miércoles, 29 de julio de 2015

Capricho 57: La filiación





LA FILIACIÓN

Es una ridícula escena de esponsales. La novia tiene rostro de animal y en sus piernas descansa su propia o primitiva cara, rugosa y vieja. Una mujer en pie, con un libro abierto en una mano y una pluma en la otra, escribe en las páginas de aquél.
Se engatusa al novio con la ejecutoría de sus padres y abuelos.
¿Y ella quién es? Luego lo verá.


Merece pena quien amor castiga 

o quien amor ofrece con engaño,
quien rompe el verso limpio o causa daño
al junco, al río, al aire o a la espiga.

Amor es fuego vivo y mano amiga,
sonora fuente y sombra de castaño,
silencio, vida y nunca un mal apaño.
¡Quién dice mal de amor, que nunca diga!

Quien mancha amor o engaña con su herida,
que tenga el alma muerta para el sueño
y frío el corazón sin sus cariños.

Quien quiera redimirse en esta vida,
que aprenda amor, que escriba en viejo leño
limpios versos de amor para los niños.




Pertenecientes al libro Risa y ternura de unos papeles (Reflexiones a los Caprichos y aguafuertes de Goya) de Damián Iribarren
Edición: María Socorro Latasa Miranda
Sahats, 2006

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