 bajo la noche
                                 encendida de relámpagos, clamo por la luz
                                 de un solo verso.
                                                                                    Un solo verso.


En los poemas siguientes hay un afán de ruptura, no sólo en lo que concierne en la forma. Y como sucede en toda ruptura hay dolor. A través del dolor aprendo transparencias, aprendo a esperarme y a esperar la voz herida de mis silencios. Y sangran las espigas del silencio y duele la penumbra de las manos, a la par que crece mi interés por la búsqueda de nuevos elementos expresivos, basándome en el estudio de las sensaciones e intentando aunar inteligencia y sensibilidad.
                                     



                                       MAR ADENTRO MI VOZ

                                                         ¡...Si yo pudiera hablar
                                                         de tanta luz que muere con la aurora...!



                                                         I

                                 Y después de tanto frío
                                        de tanta lluvia
                                                         o sueño,
                                        sé que esperas mi voz,
                                                         doliente junco,
                                  como un latido urgente
                                        donde amarrar
                                                         el alma
                                        de tanta luz que muere
                                                         con la aurora;
                                        pero, extravias las alas
                                                         de la ausencia,
                                              hoy...hoy se quiebran
                                                              mis paredes
                                                         y estoy sangrando.
                                                                                                                                           
                                                         II

                                 Y sangran las espigas
                                               del silencio.
                                        Y duele la penumbra
                                                de las manos.
                                 Y en vértigo de sombras,
                                                 fluyéndome:
                                        mar adentro
                                                  mi voz
                                                            mar adentro,
                                       mordiendo un látigo de llanto
                                                   en las raíces,
                                       estalla en fuego virgen
                                                    el rojo corazón
                                                               de mis latidos.
                                 Y sé decir, igual que oscuras nubes
                                                         de ceniza,
                                        la extraña curvatura
                                                          del espanto,
                                        la lenta agonía de los páramos
                                        o el cansancio de nieve
                                                          que destilan las cumbres




     
                                                   III

                                 Y así fluyéndome:
                                        mar adentro
                                                mi voz
                                               mar adentro,
                                 estoy diciendo
                                        el alba o la noche
                                                como un temblor azul
                                                         de pájaros,
                                       las alas rotas
                                             de los sueños ateridos,
                                       los ojos ciegos
                                              de las piedras del camino
                                                     y sus aristas
                                                                  de luz.
                                       O el blanco amanecer,
                                 el rocío y la sed
                                        de la azucena  de niebla
                                                arraigada en mi alma.



                                                          “Estoy en deuda con todos los amigos
                                                            que llenaron de imágenes mis ojos
                                                            y de ríos de lava mis conceptos”

                                                                                             Charo Fuentes 

                     POR SI ME BUSCAN TUS LÁGRIMAS UN DÍA

                     Por si me buscan tus lágrimas un día...
                     Aquí mi voz:
                                 En la vertiente aliada con la vida
                                 -verde ladera de paz para mi canto-
                                 aunque a veces , lentamente, la tristeza
                                 va lamiendo el corazón de las heridas
                                                   y muere la luz.
                                 Como en los días diáfanos
                                 -en pie y con los ojos limpios-
                                 sobrevolando los pulsos de mi sombra
                                 incendiaré el cansancio de lunas repetidas
                                 hasta que salga el sol.
                                 Hasta que salga, fiel a mis raíces.
                                 remontaré el vuelo cenital de mis latidos
                                 -desde el primer asombro
                                 hasta el penúltimo temblor de la memoria-

                                 Y cuando anochezca en las espigas de mi sangre
                                 o se alce en quiebra la cadencia del azul
                                                         en mis arterias,
                                 a siete mares de luz y un río de distancia
                                                         me perderé en el aire.
                                 Una lluvia de rosas cubrirá mi silencio.

                                 Ignoro si después, en alas de la brisa,
                                 podré tornar mi rienda
                                 hacia la albrua de tus lirios sonriendo
                                 para decir sin palabras:
                                                         Desde mi infancia de nidos y de alondras
                                                         hasta toda mi existencia
                                                         qué humano horizonte
                                                         la tierra de tus manos.








 
         Y finalmente voy a leer

                                                          ACASO RECORDAR...
                                
                                 Tras esta lluvia de arpegios,
                                 al son de anhídridas vivencias,
                                 acaso recordar...

                                 Nos precedió el silencio,
                                 la escarcha -frontera de otros pasos-
                                 Nos precedió el instinto
                                 de hurgar la tierra con las manos,
                                 aproximarnos al fuego
                                 -prender la lumbre-
                                 fluir contra corriente
                                 cauce arriba sin noche.
                                 Nos precedió la sed, el aire,
                                 la plenitud de un día
                                 al otro lado del sueño.
                                 Nos precedió el asombro.

                                 Y ahora, de madrugada,
                                 con la voz transida de expresiones
                                 nos precede la luz de los primeros rayos.


           

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